sábado, 12 de junio de 2021

CLÁSICOS

 

Hay semanas en la que los estrenos quedan relegados a un segundo plano porque hay otras cosas más importantes de las que tratar. Como en la política, o en la vida. Cuando tienes un problema de verdad, las otras cuestiones que te preocupan en el día a día pierden importancia. Eso me ha pasado estos días. No es que los estrenos sean malos o poco interesantes o no valgan la pena, es que el Centenario de Luis G. Berlanga y el reestreno con carácter de acontecimiento de 8 películas 8, de David Lynch, los coloca por encima de cualquier otra noticia.

 

(lo dos Berlangas, Luís y Jorge)

Berlanga

Se ha escrito mucho de Berlanga, se han dicho muchas cosas sobre él y su cine. No pretendo ser ni original ni descubrir nada que no se sepa, pero si me gustaría recordar en este 12 de junio en el que habría cumplido 100 años, algunas vivencias personales con él y con su cine. Yo conocí el cine de Berlanga de mayor, bueno mayor, 20 años más o menos y no fue con una de sus mejores películas, ¡Vivan los novios! me llamó la atención sobre todo porque pasaba en Sitges y eso me hacía gracia. Recuerdo también que Tamaño natural no me acabó de gustar. Berlanga no fue un referente para mí hasta que lo descubrí de verdad en la Filmoteca a principios de los años 70 Ver ¡Bienvenido Mr. Marshall!, El verdugo y Plácido en una misma semana, es una experiencia inolvidable. ¡Había un director que en pleno franquismo se atrevía a contar cosas imposibles y a hacerlo con humor (negro) y una increíble maestría en el movimiento de cámara! Sus planos secuencia empezaron a ser legendarios. Luego vino la trilogía Nacional, el final escalofriante de La vaquilla, el divertimento de Moros y cristianos; la visionaria Todos a la cárcel o la desencantada y melancólica París-Tombuctú. Una filmografía de oro. Entre las películas en la Filmo de la calle Mercaders y su muerte en Madrid a los 89 años, hubo dos experiencias con él importantes para mí. Una fue profesional. Berlanga asumió la Presidencia de la Filmoteca Nacional de España en 1978, cuando Ramon y yo trabajábamos en la sede en Barcelona y Florentino Soria, un gran amigo de Berlanga, y cameo de lujo en algunas de sus películas, era el director de la Filmo. De repente, Berlanga ya no era solo uno de los mejores directores españoles, era alguien con el que se hablaba normalmente para resolver problemas del funcionamiento diario en unos años trascendentales. Berlanga fue Presidente de la Filmoteca hasta el año 1983 cuando fue cesado por Javier Solana como Ministro de Cultura y Pilar Miro en la Dirección General de Cine. Berlanga no era una persona cómoda ni para la izquierda, ni para la derecha. Y esa incomodidad la pagó de muchas maneras. La otra razón es más personal y se llama. Jorge Berlanga, uno de sus hijos. Conocí a Jorge a través de un amigo muy querido y desde el primer momento, se convirtió en alguien que me importaba. De alguna manera, entendías al padre viendo al hijo. Jorge era inclasificable, tenía un humor sutil y muy complicado, era inteligente y autodestructivo, un dandy que encarnó como nadie los años de la transgresión cultural de los ochenta. Nunca podías saber que iba a pasar cuando te encontrabas con él, ni que iba a decir en sus ácidas y corrosivas columnas. Celebrar el centenario de Berlanga me ha dado ocasión de recordarlo. Jorge murió en el 2011, pocos meses después que su padre. Me gusta saber que le tengo en mi memoria.

(En Flixolé hay 16 películas de Berlanga disponibles)


David Lynch

Con motivo del 20 aniversario del estreno de Mullholand Drive en Cannes del 2001, se recuperan a partir de esta semana ocho películas de David Lynch en un ciclo llamado Universo Lynch. Se podrá ver durante un mes en pantalla grande y con carácter de evento: Cabeza borradora, El hombre elefante, Terciopelo azul, Corazón salvaje, Twin Peks: fuego camina conmigo, Carretera perdida, Una historia verdadera y Mullholand Drive. Un regalo para los que quieran recordar su cine y sobre todo, un regalo para los que lo descubran por primera vez. El anuncio de este ciclo me ha hecho acordarme de un texto que escribí en el año 2006 para un libro colectivo, que se llamaba precisamente Universo Lynch. Lo he releído y aunque es largo, me parece una guía ideal para ver sus películas tirando del Hilo Azul de Lynch. Espero que les guste.

 El invisible hilo azul de David Lynch


…una bola flotando en el espacio. Una cabeza en sobreimpresión a la bola, también flotando, con los ojos (azules aunque sea en blanco y negro) muy abiertos. La cabeza desaparece, la bola se acerca, es áspera. El espacio negro lo domina todo. La cámara resigue la superficie rugosa de la bola, hay cráteres y cañones. La cámara fija los pliegues y llega a un objeto ¿un monolito roto? Con un agujero negro. Nos metemos en el agujero. Un hombre lleno de pústulas maneja una extraña máquina al lado de una ventana. La cabeza, unida a un hombre tirado en el suelo, abre la boca y de ese agujero negro sale un extraño gusano, un espermatozoide gigantesco que flota en la pantalla hasta encontrar un lago. El espermatozoide que ha nacido de la cabeza cae al agua, se hunde en un agujero blanco, casi el negativo del otro, por el que salimos a la luz. La cabeza es la de Henry. La ventana es la de una fábrica abandonada. El lago es un charco que Henry pisa al caminar. El espermatozoide se ha convertido en un bebé monstruoso que no para de llorar. Una especie de alien pustulento y terrible en su indefensión. La cabeza acaba explotando en el espacio infinito lleno de agujeros negros que enlazan con….

 



 el espacio que puede ser continuación del final infinito de Cabeza borradora.. El retrato de una mujer. Los ojos negros, el rostro de una mujer hermosa. Sobre la foto, imágenes de una manada de elefantes, los ojos de los elefantes, pesados, claros (¿azules?), amenazadores, premonición del ojo del navegante de la tercera generación de Dune, el gusano que llega encerrado en una urna de cristal, como el monstruo es encerrado en una carpa de circo. La mujer grita, los elefantes furiosos pasan por encima de ella. Se oye una respiración entrecortada y unos latidos como un tam tam. Hay nubes, humo, fuego y cuando se disipa la niebla estamos en una feria donde se anuncia el hombre elefante. Alguien explica lo que sucedió. La violación de la mujer hermosa por parte de los elefantes produjo un hijo monstruoso (igual que en Cabeza borradora), un fenómeno de feria con un ojo que mira desde la rugosidad de la piel, como la de los elefantes. La respiración entrecortada es la suya, los latidos son los suyos. Después de vivir la pesadilla de creerse humano, el hombre elefante alcanza su muerte y se incorpora al espacio, al cielo a la inmensidad del infinito donde brillan los ojos negros de su madre que enlazan con…


 …los ojos verdes de la narradora de Dune. Otra cabeza flotando en el espacio. La voz y el infinito vienen del final de El hombre elefante. La voz y el infinito se sobreponen al desierto que lo domina todo. Un desierto vivo donde se produce la especie. La melange. El viento dibuja rayas en la arena como el campo labrado de Una historia verdadera, paisajes en los que la vida se desarrolla en forma de energía oculta. El infinito, el universo, la descripción de este espacio con sus cuatro planetas. Arrakis-Dune, hogar de los fremen, Caladan, dónde reina la Casa de los Atreides, Giedi Prime dominada por los Harkonen y Kaitain, sede de la casa del emperador a la que llega el navegante de la tercera generación, versión gigante del espermatozoide de Cabeza borradora, con el ojo de El hombre elefante. El barón con sus pústulas podría ser el bebé mutante hijo de Henry y Mary crecido hasta convertirse en globo asqueroso. El gusano encerrado en la caja (¿azul?) de Cabeza borradora ha adquirido dimensiones monstruosas y vive en el desierto dónde se encuentra la especie. En el desierto tiene lugar la prueba del agua sagrada. Los ojos azules de Paul traen el agua, la lluvia, la vida. Primera aparición del color azul que irá tejiendo un hilo conductor en su cine a partir de este momento: azul del terciopelo, azul del cielo, azul del agua, azul de las luces del teatro… ojos azules que enlazan con…

 


… la tela azul de terciopelo, posible imagen sólida del agua convertida en tejido azul que se mueve como el mar de Dune. La canción que será el leit motiv pasa de la tela al cielo azul y desciende hasta mostrar unas flores rojas y otras amarillas, inquietante normalidad donde los bomberos saludan en la placidez de una mañana de verano: tulipanes amarillos, niños cruzando la calle, la casita blanca, un hombre regando. Una mujer mirando la televisión y tomando té. El agua se corta, la normalidad se acaba. El hombre sufre un ataque. El perro bebe de la manguera sin ningún respeto. El hombre cae sobre la hierba. La hierba esta llena de animales terribles, de insectos y gusanos, el mundo subterráneo huele a podrido, los insectos se matan entre si, como en la pesadilla que va a vivir Jeffrey. Ahí está la película. La normalidad esconde un mundo subterráneo putrefacto dónde los insectos se destruyen entre si. La puerta de entrada a ese mundo será una oreja cortada encontrada en un campo abandonado mientras suena una canción que nos permite pensar en Twin Peaks, el aserradero, el bosque y el mundo de los árboles. Lumberton es una primera versión de Twin Peaks, un mundo extraño, como afirma Sandy al final, cuando la normalidad vuelve a aparecer. Entre una y otra normalidad el terciopelo y la oreja cortada son las puertas para entrar y salir de ese mundo extraño que acaba con Jeffrey durmiendo en el jardín en una imagen que se repetirá en Carretera perdida, mientras Sandy contempla un petirrojo comiéndose un gusano, un petirrojo que ha vuelto para quedarse de forma inquietante en los créditos de la serie Twin Peaks. La mirada se pierde más allá del pájaro haciendo un recorrido al revés que culmina en el azul del cielo que es el azul del terciopelo y que en cierta forma enlaza con....

 


… el fuego y las cerillas que son el leitmotiv, de Corazón salvaje. Una cerilla que se enciende, un fuego que destruye una casa, cada vez hay más fuego, el fuego del corazón salvaje de Sailor enamorado de Lula que empieza su historia en Cape Fear, el cabo del miedo. Todo comienza en un salón de baile, en unas grandes escaleras por las que bajan Sailor y Lula, un hombre negro les ataca, Sailor lo mata de una forma violenta. En la escalera están Sailor, Lula y Marietta, la madre de Lula, la bruja mala empeñada en que no consigan vivir su amor. Sailor señala con el dedo a Marietta, acusándola, ella es el mal. Lula es una versión perversa de Sandy, como Sandy era una versión ingenua de Mary. La escena de la escalera se irá completando en sus antecedentes a lo largo de la historia. Vemos a Marietta intentando seducir a Sailor, su rechazo, la venganza de Marietta, la huida, la pesadilla. Pero el camino de Oz siempre acaba bien y al final, Sailor y Lula formarán un trío distinto con su hijo Peace, después de que Sailor muera y resucite tras ver a la bruja buena (que no es otra que Laura Palmer) y comprenda que ya puede cantarle Love Me Tender a Lula en una imagen que cierra el paréntesis entre Terciopelo azul y Twin Peaks que comienza con…

 


… el petirrojo de la ventana de Terciopelo azul cantando en una rama del bosque de Twin Peaks. La serrería es el escenario donde Pete (Jack Nance, el Henry de Cabeza borradora, actor fetiche de Lynch hasta su muerte en 1996) encuentra el cuerpo en el agua. Agua de las cataratas, agua azul del lago donde flota el cuerpo de Laura Palmer, una cabeza de ojos cerrados. El misterio de su muerte se irá desgranando poco a poco en una serie de acontecimientos cada vez más disparatados en los que renace el teatrito escondido detrás del radiador de Cabeza borradora, el terciopelo imaginado en color rojo de los salones de El hombre elefante, los seres monstruosos que pueblan el subsuelo de la mente como los insectos del jardín de Terciopelo azul y los sicomoros que son un desarrollo acartonado del montón de tierra con un árbol que Henry tiene en su habitación en Cabeza borradora. Entre la pasión por los donuts, la tarta de cereza y los bosques, el agente Cooper desenredará un misterio de tintes azules que deja todas las puertas abiertas, sobre todo a una precuela que no sólo no explicará nada, sino que aun complicará más la historia a partir de la frase Fuego camina conmigo, que enlaza con…

 


… las ondas estáticas y casi aterciopeladas del azul de una televisión que acaba explotando para fundirse en el agua azul de un lago en el que flota un cadáver, el de Teresa Banks, que a su vez se funde con el azul de un lago en un cuadro ante el que el agente Gordon grita sus órdenes al agente Chet, que está en Dakota del Norte, (paisaje que ya anuncia un cambio de registro que se confirmará en Una historia verdadera). El mundo extraño de Sandy sigue estando ahí en forma de una sorpresa para Chet, la mujer de rojo convertida en señal humana, un telegrama sólo descifrable para quién conoce las claves. Cooper las conoce pero no le servirá de nada porque ya sabemos cómo acabó su aventura en Twin Peaks, poseído por Bob, el hombre fantasma que asesinará a Laura Palmer en una secuencia de pesadilla y de fuego (camina conmigo) y la dejará envuelta en un plástico en las ondas azules del lago que la arrastrarán hasta la playa del aserradero donde la encontrará Pete y dará comienzo el Twin Peaks del petirrojo. Pero antes, Cooper sabrá que la televisión de ondas azules encierra cosas que no existen y Laura entrará en el reino de los sueños, en el salón rojo con el enano y el gigante y allí encontrará al agente Cooper y el ángel azul, que como la bruja buena de Corazón salvaje la dejará reír y llorar esperando…

 


…despertar en una carretera de noche, una carretera perdida iluminada por los faros que conducen a la nada. O no. De momento estamos en una casa. Un hombre fuma, suena un timbre, llaman a la puerta, alguien susurra Dick Laurent is dead. Mira por la ventana y contempla la calle vacía. Poco después su mujer René encuentra un sobre con un video. Empieza la pesadilla: se ven a sí mismos durmiendo, más tarde verá a René muerta. El hombre que ríe, el de la cara blanca, es la puerta hacia lo que aun no ha pasado. La realidad desdoblada por primera vez (Mulholland Drive ahondará en esta vía). Una casa ardiendo, de nuevo el fuego. El cambio. Fred Madison se convierte en Peter Raymon Dayton. La cotidianidad de un jardín sacado del barrio de Terciopelo azul, un barrio de Los Ángeles (como los de Mullholand Drive) un taller, un hombre misterioso, Mr Eddie y una mujer, Alice, René en rubio. La muerte en la carretera perdida que conduce a la casa en llamas. Fred en un hotel, en la habitación 26, la misma que Henry ocupaba en Cabeza borradora. Allí está Alice o René, con Mr Eddie. Fred huye, llega a la casa. Llama al timbre. Dice: Dick Laurent is dead. Escapa mientras el otro Fred, el de antes del loop del tiempo, contempla la calle vacía, perdida en el infinito…

 


…el infinito oscuro y lleno de estrellas, la noche que abre y cierra una historia verdadera. Una historia que empieza en un paisaje dibujado en el campo, como las arenas de Dune, un paisaje atravesado por una máquina, no infernal, sino amiga, un paisaje que se transforma en un pueblo, versión amable de Twin Peaks, con una calle principal cruzada por un camión de leña y por varios perros que corren. La mirada en zoom nos lleva hasta un jardín hermano del de Terciopelo azul, donde una mujer gorda y vestida de rosa toma el sol al lado de una casa de paredes blancas y ventanas azules.  Detrás de la casa pasa algo, mejor dicho, dentro. Un ruido nos alerta de ello. La negrura de la ventana enmarcada de azul encierra un misterio. Cercano, cotidiano. De un café rojo, tan rojo como las cortinas de Twin Peaks, sale un hombre viejo, va a buscar a Alvin. Llega a la casa, la cotidianidad rosa de la mujer gorda contrasta con el fulgor azul de la casa. La rodea, abre la puerta azul y le encuentra. En el suelo. Enfermo. Pero no derrotado. Sus pantalones azules y su camisa roja destacan en el suelo de la cocina. Poco antes de que Alvin emprenda su viaje de reconciliación Rose, su hija, contempla el jardín: una manguera abierta, una pelota azul, un niño que corre, la noche en todo su esplendor. Es un momento de paz. Alvin puede marchar. Y marcha. Y en su camino se encuentra con una versión amable de la casa en llamas de Corazón salvaje, con la casa ardiendo de Carretera perdida, una casa en llamas que es un simulacro. La realidad está en otra parte. Y sigue su camino. Y cuando está a punto de llegar, la máquina, el verde cortacésped que le ha servido para cumplir su anhelo, se para. Por poco tiempo. Una hermana mayor, un tractor verde, le da ánimos para seguir. Alvin llega a ver a su hermano Lyle. Y en ese momento echamos de menos a Jack Nance, el actor que desde Henry acompañó a Lynch y al que en cierto modo se evoca en el último plano, el que dirige la mirada azul de Alvin hacia el cielo negro y lleno de estrellas, el mismo cielo negro y lleno de estrellas con el que comienza…

 


…la noche de Mulholand Drive, no sin antes haber visto sombras bailando un rock and roll en un espacio azul de croma, de falsedad, de invención, bailarines sumidos en el vértigo del rock sobre los que vemos a una chica rubia preciosa flanqueada por dos ancianos. Sin transición el azul se convierte en el rojo de una colcha sobre una cama y la cámara desaparece entre sus pliegues para emerger en la noche en la carretera perdida de Mulholland Drive. Un coche silencioso, una mujer morena vestida de negro, las luces de la ciudad al fondo como estrellas en el cielo. Una amenaza de muerte, un accidente. La mujer escapa. Baja a la ciudad, baja a la pesadilla de palmeras enmarcando una calle, una casa, un refugio. Su alter ego, Betty, la rubia preciosa está a punto de llegar a Los Ángeles flanqueada por dos ancianos extraños. Sus vidas están a punto de cruzarse, de mezclarse en Hollywood, la ciudad de los sueños. Betty y Rita o Diana rubia y morena, en una historia de dobles y de repeticiones, de muertes y de llaves azules que abren cajas azules capaces de desdoblar el tiempo. Mientras los viejos que acompañaban a Betty parecen salir de debajo del radiador de Cabeza borradora, del teatrito donde cantaba la mujer elefante con sus cortinas rojas, ampliado hasta convertirse en el escenario del Club El Silencio, donde No hay Orquesta y la Llorona de los Ángeles llora sus lágrimas pintadas. Un teatrito en el que una figura de pelo azul contempla el escenario esperando…

 …lo que sea la próxima película de Lynch, la que todavía no existe, la que seguirá el camino que se va haciendo a través del hilo azul que une todo su cine. 

Nota. Este artículo sólo se ha podido escribir desde el presente partiendo de la ventaja de conocer las películas de David Lynch. Cuando hace veinticinco años, el 13 de mayo de 1981, vi por primera vez Cabeza borradora, no podía imaginarme los frutos que iba a producir aquel deslumbrante y al mismo tiempo terrible film. Este artículo está escrito Á rebours (al revés, a contrapelo, como se quiera traducir) y no es una coincidencia que en el inquietante libro de Huysman, que tanto tiene que ver con el universo de Lynch, con sus enfermedades, sus monstruosidades, pero también su belleza oculta en los lugares más inesperados, se hable de los distintos tonos de azul en una frase que seguro agradaría al propio Lynch: “el azul de las llamas tiene un tono de falso verde; si se  asocia al cobalto y al índigo, se vuelve negro; si se aclara, se transforma en gris; si es sincero y suave como la turquesa, se puede convertir en hielo…”

Barcelona, octubre 2006. (Publicado en Universo Lynch. Calamar Ediciones, 2006)

(Para los que no puedan verlas en el cine, en Filmin hay 9 títulos de Lynch disponibles) 

El regalo de esta semana es un cuadro lynchiano, por sus colores y su misterio.. 


 

 

 

 

 

 

 


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