sábado, 26 de junio de 2021

SENTIMIENTOS

 

Esta semana de verbena y de inicio del verano, con un clima meteorológico y político particularmente revuelto, el estreno más importante de la semana es una película triste llena de esperanza y futuro.

 


El teléfono del viento

Esta película japonesa de Nobuhiro Suwa es una preciosa joyita para degustar con calma y con al ánimo muy sereno. La idea del teléfono del viento parece salida de una novela de Murakami. Pero no, es una realidad. Existe y a mí en particular me gustaría mucho que hubiera un teléfono del viento cerca de cada casa. El teléfono del viento está en una cabina transparente en la cima de una pequeña colina en medio de un jardín de la ciudad de Ōtsuchi, al noreste de Japón. Ōtsuchi quedó devastada por el terremoto y sobre todo por el tsunami del 11 de marzo del 2011 que provocó la tragedia de Fukushima. Es un teléfono negro, de los antiguos. Está desconectado con una red de comunicación real, pero está conectado directamente con el hilo de los sentimientos. A ese teléfono acude la gente para “hablar” con sus seres queridos desaparecidos. No solo en el terremoto, en cualquier circunstancia. Es un teléfono “sanador” que permite a las personas expresar sus emociones de una forma privada y única, desahogarse y de alguna manera curarse las heridas de la pérdida. Es este teléfono el que permitió a Suwa volver a dirigir una película en Japón después de casi veinte años trabajando en Francia. Suwa utiliza como hilo conductor la figura de una adolescente de 17 años llamada Haru. Haru vive en Hiroshima con su tía desde que perdió a sus padres y su hermano en el tsunami del 2011. Arrastra la pérdida con un terrible sentimiento de culpa: ¿por qué sobreviví? Cuando su tía cae enferma en los primeros momentos de la película, Haru siente que el mundo se le viene encima, se esconde en medio de unas ruinas, que no son las de la tragedia atómica, pero sirven para evocarla, y da rienda suelta a su dolor en un grito desgarrador. A partir de ahí, Haru, casi sin darse cuenta, inicia un viaje al norte, a Ōtsuchi, su ciudad natal. En el camino, Haru se encuentra con gente que la ayuda. En especial dos hombres que comparten con ella el dolor de una pérdida y el sentimiento de culpa por seguir vivos. Uno en Hiroshima, el otro en Fukushima, las dos ciudades que encierran el paréntesis trágico de Japón, el de 1945 y el del 2011. Haru convive con ellos y viaja. Y escucha. A una anciana que aun tiene vivos los recuerdos de la bomba que sufrió con seis años; una pareja de hermanos, ella embarazada, que sufren otra clase de pérdida; una familia kurda que le abre las puertas de su casa y le deja ver otro tipo de tragedia. Y descubre otra realidad. Descubre que no está sola en esa tristeza en un camino que se va haciendo cada día más luminoso. Cuando al final llega a Ōtsuchi, una explosión de sentimientos en medio de las ruinas de lo que había sido su casa, la deja en condiciones para enfrentarse a la sanación del teléfono del viento. Toda la película es un lento y emocionante avanzar hacía esa sanación siguiendo un ritmo como el del viento que se lleva las palabras del teléfono. Un film que es una cura en si mismo, nos invita a buscar nuestro particular teléfono del viento.

 

EL RINCÓN DE LAS SERIES



Mare of Easttown (HBO)

A estas alturas del año, todo el mundo ha dicho algo sobre esta serie extraordinaria y me imagino que serán muchísimos los que la hayan visto. Pero eso no es un problema. También yo puedo decir algo, no creo que nuevo, pero si personal de esta serie encarnada en una actriz. Kate Winslet. Hay una frase en la serie, ya hacia el final, en el que la hija de Mare le dice “Este lugar es mejor solo porque tú vives aquí.” Podemos decir sin ninguna duda que la serie es mejor porque Kate Winslet está en ella. Todo empieza como tantas otras series americanas o inglesas. Una pequeña ciudad deprimida económicamente donde todos se conocen; un crimen que tarda en producirse y reabre heridas del pasado; una detective adusta, triste que arrastra una herida. Un paisaje en el que bajo la apariencia de felicidad se esconden dramas, tragedias, engaños, secretos. Nada que no hayamos visto en series importantes, como por ejemplo Happy Valley, una de las mejores series británicas con un personaje muy parecido al de Kate Winslet interpretado por Sarah Lancashire. Pero si me atrevo a decir que Mare of Easttown es mejor es porque la serie no se centra solo en desentrañar el crimen del presente y el crimen del pasado, sino en hacer un retrato colectivo de un grupo de personas y en concreto de una de ellas, la Mare del título que como Haru en el teléfono del viento, avanza de la tristeza y la culpa a la aceptación y la esperanza. Porque Mare es una mujer triste, pero no es una mujer amargada. Al contrario, no renuncia a las pequeñas cosas que la vida le va poniendo delante sin miedos ni sensación de fallar a alguien o a ella misma. Mare, poco a poco, acepta que no puede cargar ella sola con la culpa de lo que le sucedió a su hijo. Lo mejor es que este proceso se enmarca en una historia de madres, más que de familias. Mare es una madre que ha perdido un hijo y mantiene una difícil relación con su hija adolescente, la que al final le dice que Easttown es mejor porque ella vive allí y con su propia madre, una mujer que sin ser impositiva le recuerda continuamente que nunca ha dejado de ser hija de alguien. Pero hay más madres importantes. Lori, la mejor amiga de Mare, es un personaje que hace de su maternidad el escudo para salvar a su gente; Carrie, la madre del pequeño Drew intenta con todas sus fuerzas ser una buena madre; Dawn ha perdido a su hija y eso la hace sentir que ya no es una madre completa. Ambientada en una ciudad de Pennsylvania ejemplo perfecto de la América de clase media blanca deprimida, carne de votos trumpista, Mare se sostiene en una Kate Winslet que sin artificios, sin maquillaje, sin buscar el lado bueno de su físico, llena de sentimientos y de emoción, tanto como de inteligencia e incluso sentido del humor, un personaje que será recordado mucho tiempo como uno de los mejores de la ficción televisiva. Si se quedan con mono de Winslet después de verla, pueden buscar la excelente Mildred Pierce, o la espléndida Revolutionary Road, las dos en HBO. Disfrútenlas mucho. 


El regalo de esta semana es un teléfono que Ramon ha dibujado expresamente para esta entrada. Un teléfono que conecta con los sentimientos



1 comentario:

  1. Precioso teléfono! Esta imagen transporta a la juventud tan rápido como el viento...

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