viernes, 2 de marzo de 2012

TEATRO


(este cuadro de ramón evoca el escenario de la obra)
No suelo escribir de teatro. Bueno, en realidad, no suelo ir al teatro. Pero ayer estuve viendo la obra El tipo de la tumba de al lado de Katarina Mazetti, dirigida por Josep María Pou y protagonizada por Maribel Verdú y Antonio Molero. Fue una delicia. Por el texto en si, tan lúcido, tan divertido, tan critico. Pero sobre todo fue una delicia por ver en escena dos actores tremendos que se potencian uno al otro y se crecen ante tus ojos.
Cuenta la historia de una relación imposible, la de Pablo, el granjero y Laura la bibliotecaria. Prácticamente todo sucede en la cabeza de los dos personajes. Lo que oímos son monólogos interiores en los que cada uno habla con total libertad, dejando ver sus auténticos sentimientos. Los diálogos entre los dos son pocos y bastante banales, lo importante es el entrelazado de sus pensamientos ocultos con los que el público construye la historia. Los dos juegan un rol determinado del que pretenden no salirse. Hasta que el amor, esa cosa tan indefinible y que no atiende a gustos ni a ninguna otra cosa mas que a la atracción de una sonrisa, una mirada, los transforma y rompe poco a poco las barreras que la cultura y la vida les impone.
Maribel y Antonio están solos en el escenario durante hora y media. Un escenario despojado donde solo hay una colina de césped verde, un cielo azul y dos bancos de piedra. Allí sucede una acción que empieza en un cementerio ante dos tumbas y sin cambiar mas que de luz se convierte en una granja de vacas, un piso elegante, un restaurante o una biblioteca. Son ellos y su gestualidad los que hacen que veas las mesas, los libros, los tapetes de ganchillo y las margaritas del papel pintado.
Al acabar la obra me di cuenta de lo mucho que me he perdido al no ser una habitual del teatro. Una lástima.

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