lunes, 27 de febrero de 2012

SOÑAR


(una chica de ramón soñando)
“Estamos hechos de la misma materia que los sueños.” La frase es de La tempestad, de Shakespeare. La dice el personaje de Laurence Olivier en Mi semana con Marilyn cuando finalmente acepta que todo su arte es inutil frente a esa chica que llena la pantalla de vida. Algo muy parecido afirma el personaje de Georges Méliès en Hugo, al ver una de sus películas recuperada y admirada. Sueños, el cine como un sueño. Los sueños como imágenes que nos visitan con los ojos cerrados y la mente abierta. George, el hombre de los juguetes, Marilyn, la mujer que no jugaba. Los dos nos hablan de un sueño que sigue ahí, aunque ya no esté. Lo mas bonito de la película de Scorsese es ese vincular el tiempo, los relojes, las máquinas, con los sueños. Lo mas bonito de la película de Simon Curtis es darse cuenta que el tiempo pasa y deja huella. Una huella imborrable.
El pequeño Hugo arregla máquinas, pero también personas. A su alrededor todos encuentran el equilibrio para funcionar. Sobre todo el juguetero triste que se siente olvidado. La magia de las imágenes de Méliès en todo su esplendor brilla en la pantalla, pero yo me quedo con los grandes ojos azules de su protagonista, Asa Butterfield.
La rubia Marilyn no arregla cosas mas bien necesita que la arreglen. Marilyn ya no es ni siquiera un icono, es parte de un sueño colectivo. La evocación de Michelle Williams es perfecta: no quiere ser ella, sino lo que nos queda de ella cuando ya ha pasado, como el recuerdo de un perfume; o como esa sombra del sueño que nos persigue cuando despertamos sin acabar de concretarse.
Dos películas que hablan de soñar en un tiempo en que casi no podemos ni dormir.

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