Cuando me pongo a escribir de varias
películas aparentemente muy distintas me suele suceder que acabo encontrando un
hilo rojo que las une entre si de una manera clara.
Es lo que me ha sucedido con tres
estrenos de esta semana: El muerto y ser
feliz, Amor, y Tabú. Tres films indispensables, (por
cierto, como siga esta tónica, 2013 va a ser insuperable). Los tres títulos
tienen el común denominador de la
vejez. La vejez y el amor, o la necesidad del amor o la
ausencia de amor, o la pasión del amor.
De las tres películas he hablado en
este blog, así que recupero los textos que escribí en San Sebastián y Berlín.
Mi opinión no ha cambiado mucho.
Para ilustrar cada segmento, en
lugar de un cuadro entero de Ramon, me ha parecido mejor buscar en su pintura
los colores y las texturas que me sugiere cada película.
(naranja y gris para El muerto y ser feliz)
El muerto y ser feliz, de Javier Rebollo
En cuanto
al uso de la voz en off en El muerto y
ser feliz, el experimento audiovisual que Rebollo ha montado en Argentina
con la complicidad de José Sacristán, solo puedo decir que es absolutamente
inesperado. Estamos ante una voz que es un personaje sin rostro. Alguien que
mira, describe, anticipa, que mezcla tiempos, que altera situaciones, que
adelanta diálogos y nos coloca en el asiento de atrás de ese enorme coche que
conduce Santos hacia la muerte anunciada. La voz es lo primero que “vemos”,
antes de conocer a Santos, la tenemos ahí, sentada a nuestro lado
describiéndonos esa plaza donde un hombre viejo se dispone a emprender un
último viaje. El muerto y ser feliz
no es una película fácil, pero si es divertida. El público se siente
descolocado ante esa voz y esa manera de contar. Es lógico. Sin embargo, desde
aquí y en la medida que puedo, me gustaría
impulsar a ver esta película tan distinta (!!!que bien ver cosas
distintas¡¡¡), que habla de la vejez y la muerte desde una perspectiva
completamente libre y que tiene en Santos/Sacristán un atractivo único.
Escucharle cantar con esa voz inconfundible es una de la razones que justifican
recomendar este film.
(azules para Amor)
Amor, de Michael Haneke.
Sintiéndolo mucho, voy a discrepar
en el coro de alabanzas que despierta en todas partes esta película. No porque
crea que no es una gran película. No porque crea que no merece la Palma de Oro
que ganó en Cannes. No. Haneke sabe muy bien lo que hace. Y eso es lo que no me
gusta, a mí, personalmente.
Amor es la historia de un matrimonio viejo, muy viejo, los
dos son músicos y, naturalmente, se llaman George y Anne, como todos los
personajes del cine de Haneke. Su vejez
es plácida y tranquila, hasta que Anne
sufre un ataque y empieza una rápida decadencia. George se dedica a cuidarla y
a estar con ella hasta su muerte en una prueba de amor total. Contada asi, la
historia es triste, pero tiene un punto de ternura y de romanticismo que la hace absolutamente
apetecible. El amor dura toda la vida, cambia, evoluciona y la mejor prueba de
tu amor por otra persona es estar a su lado y ayudarla en los momentos más
difíciles. Y el más difícil de todos, es el de la muerte.
Haneke se enfrenta a esta historia como lo ha
hecho siempre, desde la frialdad, la distancia, la sequedad de sentimientos. Su
mirada sobre el drama de Anne y George no solo es como un cubito de hielo, es
que es de una morbosidad innecesaria.
Haneke “mira” a Anne en su decadencia y deterioro y nos lo enseña sin ninguna
piedad. “Mira “ a George y su desapego y
nos lo muestra sin ninguna simpatía.
Lo siento mucho, quizás ya soy muy
mayor, pero cada vez estoy mas convencida que este no es el camino. Me gusta
mucho que el cine emocione y conmueva, me gusta mucho que el cine haga pensar y
te permita recordar tus propias experiencias en situaciones parecidas. Pero no
me gusta nada que la gente salga del cine diciendo “tengo un nudo en el
estómago”, “he sufrido mucho”, “que dolor”…
(verde para Tabú)
Tabú de Miguel Gomes
Tabú es una película en blanco y negro divida en dos
partes. Paraíso perdido y Paraíso. La primera pasa en Lisboa ahora
mismo, la segunda pasa en el África colonial Portuguesa. La primera es una
historia de solidaridad y locura, la historia
de una mujer vieja que al morir deja como legado un misterio; la segunda es una
historia de amor prohibido. Amor entre Aurora y Gian Luca, contada sin diálogos
con una voz en off que la va narrando. Cine antiguo que acaba siendo lo mas
moderno. O al revés, cine moderno que bebe de lo antiguo. En todo caso una
preciosa película no apta para los speedicos.
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