domingo, 19 de mayo de 2013

UN GATSBY PARA NUESTRO TIEMPO



(yo leí El Gran Gatsby en esta edición en catalán en el lejanísimo año 1968)
Hace días que no escribo en el blog. Los estrenos de estas dos últimas semanas no han sido precisamente estimulantes. Y las noticias de cine que se podían comentar no me apetecían. Me dolió la muerte de Alfredo Landa, más que nada porque es un trocito de historia del cine que desaparece definitivamente. Le conocí en el rodaje de Sinatra, de Betriu y me pareció una persona muy agradable y atenta, al menos con la prensa. Pero nada más.
Tampoco la operación de pechos de Angiolina Jolie era algo que quisiera comentar. Me parece una barbaridad y un disparate someterse a esa mutilación solo por un “quizás”. Pero no la juzgo, es muy libre de hacer con su cuerpo lo que quiera, aunque debería saber que el efecto imitación puede ser terrible.
Hace unos días empezó el festival de Cannes. Pero este año, no se si porque yo soy ya una persona diferente o porque la situación general es tan dura, no me apetece tanto seguir sus fastos. Vi la inauguración bajo el diluvio y pensé en la tontería de la gente que estaba ahí, esperando todo el día, para ver pasar a las estrellas. 
Lo que me ha impulsado a escribir de nuevo es el estreno de El Gran Gatsby que abrió con tanta lluvia el Festival de Cannes. Un Gatsby de Baz Luhrmann, un Gatsby del siglo XXI. Fitzgerald escribió su preciosa novela de una manera absolutamente contemporánea. Sucede a principios de los años 20 y se publicó en 1925. Era una novela de actualidad, un retrato de la sociedad que vivía y bebía la vida a borbotones y que Fitzgerald conocía muy bien. De esa novela se han hecho varias adaptaciones al cine. El día que vi el Gatsby de DiCaprio por la mañana, por la tarde vi el Gatsby de Redford, es decir la versión de 1974 que dirigió Jack Clayton. No creo que ninguna de las dos respete eso tan traído y llevado estos días en todas las críticas del “espíritu de Scott Fitzgerald”,  (¿alguien sabe exactamente qué es el "espíritu de Fitzgerald?") pero una y otra si tienen el espíritu de la época en se rodaron.
El Gatsby de Robert Redford  y la Daisy de Mia Farrow, son absolutamente retro, responden a esa moda de los primeros setenta que se miraba en el pasado para eludir el presente. 1974 fue un año de una crisis económica terrible y el cine buscaba en los felices y locos años veinte una escapatoria para no fijarse en lo que pasaba. Pero con ello decía más de su propio tiempo que si hiciera un documental. Crisis igual a mirada al pasado y que mejor pasado que el de Gatsby encarnado en la estrella rubia del momento, Robert Redford. Lástima que Daisy fuera a parar a manos de una actriz insoportable, impostada y absolutamente detestable (igual que su personaje, por otro lado) como Mia Farrow.
El Gatsby de Leonardo DiCaprio y la Daisy de  Carey Mulligan, son absolutamente contemporáneos de esta época de caos, de hundimiento de las ideas, de mezcla de géneros, de exuberancia vacía condenada a la austeridad, de crisis en definitiva Y ahí entra Luhrmann con su capacidad para crear espectáculo, con su riqueza visual y su fusión musical. Sin dejar por eso de mirar a unos personajes que siguen siendo los de Scott Fitzgerald pero son también de ahora mismo. En ambas películas, el narrador, Nick, es el encargado de contarnos en primera persona la historia de ese hombre hecho a si mismo, sin escrúpulos, lleno de misterio, consumido por el amor y condenado a morir por la estupidez, la codicia, la falta de ética y de responsabilidad, cosas, todas ellas, que caracterizan nuestro mundo contemporáneo.
El Gatsby de Fitzgerald miraba el presente, el Gatsby de Clayton miraba el pasado, el Gatsby de Luhrmann mira el futuro. 

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