Estamos a la mitad del Festival Internacional de
Cinema d’Autor de Barcelona, mas conocido con el simple D’A. Siempre he pensado
que los festivales en una ciudad grande no acaban de funcionar. La oferta (??? los
interrogantes son por la flagrante falta de oferta cultural de Barcelona) suele ser
muy amplia, la gente no vive el festival como algo propio y cuesta sacar al
público de su rutina diaria y de su casa. Pero eso no quiere decir que no se
tengan que hacer festivales en ciudades grandes. Si bien es cierto que los que
funcionan mejor son los especializados
que apelan a un determinado colectivo, los generalistas tienen su espacio.
Sobre todo si se centran en un tipo de cine difícil, marginal, de autor. Aunque
en este vago concepto caben muchas definiciones.
Hablando concretamente del D’A de este año, tengo
que reconocer que con los pocos medios que han tenido (los presupuesto son de
risa), han conseguido reunir una programación estimulante y apetecible que
cubre varios registros. Quiero decir, que no solo se programan películas
minoritarias y exquisitas, sino que se apuesta por una variedad de conceptos.
Desde la retrospectiva rumana con la presencia siempre interesante de Cristian
Mungiu, al estreno del segundo largometraje de Jonás Trueba. Los ilusos, hay mucho trecho que
recorrer.
De lo visto hasta hoy, 29 de abril, destacaría el
film belga A perdre la raison, de
Joaquin Lafosse, Frances Ha, de Noah
Baumbach, La lapidation de Saint Etienne,
de Pere Vila. Pero también Leones, de
Jazmín López o Kauwboy, de Boudewin
Koole. De lo que queda por ver, diría que no hay que perderse The Juan Bushwick Diaries, de David
Gutiérrez Camps, Sleepless Knights,
de Cristina Diz, Arraianos, de Eloy
Enciso, Los ilusos, de Jonas Trueba y
La Plaga, de Neus Ballús. Esto
siempre desde mi punto de vista, porque hay muchas otras películas en este
festival de las que poco o nada sé y que, seguramente, serán estupendas.
Y cuando afirmo esto es porque una de las pocas
razones que justifican la existencia de un festival de estas características es
la confianza. En un mundo donde cada día hay mas oferta cinematográfica
paralela, donde se pueden encontrar mil tentaciones, la idea de dejarse llevar
por el gusto y la intuición de alguien, facilita mucho las cosas. Cada uno,
después, puede decidir si esa selección le ha parecido buena o no, si ha
conectado con sus intereses o no y a partir de ese momento, ser un fiel
seguidor del festival o dejarlo de lado. Lo que diferencia un festival de la
Filmoteca, por ejemplo, es precisamente eso. La Filmoteca debe ser objetiva; un
Festival debe ser subjetivo.
Disfruten de lo que queda del D’A si estan en
Barcelona o cerca. Vale la pena.
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