(para Bigas, estoy segura que le habría gustado mucho este dibujo)
Hace un par de días murió Bigas Luna. Fue un palo. Si he
tardado en escribir sobre su muerte ha sido porque me ha costado mucho
aceptarla, entenderla. ¿Cómo alguien tan vital puede haber muerto? Bigas era la
esencia de la vida. No
se si el día que murió estaba en uno de sus “días Luna” o en uno de sus “días
Bigas”. Espero que fuera en un día Luna cuando era todo felicidad,
tranquilidad, encanto y amabilidad. La muerte se merecía un día Bigas, mordaz,
irónico, pero él se merecía un día Bigas.
Si me paro a pensar, Bigas estuvo siempre ahí, desde la prehistoria de los tiempos, cuando rodó Tatuaje.
Le conocía, nos cruzábamos, hablábamos…
Pero mi relación más directa con él empezó en el rodaje de Las edades de Lulú cuando Fotogramas me
encargó un reportaje largo sobre la película. Nos entendimos enseguida. Cuando empezó
a preparar Jamón Jamón, me llamó para
contármelo y mas tarde me invitó al rodaje. Fue muy divertido. Allí conocí a
una jovencísima y un poco asustada Penélope y a Jordi Mollà. y sobre todo a Juan Diego. Estuve varias veces en
ese rodaje tan comestible. Luego vino La
teta y la luna,el Molino, Poveda,…
Bigas estaba siempre dispuesto a hablar, siempre dispuesto a
colaborar.
Que yo dejara de hacer entrevistas para la tele o para los
diarios no significó que no siguiéramos en contacto. De hecho, nos escribimos
hace muy poco, en diciembre del año pasado, cuando le mandé una serie de
dibujos eróticos de Ramón que sabía le iban a gustar mucho. Su respuesta fue
entusiasta. Nada me hizo pensar que pudiera estar enfermo. Por eso su
muerte ha sido tan dura, tan repentina,
tan inesperada. Pero en realidad no debería sorprenderme. Llevarlo en silencio,
entre los suyos, sin dejar de trabajar ni un solo día, de cultivar su tierra,
de pasear, es lo que le hacía diferente. Bigas y Luna.
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