domingo, 16 de junio de 2013

AUSTERICIDIOS

Me encanta esta palabra. La dijo Miquel Roca en la conversación que mantuvo con Felipe González en 8TV. Austericidios. Es lo que están haciendo con nosotros. Un suicidio colectivo por inanición: cultural, moral, política, económica. La austeridad  luterana llevada a las últimas consecuencias es la destrucción de la creación. O no, porque, cuando la gente se ve abocada a la nada, busca recursos dentro de su propia persona o de su entorno mas cercano. Gracias a eso, se están creando nuevas maneras de relacionarse. Dejemos de lado a los políticos, los banqueros, los comisarios culturales,  !!!hagamos cosas¡¡¡



(me pregunto que haría la chef Mar Vidal con estas granadas de Ramón)

En fin. Yo lo que puedo hacer, de momento es hablar de cine. De ese cine que se estrena cada semana a pesar de los pesares. De ese cine que no despierta pasiones ni entusiasmos entre los que de vez en cuando se cuela alguna sorpresa. Como la de Menú degustación, de Roger Gual. Un film que parece concebido en épocas de bonanzas y de burbujas culinarias (cualquier día esa burbuja estalla y nos llena la cocina de porquerías), pero que consigue entroncar con la austeridad reinante gracias a un optimismo y una ligereza dignas de un gran soufflé. Esta es una película que se ve con placer y se recuerda con agrado. Ya es mucho.

La otra película de esta semana es menos graciosa, menos nuestra, menos austera o en crisis. Aunque se hable de crisis, varias y diversas. Se trata de Un invierno en la playa, horrible título para un film que en su versión original se llama Stuck in Love/Atrapados por el amor. Atrapados en el amor están todos los miembros de esta familia de escritores de distinto pelaje y éxito. Comedia ligeramente conservadora, de factura Indie 100% , el film depara una agradable sorpresa: el cameo telefónico de Stephen King. Yo al menos debo agradecerle a esta película el haber vuelto a leer IT, uno de los libros fundamentales de King con el que estoy volviendo a disfrutar tanto como a pasar miedo.


Acabo de darme cuenta que leer a Stephen King es una buena cosa para combatir el austericidio.

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