domingo, 23 de junio de 2013

LA LAPIDACIÓN DEL CINE


Esta semana se estrenan tres películas francesas, bueno dos y media, porque una es de un director catalán, Pere Vilà, aunque este rodada en francés y en Francia.
Es esta precisamente la que da titulo a esta entrada. Se llama La lapidation de Saint Étienne y la protagoniza Lou Castel. Frente a este film tengo una enorme contradicción.
Vilà sabe crear una atmósfera claustrofóbica y enfermiza a la altura de Repulsión de Polanski.  Ese hombre solitario, viejo, enfermo, perdido en el laberinto de un piso lleno de objetos extraños, con radiografías en las ventanas y un mural que reproduce un electrocardiograma, rodeado de fantasmas visibles e invisibles, produce una fascinación morbosa. Se puede decir sin ningún reparo que esta película, de una dureza extrema, es cine en estado puro. Sus imágenes, su ritmo, el montaje medido. No tengo ninguna duda. La duda, o la contradicción, surge cuando me pregunto porque esta capacidad de hacer cine y de crear imágenes potentes no se aplica a una historia que no sea tan horrible y desagradable.
El cine tiene que reflejar el mundo en el que vive, de acuerdo. Pero ¿es necesario que una buena película cinematográficamente hablando, sea también una casi insoportable película, argumental y visualmente? No creo que el  buen cine tenga que ir asociado a historias terribles.  Por eso me pregunto también quien pagará 9 euros por ver este film del que sales con el corazón encogido y deseando esconderte en un rincón. 
La segunda película es Después de mayo, de Olivier Assayas. Esta también me produce una contradicción, pero diferente. En realidad lo que me produce es vergüenza  ajena, o mas bien propia, ya que me reconozco en las estupideces políticas que dicen alegremente estos chicos post sesentayocho (con una diferencia: ellos no arriesgaban nada mas que un palo en una manifestación, nosotros podíamos ir a la cárcel por mucho tiempo), que  aun creían que se podría hacer la revolución y que cayeron rápidamente en el desengaño de las ideologías establecidas para ir a parar a los dos extremos: los hippies dorados que se iban a Katmandú, o los situacionistas de corte prochino que se empeñaban en hacer un cine militante completamente inútil. Entre ambos extremos se mueve Giles, alter ego de Assayas, que acaba por encontrar un camino simplemente en vivir y trabajar en algo que le guste. La gracia del film, es que está contado con una ligereza y una capacidad de autocrítica que la hace muy agradable.
En cuanto a la tercera película, Mi encuentro con Marilou, solo decir que es una enorme decepción. Jean Becker suele tener una sensibilidad especial para contar historias simples, pero aquí cae en un tópico detrás de otro al acercarse a un pintor acabado y una jovencita con problemas. Olvídense de ella.
2
Ya tenía escrita esta entrada cuando asistí a una reunión en la sede del Parlament Europeo en Catalunya para hablar del tema de la excepción cultural. Todos estábamos de acuerdo que el audiovisual (no debemos limitarnos al cine) debe ser considerado una excepción en las negociaciones con Estados Unidos. Donde surgió la discusión fue en otro sitio. Como siempre se puso el ejemplo de Francia para demostrar como los franceses apoyan al cine y los españoles no. Los franceses no solo apoyan al cine, apoyan la cultura en general, cuidan sus pueblos, su paisaje, están orgullosos de su historia y su geografía, de su literatura y su cine. Los niños aprenden a apreciar la cultura en todos sus aspectos de una forma natural. Forma parte de una cultura de la cultura que en España nunca hemos tenido. Aquí no solo se desprecia y maltrata el cine, se desprecia y maltrata todo, sin ninguna excepción.
Pero la discusión fue un poco mas allá y entramos en un terreno peligroso porque en gran parte es subjetivo: la calidad del cine español. Hay en nuestro país un nivel muy bueno de cine, hay directores espléndidos que cuentan historias estupendas con presupuestos muy variables. Unas películas son claramente comerciales, otras se enmarcan en el cine de autor. Unas buscan un público y otras, otro. Pero también hay en nuestro país mucho cine que se hace sin criterio, sin sentido, al amparo de una legislación proteccionista, necesaria sin ninguna duda, pero que debería ser mas exigente en los resultados de los productos que apoya.
Este es un tema largo y complicado que no se puede analizar ni en una reunión ni en una entrada de blog. Lo dejo enunciado para seguir en otro momento.


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