domingo, 12 de octubre de 2014

SUEÑO(S) DE INVIERNO




(no es Anatolia, pero es una preciosa evocación del invierno)
Dura más de tres horas. Hay muy pocos personajes. Casi todo sucede en dos espacios fundamentales. Un interior cálido y un exterior frio. El paisaje es tan poderoso que casi asusta. Su belleza es sublime.  Anatolia y sus campos, sus cuevas y chimeneas, sus caminos blancos y silenciosos. Y en medio, un pequeño hotel donde Aydin, el actor, el intelectual ensimismado, escribe y habla. Sobre todo habla. Con su joven esposa, con su hermana, con su amigo. La última película de Nuri Bilge Ceylan, al contrario de lo habitual de su cine, tiene en la palabra su principal apoyo. Se ha comparado esta extraordinaria cinta con Secretos de un matrimonio . Yo diría que la historia de Aydin se sitúa en un punto intermedio entre Secretos de un matrimonio y Saraband. La pareja ha superado ya el tedio, pero aun no han llegado a la comprensión. Con esta comparación se puede llegar a pensar que Sueño de invierno es es un film sobre el matrimonio. Lo es, sin duda, pero hay muchos mas substratos en esta historia  blanca y dorada. Como un hecho fortuito e inesperado puede hacer tambalear una vida estable y bien planificada; lo que significan las obras de caridad, mas para quién las hace que para quién las recibe; la importancia ética de la dignidad; la amistad como base de la convivencia; la fidelidad, sobre todo a uno mismo... Hay muchos temas que se van sumando en la densidad del frío que rodea ese lugar paradisiaco. No es una película fácil, y sin embargo es muy sencilla en su planteamiento. No hacen falta claves extrañas para entenderla, solo dejarse llevar por la cadencia de las palabras que poco a poco se van convirtiendo en música y nos van conduciendo por senderos tan hermosos como los del paisaje por donde camina este pensador chejoviano.
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No he visto mas películas de las que se estrenan hoy. He estado en Sitges, aunque no siguiendo el festival de una forma ortodoxa, es decir, no como periodista sino como profesora de un taller de crítica con algunos de mis alumnos de la ESCAC. Además de ver películas y de leer críticas, tuve ocasión de asistir en Sitges a la presentación de seis proyectos de largometrajes de la escuela. No voy a hablar de estos proyectos de films que espero lleguen a ser futuros films. Lo que quiero es dejar claro que los sueños de invierno, o en este caso de otoño, siguen generando historias que apetece ver aunque las dificultades para conseguirlo sean cada vez mas y mas grandes.
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Y esto me lleva a un tercer punto que mas que sueño es pesadilla. Tengo la sensación de que hay una auténtica voluntad por parte del Ministerio de Hacienda a través del ICAA de acabar con el cine español. No entiendo porqué. Es una industria que da trabajo a mucha gente en toda la cadena de producción; las películas generan mucho dinero, tanto mientras se hacen como después, en taquilla si funcionan y este año han funcionado varias; el cine es un instrumento de prestigio y de cultura que se puede presentar en cualquier parte. Entonces, ¿por qué esa inquina? Claro que no es solo con el cine, parece que la palabra que define al Ministerio de Cultura les de mas miedo o asco que otra cosa.
Cuando estamos viendo estos días como se despilfarra el dinero de todos en gastos inmorales, cuesta creer que sea tan difícil dotar de un mínimo indispensable a una industria que es rentable y además da prestigio internacional. Si las subvenciones no son la solución, al menos deberían articular fórmulas de desgravación fiscal efectivas para incentivar la inversión privada en el cine. Lo que no se puede es reducir hasta el ridículo las subvenciones, dejar de pagar el dinero que legalmente deben como amortización y además dificultar la inversión privada. Si se cierran las tres vías de financiación del cine, el cine acabará por reducirse a unos mínimos testimoniales. Y no podemos permitirnos quedarnos sin sueños.

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