(retrato
de una modelo de Ramon que podría ser Sandra)
Los
hermanos Dardenne no figuran entre mis favoritos. Nunca he sido fan de su cine
social y realista. No me gusta el estilo de seguir a los personajes pegados a
su nuca sin dejarlos respirar y con una cámara asfixiante para ellos y para el
espectador. Tampoco me entusiasma su desesperada visión de la sociedad. Eso no
quiere decir que no haya películas que me gusten mas que otras. El hijo, por ejemplo, me gusta mucho y
me parece un film importante en todos los sentidos. Por eso tengo que reconocer
que me acerqué a Dos días y una noche
con cierta prevención. Y ¡oh sorpresa! Me gustó mucho. Mejor dicho sentí que
era un film distinto.
De
entrada, no lo parece. Su protagonista es una mujer joven de clase media baja, una
madre deprimida que está a punto de perder su trabajo en una pequeña industria.
Vale, más de lo mismo. Pues no. Porque lo que Sandra hace en esos dos días y
una noche que invierte en intentar conseguir cambiar su destino, le va
devolviendo las ganas de vivir, de luchar, de tirar adelante. Eso es nuevo.
Quizás porque los Dardenne empezaron a hacer cine social hace casi veinte años,
cuando Europa vivía el inicio de una espejismo de bienestar en el que ellos se
encargaban de denunciar los agujeros negros en ese paisaje feliz, ahora que prácticamente
toda Europa y sus clases sociales viven en medio de una crisis eterna que ha
terminado con cualquier vestigio de bienestar, los Dardenne han sentido la
necesidad no de ahondar en la herida, sino de mostrar un rayo de esperanza. Y
ese rayo pasa por no juzgar a los compañeros de Sandra que no se solidarizan
con ella, sino comprenderlos. Pasa por mostrar que la amistad es un motor muy
fuerte para salir adelante. Pasa por comprobar que no hay mejor ayuda para
superar las peores situaciones que tener alguien al lado que te apoya, te
impulsa, te anima. Incluso visualmente la película se va abriendo poco a poco y
va mostrándonos la evolución de Sandra. Nos la presenta en un rincón, acurrucada
y sin fuerzas y a medida que avanza le va dando aire, la va iluminando, la va liberando
de su peso. Al final de esos dos días y una noche, Sandra puede caminar por la
calle con un paso decidido y enfrentarse a lo que sea.
Bienvenida
sea esta nueva línea de los Dardenne. Bienvenida porque saben hacer cine, saben
mover la cámara que ya no está en el cogote siguiendo histéricamente a sus
personajes, sino enfrente, mostrándoles el espacio a recorrer. Esta es una
película de ahora mismo que quedará para el futuro.
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