Cuando Loreak
se estrenó en el festival de San Sebastián escribí unas líneas sobre estas
flores tan especiales que ahora amplio un poco. Loreak es una historia de amor, también de amistad y mucho de
ignorancias. El amor callado de un hombre por una mujer a la que le regala
flores; la amistad entre dos mujeres unidas por una ausencia; la ignorancia
sobre lo que de verdad piensan y sienten gentes que están viviendo a nuestro
lado. Rodada en un San Sebastián escondido, lejos del mar, este film delicado y al mismo tiempo oscuro es un excelente
retrato de sentimientos contado con muy poco.
Loreak, quiere decir Flores en euskera y un
gran ramo de flores es lo que me gustaría regalarle a Jordi Savall por su
renuncia al Premio Nacional de Música 2014. Los tres últimos párrafos de su
carta al Ministro Wert son ejemplares:
“La
ignorancia y la amnesia son el fin de toda civilización, ya que sin educación
no hay arte y sin memoria no hay justicia. No podemos permitir que la
ignorancia y la falta de conciencia del valor de la cultura de los responsables
de las más altas instancias del gobierno de España, erosionen impunemente el
arduo trabajo de tantos músicos, actores, bailarines, cineastas, escritores y
artistas plásticos que detentan el verdadero estandarte de la Cultura y que no
merecen sin duda alguna el trato que padecen, pues son los verdaderos protagonistas
de la identidad cultural de este país.
Por
todo ello, y con profunda tristeza, le reitero mi renuncia al Premio Nacional
de Música 2014, esperando que este sacrificio sea comprendido como un acto
revulsivo en defensa de la dignidad de los artistas y pueda, quizás, servir de
reflexión para imaginar y construir un futuro más esperanzador para nuestros
jóvenes.
Creo,
como decía Dostoievski, que la
Belleza salvará al mundo, pero para ello es necesario poder vivir
con dignidad y tener acceso a la Educación y a la Cultura.”
Esta
renuncia es un acto de valentía y de dignidad. Es cierto que no todo el mundo
podría asumirlo. Pienso por ejemplo en los compañeros de Sandra en Dos días y una noche, donde para algunos
renunciar al dinero extra es realmente imposible, aunque quisieran. Creo que
muchos otros creadores han aceptado el premio compartiendo la indignación de
Savall, pero forzados por las circunstancias. Por eso agradezco doblemente su
gesto. No es fácil renunciar a ese dinero y menos en estos tiempos donde los
trabajos relacionados con la Cultura se han convertido en el último eslabón de
la cadena laboral. Cultura
(música, cine, artes plásticas, danza, teatro, literatura) es algo que para
nuestros actuales dirigentes no existe. Mejor dicho no merece existir, que es
peor.
Pero
creo que este problema viene de mucho más atrás. Viene de una falta de
sensibilidad heredada que no entiende lo que significa la palabra Cultura. Una
sensibilidad que solo la ha aceptado como servilismo al poder, o como elemento
para la manipulación, o en el mejor de los casos, como una excentricidad. La Cultura
en España nunca se ha protegido. Ni desde el poder, ni desde la sociedad.
Al
contrario de otras burguesías europeas, francesa, alemana o italiana, nuestra
burguesía nunca se ha preocupado de la Cultura. Nunca la ha entendido y mucho
menos apoyado. O era un espacio de ostentación (Liceo o Teatro de la Zarzuela) o
era un elemento de pura demostración de poder. Nunca ha habido un apoyo real y sobre
todo, nunca ha habido un reconocimiento colectivo del trabajo que se hace a pesar de
todos los impedimentos.
Por
eso la renuncia de Jordi Savall me parece importante. Porque pone el dedo en la
llaga. No es solo el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del gobierno
Rajoy el que menosprecia a la Cultura. Lo era el de Zapatero, lo era el de
Aznar, lo era el de Felipe González. Y lo han sido y mucho todos los gobiernos
convergentes y tripartitos de Catalunya donde la cultura se entendía como
sumisión a un concepto ideológico y nacionalista. Y si no estabas en ese
camino, no existías.
Así
que Loreak/Flores para Savall. Y gracias, muchas gracias.
2
Un
recordatorio. Ayer se estrenó La sal de
la tierra. Si están en Barcelona o cerca de Barcelona, en la Caixa Forum
han inaugurado una gran exposición de fotos de Sebastiao Salgado que
complementan perfectamente el documental. Vale la pena verla.
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