domingo, 25 de enero de 2015

CLAUDIA



(Esta foto no es mía. Es de mi hermana Mireia, de un viaje a Islandia. Espero que no le importe que la ponga)

Recuerdo perfectamente una fría tarde nevada en el Festival de Rotterdam del 2006. Tenía un rato de esos que se quedan vacíos en una jornada repleta. El tiempo no invitaba a pasear, así que me fui a la Videoteca del Festival a ver si podía recuperar alguna película. Vi un título que me llamó la atención MADEINUSA, todo junto. Pensé, vamos a verla. Me senté delante de uno de los grandes televisores que el festival ponía a disposición  de los críticos, y me quedé enganchada. Fue una enorme sorpresa encontrarse con aquel film tan extraño, tan inusual, tan mágico y a la vez tan tremendamente terrenal. Un sincretismo perfecto entre religiones que se alimentan y ritos que se mantienen a través de los siglos. Cuando acabé, me fijé en el nombre de su directora: Claudia Llosa. No tenía ni idea quién era, no sabía que era una peruana que vivía en Barcelona. No me imaginaba, entonces, la relación  que íbamos a tener en un futuro muy próximo cuando su segunda película La teta asustada se seleccionara para el Festival de Berlín. La historia de su pase por Berlín con Oso de Oro incluido, es de sobras conocida, así que no voy a insistir en ella. 
Seguí viendo a Claudia en muchas ocasiones, proyecciones de sus películas, conferencias, charlas. En el Festival de Berlín del año 2012 me contó que acababa de terminar de escribir un guión que le gustaba mucho. Era muy distinto a lo que había hecho hasta entonces. Y sobre todo era un reto, porque estaba escrito en inglés, rodado en Canadá y con actores de Hollywood y Gran Bretaña. Estaba entusiasmada. Supe que en el 2013 rodaba la película que pasó por varios nombres hasta acabar llamándose Aloft/ No llores, vuela. Es la que se ha estrenado esta semana.  Apoyada en su fiel productor José María Morales y con la colaboración en este caso de Arcadia Films, Claudia pudo hacer una película grande. Grande en muchos sentidos: de producción, con rodajes en el Círculo Polar Ártico, y de ambición.
Y ahora toca hablar de No llores, vuela.  A mí me gusta mucho. No es un film fácil, tampoco se si es un film redondo. Pero si es una de aquellas películas que no se te olvidan. Cuenta una historia de madre e  hijo. Y de pájaros y naturaleza. Y de paisajes y cielos. Y de magia y creencias. Y de buscar lo que hay al otro lado de las cosas. Es una aventura llena de belleza, la de la tierra nevada, la de los ojos de Nana (Jennifer Connolly), la del vuelo de los halcones. Narrada en dos tiempos no lineales, la historia de Iván y su madre Nana, es la de una difícil reconciliación. No llores, vuela, como los halcones que adiestra Iván; no llores, vuela, como hace Nana encerrada en su particular círculo dentro del Círculo Polar Ártico. No llores, vuela. Mira más allá, busca. La infancia de Iván, título de una de las primeras películas de Tarkowski, es dura, complicada. La vida adulta, no lo es menos. Iván (Cillian Murphy) no encontrará la paz del vuelo de sus halcones hasta que no acepte a Nana como es.  Espero que le guste a mucha gente. Me alegra ver que Claudia ha dado un salto adelante, ha dejado de llorar y se ha puesto a volar.

Primer apunte de la semana.
Solo unas líneas para recomendar un estreno que no había visto la semana pasada, Whiplash, primera película de un guionista de 29 años, nominada a la Mejor Película en los Oscar 2015. Se ha comparado este film con La chaqueta metálica. Creo que es un error. No tiene nada que ver. Lo que Fletcher hace con Andrew es otra cosa. Andrew puede ser un gran músico, Fletcher, su maestro, lo sabe. Pero sabe que no se llega a la perfección si no es con sacrificio. Y eso es lo que exige hasta hacerle sangrar a ese chico notable que se puede perder  fácilmente entre los halagos. Es estupenda, incluso para aquellos, que como yo, no sean entusiastas del jazz. Si además te gusta el jazz, el film es espectacular.

Segundo apunte de la semana.

El follón que se ha armado con el pase de Ciutat Morta en TV3, censurada en cinco minutos, me ha dejado perpleja y me ha llevado a una reflexión. Este documental lleva un año y medio proyectándose en todas partes. Yo misma escribí sobre él en una entrada del 8 de junio del 2014. Está en Filmin para quién la quiera ver. Se está exhibiendo en los Cines Girona de Barcelona. Ha pasado por montones de festivales. ¿Es que nuestros políticos no la habían visto? No me lo puedo creer. Pero mientras se moviera en esos círculos “minoritarios”, no les importaba. El problema se ha producido cuando la pasan por una tele pública (no ha sido fácil conseguirlo) y de pronto la ven 500.000 personas. Personas que no son indeseables, ni sospechosas. La gente de Convergencia y de Esquerra que es la clientela habitual de TV3. Y saltan las alarmas.  Ya no se puede esconder la cabeza y hay que hacer frente a la denuncia espeluznante que hace el documental.  Todo esto me ha llevado a pensar que en la edad de Internet, de los fenómenos virales, de la comunicación globalizada, el medio más tradicional y convencional, es decir una televisión, sigue siendo el arma más importante de propaganda.  Esto explica  muchas cosas. Como el irresistible ascenso de Podemos, por ejemplo.

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