Esta última semana de agosto en la que casi no hay películas
para ver y la gente todavía no ha vuelto, me he dedicado a viajar por la
ciudad. Es algo que me gusta mucho. Lo aprendí de mi madre que siempre decía:
“La mejor forma de conocer una ciudad es coger un autobús y llegar al final del
trayecto, luego empezar a volver a pie”. Así descubrió Barcelona cuando vinimos
a vivir a España. Claro que entonces la ciudad era un poco más pequeña y se
podía volver a pie. Ahora cuesta más esa hazaña. El domingo pasado me fui a
buscar una de las líneas nuevas que cruzan Barcelona, la H10, que va de Badal
en Sants a Badalona. El recorrido dura más de una hora. Yo lo hice en sentido
Badalona. Fue muy interesante porque pasa por varias ciudades en la ciudad: la
Barcelona popular de Sants, la Barcelona burguesa y comercial del Ensanche, la
Barcelona turística de la Sagrada Familia, la Barcelona obrera de la Meridiana
y luego, otras ciudades, Sant Adrià, y Badalona. Me lo pasé muy bien en esta
excursión urbana. Era muy interesante ver los cambios de arquitectura en los
distintos tramos, incluso los cambios de pasajeros. Llegué a Badalona y estuve
un rato paseando, no con la intención de volver andando, pero si para conocer
una zona urbana que no tenía ni idea como era.
Esto de recorrer la ciudad me viene también de mi pasado como
geógrafa urbanista y más recientemente, por el trabajo que hice el año pasado
con los localizadores que se publicó en forma de libro y e-book Scouting in Catalonia. Haciendo ese
libro descubrí una Catalunya y una Barcelona inesperada, distinta, llena de
matices y de posibilidades.
Quizás por eso me ha
indignado tanto leer esta noticia:
Los
búnkers del Carmel dejarán de ser un escenario
de película. El gobierno de la alcaldesa Ada
Colau pretende
restringir las grabaciones comerciales en el mirador del Turó de la Rovira a
fin de apaciguar su creciente popularidad. La idea del Ayuntamiento es que este
lugar únicamente acoja filmaciones que traten principalmente sobre su alto
contenido histórico. “Queremos propiciar un uso responsable y sostenido de este
lugar –dice Mercedes Vidal, la concejal del distrito de Horta-Guinardó–.
Estudiaremos con mucha atención qué rodajes autorizamos. Queremos que las
filmaciones que se lleven a cabo en el Turó de Rovira se centren en su
historia, que tengan un carácter cultural y una fuerte vinculación con la
memoria que representa. Este lugar no se merece ni el olvido ni la sobre ocupación”
Lo que me indigno más fue la prepotencia de frases como ésta:
“Que este lugar únicamente acoja
filmaciones que traten principalmente sobre su alto contenido histórico;
Queremos que las filmaciones que se lleven a cabo en el Turó de Rovira se
centren en su historia, que tengan un carácter cultural y una fuerte
vinculación con la memoria que representa”, frases que parecen sacadas de
un manual de censura del franquismo. ¿Quién es el ayuntamiento para decidir que
se puede y no se puede rodar? Sus competencias son, en todo caso, de otro tipo,
administrativas, económicas, pero ¿de contenidos? Por favor, ¡hasta ahí
podíamos llegar!
(la foto del Turó de la Rovira es de Jaume Jordana, uno de los localizadores con
los que trabajé en el libro)
Por otro lado, me parece una idea bastante tonta pensar que
algunas películas (¡ojala fueran más¡) y algunos anuncios, incrementan la
afluencia de personas a la zona de las baterías del Carmelo. Es una solemne
estupidez que viene a sumarse a las muchas que en materia de cine se cometen en
esta ciudad y este país, el grande y el pequeño. Es no entender nada de la
relación del espacio con el cine y de la importancia de impulsar Barcelona
como lugar de rodaje más allá de los cuatro tópicos de Gaudí, la Sagrada
Familia y Las Ramblas. El turismo de masas estúpido y borreguil no se reduce
por imponer una censura para los rodajes. El ayuntamiento no entiende que lo
que potencia la ciudad, y además le puede dar mucho dinero, es que se den
facilidades para rodar en sus calles, en sus espacios y cuanto menos conocidos
y alejados del tópico mejor. Una ciudad puede y debe ser un gran escenario
donde contar historias. Y una de las mejores cosas que te pueden pasar (en Roma
lo he sentido hace nada) es pasear por ella y reconocer un rincón, una fuente,
un arco, una puerta, más allá de los mas folclóricos y tópicos lugares que se identifican como postales.
Barcelona debería replantearse su política de permisos para
rodar. Dar más facilidades garantizando la convivencia con los vecinos. Una
convivencia que en el caso del Turó de la Rovira no rompen ni los rodajes ni la
gente que sube a ver la ciudad desde allí y a disfrutar de una tarde de verano
o de invierno (yo vivo al lado y lo sé), Lo que debería hacer el ayuntamiento
es prestar un poco más de atención a los vecinos, cuidar
un poco más el barrio, y sobre todo dar ejemplo de que el civismo, la solidaridad
y el respeto con el entorno y sus gentes son imprescindibles. No empezar
prohibiendo cosas.
Si quieren ver el ebook de Scouting in Catalonia, publicado por la Catalunya Film
Comission de la Generalitat de Catalunya, por encargo de Carlota Guerrero, este
es el enlace
Allen y el beso en la frente
Se ha estrenado la última película de Woody Allen, Café Society. Es de las que me gustan. Dentro de la filmografía de Allen hay una especie de sub
apartado nostálgico por los años 30 que suele darle muy buenos resultados. En
este caso, la nostalgia es por un Hollywood
dorado y un Nueva York plateado. Dos mundos, dos ciudades, que ya no
existen y que son irreconciliables, tanto en el pasado como en el presente.
Creo que esta es la película más triste de Woody Allen en mucho tiempo. Está
toda ella teñida de desesperanza, y también, y eso es de agradecer, no tiene ningún
dramatismo. Pero no hay nada más descorazonador que ese beso en la frente que
Bobby le da a su esposa Verónica cuando está pensando en Vonnie. Con los años
Allen ha conseguido que sus películas parezcan ríos que fluyen tranquilos, sin cascadas, rápidos o estancamientos. Es eso quizás lo que más me gusta del Allen
post Vicki Cristina, por cierto, el
tipo de película que nunca se preocupó de averiguar que Barcelona es algo más
que Gaudí y las Ramblas.
Hola Nuria, precisamente ha habido una fuerte polémica por esta prohibición concreta entre los profesionales, y otras limitaciones planteadas a los rodajes por la administración municipal, y has resumido muy bien el posicionamiento unánime de los localizadores. Es como prohibir rodar en Times Square porque el público lo reconoce y se llena de turistas. Por otro lado, es estimar muy al alza el poder de convocatoria del cine y el audiovisual, la mayoría de turistas suben a las baterías atraídos por blogs y webs de viajes, no tienen ni idea de las películas y series de mercado interno que se han rodado en el espacio. Un abrazo
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