(En
algún momento de nuestras vidas también tuvimos en casa una edición del Libro
Rojo como esta. Por suerte, hace tiempo que la tiramos a la basura)
Hace
casi treinta años (en 1988) descubrimos
en Berlín un director nuevo y un cine nuevo. El director era Zhang Yimou, el
cine el chino, la película Sorgo rojo.
Fue deslumbrante. Hasta entonces, todo lo que sabíamos del cine de la China de
Mao era lo que nos llegaba a través de los medios oficiales, perfectamente
controlado y enmarcado en el cine de propaganda mas deleznable. Recuerdo un
ciclo de Cine de la República Popular China que hicimos en la Filmoteca en
enero de 1977. Todas las películas eran musicales exaltaciones del ejército
rojo, del Gran Timonel y los jóvenes guardias de la Revolución Cultural que
por entonces daba sus últimas boqueadas.
La
nueva película de Zhang Yimou, Regreso a
casa, me ha recordado esas películas. El ballet donde la pequeña y
ambiciosa Dandan quiere interpretar el papel protagonista, me ha hecho pensar en Brillante Estrella Roja, uno de esos títulos chinos de los setenta, cine de propaganda terrible que sería bueno revisar ahora, casi cuarenta
años después.
Regreso a casa parece una continuación
no literal de Vivir, el film más duro
y crítico de Yimou sobre las consecuencias de la Revolución Cultural que tanto
fascinaba a Godard y que dejó China sin intelectuales, profesores y artistas
durante más de diez años en los que todos los que tenían algo que ver con la cultura fueron obligados a reeducarse en el campo para olvidar las malvadas
influencias occidentales. La Revolución del Libro Rojo es uno de
esos crímenes contra la cultura y contra la civilización que ha quedado impune
en el mundo. No para Yimou, (1951) ferviente guardia rojo entre 1966 y 1978,
años en que abandonó sus estudios para trabajar en una granja “junto al pueblo”.
De aquella época de barbarie disfrazada de Libro Rojo, Yimou ya dejó constancia
en Vivir y ahora vuelve en Retorno a casa.
Quizás
este nuevo trabajo no tenga la carga de denuncia crítica que tenía el anterior.
Pero en cambio transmite una intensidad emocional y una sensibilidad muy especial
respecto a esas historias pequeñas, anónimas, ingenuas, dulces y tristes que en
el fondo, son las que conforman la gran Historia con mayúsculas. El amor de Lu
Yanshi, el profesor represaliado que vuelve a casa tras quince años de
reeducación, por su amnésica mujer Feng Wanyu, espléndida Gong Li a pesar del envejecimiento
de su personaje, es un buen espejo donde ver reflejado el daño que hacen en la
vida de la gente común las decisiones políticas que se toman en los palacios de
gobierno. Especialmente si quien las toma se considera a sí mismo El Gran
Timonel.
Regreso a casa me ha llevado a
pensar en Josetxo Moreno. Estaba en Roma cuando Josetxo murió y me he enterado
hace pocos días. Quizás este nombre no
les diga nada, pero seguro que muchos lectores y espectadores reconocen la
marca GOLEM y la asocian a una de las distribuidoras de cine en versión original
más importantes de los últimos treinta años en nuestro país. Josetxo, Otilio y
al principio Pedro, eran las tres almas de ese Golem que buscaba las mejores
películas para proyectarlas en España. Yo los conocí en Berlín, justamente en ese Berlín de 1988 donde se proyectó Sorgo rojo. En el libro La vuelta al mundo en veinte festivales
escribí de esa sesión:
“Aún no nos habíamos
acostumbrado a que el cine ruso fuera diferente, cuando nos llegó una nueva
sorpresa: China, el gigante rojo-amarillo, también se despertaba
cinematográficamente hablando. El primer aviso lo dio Zang Yimou con Sorgo
rojo. En el momento de su proyección nadie sabía muy bien como traducir Hong
Gaoliang, pero sí sabíamos que estábamos ante un fenómeno de grandes
dimensiones. Desde entonces, el cine chino no ha parado de ofrecer nuevas y
sorprendentes películas con una constante renovación de sus directores.
Recuerdo que en el primer pase del film, una fría mañana de febrero, había muy
poca gente en la sala del Zoo Palast. Las películas chinas, por lo general,
espantaban al personal. Pero en cuanto los que la vimos dimos la señal de
atención, las siguientes sesiones de Sorgo rojo se llenaron hasta la
bandera. Su éxito se reflejó en el palmarés y Zang Yimou ganó un Oso de Oro.”
Uno de los que vio la
película conmigo fue Josetxo, de Golem. Le gustó tanto que no dudó ni un
segundo en comprarla para su distribuidora. Fue uno de sus grandes éxitos, la
película que los puso definitivamente en el mapa de los mejores distribuidores
de Europa.
Desde entonces coincidí
muchas veces con ellos en los festivales. Josetxo sobre todo tenía una gran
curiosidad y no dudaba en preguntarnos a los críticos en quienes confiaba, si
habíamos visto alguna película interesante. Cené muchas veces con ellos, hablé
mucho de cine. Gracias a ellos llegaron
a nuestras pantallas películas de Guédiguian, Haneke, Lars von Trier, Ang Lee, Kitano,
Kore-eda… Saber que Josetxo ha muerto a los 62 años de edad, cuando aún le
quedaban tantas y tantas películas por descubrir, me llena de tristeza. Le vamos a echar mucho de menos. Los amigos y
los espectadores.
JASON BOURNE
Lo confieso, soy fan total
de la saga Bourne, soy fiel seguidora de ese James Bond de la guerra cibernética,
ese espía que intenta no perder de vista el factor humano y hacerlo prevalecer
sobre la tecnología que controla, dirige, organiza, manda. Soy fan de las cinco
películas, pero sobre todo de las tres que ha dirigido Paul Greengrass. La
historia de este espía sin memoria, asesino al servicio de un programa infernal
diseñado con muy malas intenciones, es apasionante. Las tres son excelentes,
pero en este último episodio, Greengrass alcanza un nivel tan sofisticado
de montaje que convierte a la película
en una lección de cine. La primera gran secuencia del film, la que sucede en
paralelo entre los enfrentamientos populares en una Atenas herida por la crisis
económica, con una muchedumbre que lucha contra la policía casi con las mismas
armas que podían tener en el siglo XIX y una gran sala de operaciones la CIA en Langley, Virginia, desde la que se controla toda la situación hasta el último detalle, buscando
una aguja en un pajar y encontrándola, es un prodigio de montaje
cinematográfico que pone los pelos de punta ideológicamente. La privacidad ha
desaparecido del todo. El Gran Hermano, da igual el color de quien lo maneje,
nos vigila a todos. Solo nos queda el factor humano. Y esa es la mejor arma de
Bourne/Matt Damon que en este caso cuenta con la ayuda de una agente de la CIA,
experta en informática de la que nunca sabremos si puede o no puede
fiarse, un personaje que interpreta Alicia Vikander de la que no puedo menos
que ofrecer eso que en Fotogramas se llama: parecidos razonables.
Piensa uno que si Godard fue tan fan de esa cinta podría haber reconsiderado algunos de sus (¿demenciales?) puntos de vista, sin menoscabo de su cine entre 1959 y 1967.
ResponderEliminarMe atrevería a decir, además, que en nuestro país (seguramente también en Francia) quizá falta una crítica colectiva sobre la fascinación que dictadores como Mao y otros provocó en una generación izquierdista en los años sesenta-setenta (¿incluso después?).
En cualquier caso, gracias por la entrada, me anima ver la nueva de Yimou. Mis favoritas hasta la fecha (no he visto todas) serían "El camino a casa", "¡Vivir!" y "Semilla de crisantemo".
Luis
Pd. La primera de Bourne me pareció estupenda también.