María
José (Cartas de la guerra)
Terrence
Malick, Miguel Gomes, Francis Coppola y un poco escondido, Manoel de Olivera. Estos
son los referentes declarados de esta película epistolar. Palabras mayores,
nombres que obligan a mirarla con un cierto respeto y, porque no, alguna suspicacia.
Cuando se invocan nombres como los de estos cuatro directores hay que tener
cuidado. Pero el nombre de mujer que nos interesa aquí es el de María José. A ella
dirige sus cartas desde la guerra el joven médico Antonio. El año es 1971, la
guerra, la última guerra colonial
africana, la que Portugal mantuvo en Angola entre 1960 y 1974. Malick aparece en
el uso de las dos voces en of que leen las cartas que Antonio envía a su mujer
durante los años angoleños. Cartas llenas de amor, de poesía, de deseo, de
aburrimiento y desesperación al mirar a su alrededor. Miguel Gomes está
presente en el blanco y negro con el que filma ese África tan poco aventurera,
tan banal, tan monótona. Angola, donde rodaron durante cuatro interminables
semanas, es un paisaje hermoso en su desnudez de exotismo. Coppola, su
referencia es mas de ideas que de imágenes. Antonio como Willard se adentra en
el corazón de las tinieblas buscando una razón que justifique porqué está ahí.
En cuanto a Oliveira… la guerra de Angola que provocó el final de la dictadura
de Salazar, no ha tenido reflejo en el cine portugués, es una asignatura
pendiente. Con una excepción: el fragmento angoleño de la estupenda No, o la vana gloria de mandar. Me
olvidaba decir que está basada en el libro
Cartas de la guerra (Correspondencia desde Angola), de António Lobo Antunes.
(Eleanor Coppola en una foto reciente)
Eleanor Coppola
(París puede esperar)
Era cuestión de tiempo que Eleanor Coppola se tomara
una dulce venganza contra su famoso marido.
Mas de cincuenta años al lado de una personalidad como Coppola,
aguantando el tipo frente a toda clase de huracanes físicos y emocionales,
merecían un regalo. Y el regalo se lo ha hecho Eleanor a si misma con esta película
feliz, luminosa, que huele a lavanda y circula plácidamente como el río Ródano
donde ambienta un delicioso picnic. París puede esperar tranquilamente a que
Diane Lane, alter ego de Eleanor, llegue después de un viaje por el tranquilo campo
francés. Saltando de restaurante en restaurante, de hotel en hotel, de postal
en postal. ¡Qué importa! Lo que importa es ese viaje sin prisas de una pareja
que no tiene ninguna otra relación que la de disfrutar de su propia compañía,
flirtear tontamente, comer, beber y hacer fotos, muchas fotos. Estoy segura que
cuando todos llegaron a París, en la ficción y en la realidad, tenían varios
kilos de más y sobre todo tenían la memoria de un viaje inolvidable. Justa
venganza contra el Gran Señor, ausente y desamparado con sus calcetines
cambiados. Una advertencia, si buscan algo mas, no vayan. Esta película es un
divertimento ligero, snob, de ricos sin complejos. No hay ninguna pretensión
reivindicativa, ni cinematográfica. Tan solo el placer de cruzar un país civilizado
y hermoso. Altamente recomendable para los que disfrutan viajando por delegación.
(arquitectura
en Berlín)
Julia
(Julia Ist)
Cuando
vi Julia Ist en el festival D’A escribí
un texto que recupero ahora que la película se estrena en salas. No se la dejen
perder.
“Las amigas de Ágata, proyecto colectivo
de un grupo de estudiantes (chicas) de la Universitat Pompeu Fabra, ya dejaba
ver que había ahí mucho talento en proceso de formación. Elena Martí era la
Ágata del título, y es ella también la protagonista de su primera película como
directora, Julia Ist. Ella es Julia, ella es Elena. Julia se pone
delante de la cámara y expresa sus dudas sobre qué hacer con su vida. Ha
decidió irse a Berlín con un Erasmus, pero eso significa romper con su
confortable mundo barcelonés. Julia descubrirá en Berlín una ciudad donde sus
ideas sobre urbanismo se consolidan y toman cuerpo y descubrirá también que no
es necesario quedarse en un sitio para que su influencia te dure toda la vida.
Quizás si Julia se quedara en Berlín no llegaría a hacer lo que seguramente
hará en Barcelona al volver. Elena está detrás de la cámara y ella no duda. En
ningún momento. O al menos eso parece por la seguridad que demuestra en todo.
No parece una primera película, y sin embargo lo es. Y lo es en su frescura y
su falta de pretensiones, y en la ligereza con la que se acerca a un tema tan
importante como: ¿Qué hago con mi vida? Le agradezco mucho a Julia y a
Elena que no hayan caído en el discurso del que se tiene que ir fuera. Julia se
va a Berlín a aprender, Elena se va a Alemania a aprender. De eso trata el irse
fuera. No solo de tener un trabajo. Una pregunta me rondaba la cabeza al salir
de la proyección. ¿Por qué no la seleccionaron en el Festival de Berlín? Quizás
por eso mismo. Porque no habla de la crisis directamente, porque no es
abiertamente política”.
(mi hermana Flora)
Chavela (Chavela)
Chavela es Chavela Vargas. Una mujer tan poco ejemplar
como excepcional. La mejor cantante mexicana de los últimos treinta años. Chavela es un documental sobre ella,
mejor dicho, con ella. Una larga entrevista realizada en 1991, cuando tenía 71
años, había dejado de beber y había empezado a cantar de nuevo, es el punto de
partida de este film que se mueve hacia delante y hacia atrás de esa fecha
clave. Los que conozcan sus canciones disfrutaran con su historia, los que no
las conozcan, aprovechen para ponerse al día con su música. Pero para mi, esta
mirada sobre Chavela Vargas ha significado algo más. Me ha traído a la memoria
el México de mi infancia, pero sobre todo, me ha recordado a mi hermana Flora.
Flora murió el año pasado a la edad en que Chavela resurgía de las cenizas, 72
años. Mi hermana era una mujer excepcional en muchos sentidos. No como Chavela,
pero si en otros. Viendo el documental, pensaba que en algunas de esas
actuaciones de Chavela que se utilizan en la película, quizás estaba mi
hermana, o algunos de sus tres hijos. Las canciones en la voz desgarrada de
Chavela Vargas me han provocado un profundo sentimiento de ausencia.
Oh!no sabía que la teva germana Flora havia mort. Ho sento
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