Solo unas líneas para esta
película. No tengo mucho tiempo, pero no quiero que pase la semana sin por lo
menos decir algunas cosas de este nuevo experimento de Jaime Rosales.
Primero. No hay en este
momento (y creo que en ninguno) un director de cine que haya sabido transformar
en imágenes el vacio geométrico de la obra de Mondrian. Las líneas rectas del
espacio acotado, enmarcan las líneas rectas del vacío emocional de unos personajes
abstractos.
Segundo. A pesar de esto, la
historia nos sumerge en un melodrama, casi un culebrón con adulterios, padres
escondidos, hijas que buscan un padre y mujeres que ocultan su pasado.
Tercero. La película mas vacía
de emociones habla sin embargo de cuatro muertes, siempre en of nunca
visualizadas. Tres muertes violentas físicamente, una violenta emocionalmente.
Cuarto. Y en medio de todo
esto, el arte. Dos conceptos del arte, de la creación. El que solo piensa en el
mercado, en el dinero, tan vacio como todo lo demás Y el que busca alcanzar a
llenar ese vacío con la vida.
Quinto. Historia compleja en
su ordenamiento narrativo, aunque nunca confusa, es en sus actores donde
encuentra el mejor elemento del cuadro. Barbara Lennie estupenda, Marisa
Paredes, brillante, Alex Brendemühl, imponente y Joan Botey odioso. Y junto a ellos,
Oriol Pla y Carme Pla, víctimas del vacío.
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