(Anca Damian, junto a Juanma
Aragón, de la Plataforma de Nuevos Realizadores y yo, en la Cineteca Matadero
de Madrid. La foto es de Laura Nuñez)
La semana pasada estuve en
Madrid invitada por la Plataforma de Nuevos Realizadores para presentar y
charlar con la directora rumana Anca Damian a quien el Festival de Cine de
Madrid otorgaba el Premio Mirada Internacional. Una de las mejores cosas que
tienen este tipo de festivales es que te permiten conocer y descubrir a
directores que hacen un trabajo extraordinario, pero de los que es difícil
llegar a ver nada. Es el caso de esta mujer rumana, autora de una corta
filmografía en la que brillan con luz propia dos títulos imprescindibles: Crulic, del 2011 y La montaña mágica del 2015.
Anca Damian hace un cine que, a falta de otro nombre mejor, me gusta
definir como documación. Se trata en
cierto modo de un documental narrado con técnicas de animación. Son historias basadas en personajes reales,
documentadas de forma exhaustiva, pero contadas de otra manera. Una manera que
una ficción convencional no podría utilizar y que un documental convencional no
podría provocar. La animación permite visualizar ideas abstractas,
pensamientos, sensaciones, emociones, al mismo tiempo que contribuye a explicar
la historia usando distintas técnicas, colores, líneas e incluso imágenes
reales. La animación permite que la investigación periodística que hay detrás
el guión, no se vea de una manera evidente al mismo tiempo que da una libertad
absoluta a la hora de imaginar lo que pudo ser. Las dos películas hablan de
personas normales que vivieron situaciones extraordinarias. Crulic, camino al más allá, es la historia de un joven rumano que en el año
2007, a los 33 años, fue acusado de robar una cartera en Cracovia, Polonia. Él
siempre sostuvo que era inocente y lo era, como se demostró mas tarde. Pero
en el momento, nadie le prestó atención
y cuando comenzó una huelga de hambre para protestar por su situación, pensaron
que ya se cansaría. En realidad Crulic murió a causa de esa huelga de hambre en
un país que parece que siga viviendo en
el mundo del Proceso de Kafka. La montaña mágica, está centrada en la vida de Adam Jacek Winkler, un alpinista polaco
nacido en 1944, que huyó de la Polonia comunista en los años sesenta. En Paris
vivió el mayo del 68 intentando hacer comprender a sus compañeros que luchar
por el comunismo no era precisamente una buena idea. Su deseo de combatir
contra la Unión Soviética le llevó a Afganistán a raíz de la invasión de ese
país en los años 80. Jacek Winkler vivió con los mujaidines que se enfrentaba a
los rusos en las montañas formando parte de un grupo mandado por Ahmad Shah Massoud, uno de los mas
importantes jefes de la resistencia que acabó siendo asesinado por los
talibanes cuando tomaron el poder. Jacek Winkler volvió a Paris y el 12 de
octubre del año 2002 se marchó a la montaña dispuesto a morir. Fue esa noticia
la que motivó el interés de Anca por esta historia. La documación le permite
utilizar fuentes muy variadas para contar las distintas etapas de la vida de
este hombre, y para poner en escena un diálogo imaginario entre su hija y él.
Los dos son films muy interesantes, de una belleza terrible y emocionante. Crulic se puede ver en Filmin, La
montaña mágica lamentablemente no se puede ver en ningún sitio.
Las
extrañas coincidencias que tiene la vida han hecho que la misma semana que
conocí a Anca Damian en Madrid, se estrenara un film español que se puede
enmarcar plenamente en el mismo tipo de género que he llamado documación. Se trata de Un día más con vida, de Raúl de la
Fuente y Damian Nenow, que adapta el libro publicado en 1975 por uno de los más importantes corresponsales de
guerra que ha habido nunca, el polaco Ryszard Kapuscinski. (Acabo de darme
cuenta de que las tres documaciones de las que estoy hablando tienen que ver
con Polonia, curioso). La película utiliza técnicas de animación, mezcladas con
imagen real, documental o filmada expresamente para el film. Con todo ello, los
autores nos adentran en un conflicto olvidado, el proceso de descolonización de
Portugal en 1975 que sumió Angola en una guerra civil alargada casi cuarenta
años. Aventura, amor, miedo, reflexiones políticas, esperanzas, juego de
intereses internacionales y sobre todo “confusao”, confusión, palabra que
define un lugar y una época que Kapuscinski relata muy bien y que Raúl de la
Fuente y Damian Nenow han reproducido con la riqueza y la libertad que este
género híbrido y nuevo les ofrecía.
(No
quiero dejar de citar un antecedente directo de este tipo de cine, Vals
con Bashir del 2008, dirigida por Ari Folman).
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