(2001 ha estado muy presente en mi vida, mi novela La piedra negra es la prueba más clara
de su enorme influencia)
El 1 de noviembre de 1968
Ramon y yo fuimos a ver 2001 una odisea
del espacio. Nos habíamos casado el día anterior, el 31de octubre. No está
mal empezar una vida juntos viendo 2001,
una película que habla del futuro, que habla de un mundo nuevo lleno de
estrellas. Entonces ya nos impresionó, nos gustó y nos hizo pensar mucho. La
hemos vuelto a ver este 31 de octubre del 2018 y la verdad es que sigue siendo,
50 años después, una película que abre puertas, que deja en la retina imágenes
inolvidables, que despierta emociones y sobre todo, provoca ideas. No sé cómo
lo consiguieron, pero 2001 supera la
barrera del tiempo y sigue siendo indispensable.
Y después de este pequeño
apunte personal, las películas de la semana. Tres.
(en este blog he puesto muchos
árboles de Ramon, es probable que éste ya lo haya usado, pero me gusta mucho
como ilustración del árbol de Medem)
Reencuentro
con Julio Medem: El árbol de la sangre
Me ha gustado mucho esta
película. Lo digo de entrada y lo digo contenta porque los dos últimos trabajos
de Medem, Mama y Habitación en Roma, me habían dejado un poco decepcionadas. Mama más que Roma. En cambio en este árbol de sangre y de vida, de memoria y de
ramas entrecruzadas, veo el mejor Medem. Al salir de la proyección me encontré
en el vestíbulo del cine con el director, me acerqué a felicitarle y le dije:
“Has hecho una película fruto”. No sé si me entendió en ese momento, pero ahora
lo explico. El árbol de la sangre es
el fruto de las semillas plantadas en 25 años de carrera. Hay en este film,
ecos de Vacas, sonrisas de La ardilla roja, misterios de Tierra, amores de Los amantes del círculo polar, sexo de Lucía y el sexo, búsqueda de explicaciones de Caótica Ana. Es como si todas estas historias, hubieran decidido
florecer en una nueva aventura, que no copia, no busca la referencia, pero nace
de ellas, como la fruta es distinta a la semilla, la planta y la flor de la que
procede. Historia coral, que abarca los 25 años de la vida de Marc y Rebeca,
pero se extiende mucho más allá para hablar del pasado y de presente. No hace
falta hablar de política, prohibida en el relato que están construyendo los dos
amantes, pero la política está ahí, al lado, como una sombra. No hace falta
hablar de lugares para identificar una España plural en sus paisajes, plural en
sus lenguas, plural en sus ideas. Construida como una novela escrita a dos
manos, el culebrón, si porque también es un culebrón con todo derecho, de las
vidas de Marc y Rebeca se entrelaza como las ramas del olmo que los acoge bajo
su sombra. Olmo, por cierto, un gran personaje. Si, ésta es una película fruto
y eso me hace muy feliz.
(me gusta mucho la critica que
ha hecho Eulalia Iglesias en El
Confidencial, si alguien la quiere leer, este es el enlace)
https://www.elconfidencial.com/cultura/2018-11-01/el-arbol-de-la-sangre-julio-medem-critica_1638691/
Reencuentro
con Spike Lee: Infiltrado en el KKKlan
Yo creo que desde Haz lo que debas, en el lejano año de
1989, no me había vuelto a gustar una película de Spike Lee. Digo gustar, no
que fueran buenas o malas. Hay en su filmografía títulos excelentes, pero a mí
no me gustaban. Ésta sí. Con esta he disfrutado mucho. Es cine puro, entretenimiento
puro, denuncia pura, género puro. Y si, reivindicación política y orgullo
racial. Muy bien. Con todo esto, mas una perfecta ambientación de los años
setenta, una banda sonora estupenda y actores que disfrutan con lo que están
haciendo, Spike Lee nos regala un film de acción, de policías buenos y racistas
malos, con humor y con mucha ironía. La simple idea de que un negro pudiera infiltrase
en las células del KKKlan en los años setenta, es ya arriesgada, pero Lee la
convierte en algo creíble gracias a dos actores perfectos; John David
Washington, el negro de pelo encrespado, y Adam Driver, el judío descreído.
Entre los dos se inventan un personaje ficticio que conseguirá engañar, burlar
y sobre todo humillar a los WASPS del clan. Al final, en los créditos y poco
antes, Lee utiliza imágenes documentales de ahora mismo, de la América First
trumpiana que nos congelan la sonrisa de haber compartido la historia del doble
Ron Stallworth. En el 2018, las cosas no solo están mal en Estados Unidos, es
que están mucho peor de lo que estaban en los años 70. No hagan caso de las
estúpidas declaraciones de Spike Lee que no es precisamente un personaje muy
bien informado del mundo exterior al suyo, pero vean esta película, vale la
pena.
Reencuentro
con Freddie Mercury: Bohemian Rhapsody
En realidad este no es un reencuentro
en sentido ortodoxo porque yo nunca fui fan de Queen ni de Mercury. Pero si identifico algunas de sus canciones,
concretamente dos, We Will Rock You y
We Are the Champions, como elementos
musicales de mi vida. La película es un biopic convencional que se salva por
las actuaciones musicales de este hombre impredecible encarnado con una energía
desbordante por un actor egipcio nacido en Los Ángeles, Rami Malek. Aunque sea
solo por ver la actuación en el concierto Live AID de julio de 1985, vale la
pena quedarse hasta el final. Solo un apunte de queja. ¿Por qué en las
películas musicales NUNCA y lo escribo con mayúscula, se subtitulan las
canciones cuando son tan importantes, o más, que los diálogos doblados o subtitulados.
Desde aquí reivindico que se subtitulen las canciones, por favor.
Acabo de descubrir tu blog, me gusta tu manera sencilla y natural de expresarte, me fascina de igual manera 2001, pero creo que los colores del viaje final chirrían un poco.
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