!!Esta semana se estrenan 19
películas¡¡ Es un horror. Es completamente imposible verlas todas, hablar de
todas, se matan unas a otras. Tantos estrenos es la prueba de que el público es
lo de menos. No interesa ya que vaya gente o no a ver un film, lo que cuenta es
que burocráticamente se pueda alegar que se ha estrenado en salas para poder
acceder a los premios, Goyas, Gaudis, o para iniciar un recorrido en
plataformas, o lo que es más triste, para poder cobrar las subvenciones. Es
absurdo, deberían cambiarse las leyes y las reglas para impedir que pase esto,
un hecho que cuesta mucho dinero y genera mucha frustración. La critica
intenta(mos) seguir lo mejor posible todo lo que se estrena, pero no llegamos.
Por eso, aun a riesgo de dejarme en el tintero algunos títulos interesantes que
no he podido ver, en esta entrada de hoy voy a hablar de cinco películas… y dos
series. Dos ficciones italianas, Dogman
y Lazzaro feliz; tres documentales: Bergman, su gran año, Farenheit 11/9 y Comandante Arian; y dos series, Oficina de infiltrados y Arde Madrid.
Dogman
De
qué va: Un hombre normal, cuidador de perros en un barrio de
extrarradio napolitano, es feliz en su inocencia con sus animales, su hija
pequeña y sus amigos con los que juega al futbol. Pero hay un pero muy grande en su vida. Es
completamente dependiente de un ex boxeador brutal y dominante que mantiene
aterrorizado al barrio y le manipula a su antojo. Marcello aguanta todas las
humillaciones de Simone hasta que no puede más y estalla convirtiéndose en
un “dogman”.
Porqué se ha de ver: Lo primero de todo, porque nos devuelve el mejor
Matteo Garrone, el de Gomorra.
Segundo, por el rostro y la mirada del espléndido actor Marcello Fonte. En
tercer lugar, por los espacios donde sucede esta historia, un barrio napolitano
en decadencia, cercano al mar, donde se respira ruina moral y física. En cuarto
lugar porque es una reformulación del neorrealismo más clásico, con un aliento
del Pasolini menos dramático. Un film que habla de ética pero que nunca cae en
el moralismo.
Lazzaro
feliz
De
qué va: En un remoto pueblecito aislado del centro de Italia,
vive un grupo de campesinos dominados por una marquesa que ha olvidado decirles
que en el siglo XXI ya no existe el régimen feudal de sumisión. Lazzaro es un
joven inocente del que todos abusan y al que todos piden ayuda, casi un santo
dispuesto a cualquier cosa sin plantear nunca preguntas. La liberación de los
campesinos del yugo de la marquesa coincide con la muerte de Lazzaro. Cuando
Lazzaro resucita, se encuentra en un mundo que nada tiene que ver con el suyo.
Su viaje a la ciudad no le hará perder la inocencia y la santidad al
encontrarse con sus antiguos amigos convertidos en lumpen de suburbio sin
ningún futuro.
Porqué se ha de ver: Primero, por lo insólito de su propuesta, un
cine fuera de las modas y fuera del tiempo, casi como su protagonista. Segundo,
porque es una puesta al día (como la de Garrone, pero en un tono muy distinto)
del neorrealismo más puro, casi un neorrealismo mágico (Milagro en Milán), que además recupera el mejor cine de Ermanno
Olmi (El árbol de los zuecos). Tercero,
por Lazzaro, un joven actor con unos grandes ojos llenos de luz y de inocencia.
Cuarto, por la reflexión profunda que despierta al hacernos tomar conciencia de
que la eterna lucha de clases sigue vigente pero transformada en un
enfrentamiento desigual campo/ciudad donde los campesinos explotados por la
marquesa se han convertido en parias urbanos desarraigados. Pero sobre todo,
porque es una película tan antigua como los viejos cuentos y al mismo tiempo
tan nueva como algo nunca visto.
Bergman,
su gran año
De
qué va: Partiendo del año 1957 cuando Ingmar Bergman a sus 38 años
vive uno de sus periodos más creativos con el estreno de El séptimo sello, el rodaje de Fresas
salvajes y En el umbral de la vida,
mas la puesta en escena de tres grandes producciones teatrales, el documental
se adentra en la vida de uno de los directores de cine fundamentales del siglo
XX, en un retrato no siempre amable del personaje.
Porqué se ha de ver: Porque descubres muchas claves para entender
su cine, al mismo tiempo que acabas de confirmar que Bergman era en su vida
privada un tipo insoportable.
De
qué va: Viniendo de Michael Moore nos podemos esperar un film de
denuncia sensacionalista que esta vez pone el dedo en el ojo de Donald Trump
para demostrar como un personaje de esa calaña logró llegar a la presidencia de
Estados Unidos. Pero Moore no desaprovecha la ocasión para meterse con todo lo
que no funciona en su país, desde el gobernador de Michigan que envenena a sus ciudadanos
con agua contaminada, hasta el Partido Demócrata que es menos demócrata de lo
que parece.
Porqué se ha de ver: Porque nos confirma lo que ya sabíamos, Donald
Trump es un personaje deleznable y muy peligroso, (la comparación con el
ascenso de Hitler que hace el film no es gratuita). Lástima que para hacer su
denuncia Moore caiga de nuevo en los típicos excesos de su cine, con una
apabullante presencia de él mismo en primer plano. Un curioso efecto colateral
de este documental: por un momento, mientras lo ven, cambien los nombres de
Donald Trump por los de personajes muy próximos de nuestro contexto político y verán cómo les resultan
cercanos y muy reconocibles algunos de los discursos y algunas de las
situaciones.
Comandante
Arian
He dejado para el final este
documental de Alba Sotorra, espero que hayan tenido la paciencia de llegar
hasta aquí porque para mí es la mejor película de las estrenadas esta semana.
De
qué va: Retrato de la Comandante Arian, una mujer kurda que forma
parte de las YPJ, las Unidades de Defensa de las Mujeres, un cuerpo militar
formado exclusivamente por mujeres en el 2012 con el objetivo de combatir al
Ejército Islámico y de transformar la sociedad patriarcal en la que viven.
Porqué se ha de ver: Para descubrir y admirar este cuerpo militar
insólito que mantiene tres frentes de batalla importantísimos, el primero y más
peligroso es el de la guerra propiamente dicha contra el EI en la que se
combate y se muere; el segundo es también muy peligroso y sobre todo mucho más
largo, es el de la lucha por un reconocimiento como seres humanos iguales en
derechos y deberes en una sociedad patriarcal y muy religiosa que relega a las
mujeres a un segundo plano; el tercero es el de un enfrentamiento con ellas
mismas, con su educación, su pensamiento, su manera de entender el mundo que no
les deja espacio para sentirse miembros de pleno derecho de la sociedad.
Siguiendo a la comandante Arian en el asedio y conquista de la ciudad de Kobane
en el norte de Siria, y sobre todo en la dolorosa recuperación de las múltiples
heridas de bala que la alejan del frente, el documental consigue que entendamos
un poco mejor que pasa y porque en ese castigado país. Un trabajo indispensable
que se debería enseñar en las escuelas y que tendríamos que ver todos.
Oficina
de infiltrados
Una de esas coincidencias
curiosas y muy interesantes hizo que viera el documental de Alba Sotorra al
mismo tiempo que seguía en Movistar una serie de espionaje francés que se llama
Oficina de infiltrados y que desde
aquí recomiendo con todo entusiasmo. Ambientada en los años más duros de la
guerra en Siria, creo que es en la tercera temporada cuando sale un personaje
que tiene mucho que ver con el documental de Alba Sotorra, una mujer militar
kurda que ayuda a los franceses en Siria precisamente durante el asalto de
Kobane. Pero lo más triste de esta coincidencia es descubrir en la ficción el
cinismo de los que juegan con el valor de los hombres y mujeres que luchan en
esa guerra entre medieval y del futuro, cuando desde los despachos políticos
deciden que tal o cual ciudad, tal o cual enclave se abandona o se conquista
por puros motivos geoestratégicos. Es una serie muy interesante desde el punto
de vista político y muy distinta en su realización a las series americanas.
Para entendernos, está más cerca de John Le Carré que de Homeland.
Arde
Madrid
Estupenda serie de Paco León,
de lo mejor que se puede ver en este momento en cualquier pantalla. Ambientada
en los primeros años sesenta, en un Madrid donde Ava Gardner vive su juerga
permanente y triste, el film entronca con la mejor tradición de la comedia
española, la que viene de Berlanga, Azcona y Fernán Gómez, saltándose a Almodóvar
y sus influencias. Clásica en su planteamiento, limpia en su realización, es sin
embrago profundamente incorrecta en lo que cuenta al mostrar una España
franquista donde la España oficial iba por un lado y la España real por otro. Paco
León no necesita mucho más que un único escenario, del que se sale en pocas
ocasiones, un grupo de actores perfectos en sus personajes y unos diálogos inteligentes
y divertidos para construir una serie indispensable.
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