Hay semanas que resulta muy
fácil escribir en el blog, otras es mas complicado, hay que buscar un tema.
Esta es de las fáciles, y de las bonitas y de las que alegran la vida. Porque
con la que está cayendo en Barcelona (y no la lluvia), en España (y no las
inundaciones) y en el mundo (y no los huracanes) es muy importante encontrarte
con una película feliz, hermosa, serena, llena de dignidad, de respeto, de
humor y de belleza. Vaya me ha salido una frase larga y un poco cursi. Pero la
verdad es que Downton Abbey es un
remanso de paz en el panorama de los estrenos semanales. Soy consciente de que
hay muchos fans de la serie, como también sé que hay mucha gente que nunca la
ha visto. Pero tranquilos. Los fans (o al menos yo) sentirán que han vuelto a
casa (la casa) a reencontrarse con viejos amigos a los que tenias ganas de
volver a ver. Los que no la han visto descubrirán un mundo, unos personajes, un
paisaje, una casa, donde cada habitante funciona gracias a que todos se
engarzan unos a otros y todos encajan en su pequeño espacio como una de las
preciosas joyas que luce cualquiera de las ladys de Downton Abbey. Preciosa,
esa es la palabra que mejor le pega a la serie y a la película que se acaba de
estrenar. Pero hay mucho mas en esta historia de amos y criados. Hay una
reivindicación de un mundo que ha desaparecido del todo, especialmente en
Inglaterra sumida en la estupidez y la miseria del Brexit. En Downton Abbey, en
cambio, hay una conciencia de casa, no de clase. Y esta conciencia de casa es
solidaria y transversal, es universal antes que segregadora. Todo sucede durante
la visita real a Downton Abbey. Estamos en 1927, la familia Crawley, en el
amplio sentido de la palabra familia, ha seguido su vida desde donde los
dejamos. Pero el anuncio de que el Rey Jorge V y la Reina Mary se alojaran en
la casa produce una auténtica conmoción. Todos a una se conjuran (nunca mejor
dicho) para que la visita sea un éxito. Y en esa conjura encuentran una
solidaridad que no imaginaban: de repente, los Crawley dejan de ser la cima de
la pirámide y se dan cuenta de que hay alguien por encima de ellos. Y eso les
hace entender mucho mejor el mundo nuevo que comienza a forjarse en la
agradable campiña inglesa que rodea la mansión. En el fondo este súper episodio
de dos horas, es una especie de regalo para todos. Los creadores que querían
volver a su universo, los actores que añoraban un reencuentro y los
espectadores que a pesar de que la sexta temporada de la serie se cerraba muy
bien, sentían que faltaba algo: un baile final como de cuento de hadas y un tranquilo
paseo final que nos deja con el gusto de haber dicho adiós (o hasta luego) a
Downton Abbey. (si no han visto la serie, está disponible en Amazon).
Plous o fas sol
Downton
Abbey es una serie y una película que hace sol. Me explico. En
catalán hay una canción infantil muy popular que dice Plou i fa sol i els nuvols es pentinen. Llueve y hace sol y las
nubes se peinan. Pero Plous o fas sol,
es otra cosa, se puede traducir por Llueves
o haces sol, y es el título de un precioso libro infantil de mi hermana
Mireia Vidal con ilustraciones de Anna Font. Llueves o haces sol, la verdad es
que es una idea estupenda que va mucho mas allá del cuento. La vida está hecha
de momentos en los que llueves y momentos en los que haces sol. Hay personas
que llueven de una forma tenaz, y provocan nubarrones a su alrededor, hay otras
que, en cambio, hacen sol y transmiten luz. Pero casi todos somos las dos cosas
incluso en un mismo día. Lo que cuenta este bonito cuento, lo explica muy bien.
Todo lo que haces, todo lo que dices, tiene consecuencias en los demás. No
vivimos aislados y si cuando llueve se mojan los zapatos de la zapatería del
señor Wang, puede ser que su malhumor vaya encadenando una serie de “lluvias”
que molestan a unos y a otros sin darse ni cuenta, hasta que de pronto, alguien
hace sol y empiezan a pasar cosas buenas. Plous o fas sol? Está bien
preguntárselo y no solo respecto a uno mismo, también respecto a todo, la política,
el trabajo, los amigos y, desde luego, el cine. Downton Abbey, sin ninguna duda, es una película que hace sol. El
libro de Mireia y Anna, también. ¡Felicidades a las dos!
Una buena amiga mía me ha mandado un mail diciéndome que la letra de la canción infantil que cito está mal. En realidad dice Plou i fa sol i les bruixes es pentien. Es decir las brujas, no las nubes. Gracias por avisarme, aunque la verdad es que me gusta mucho lo de las nubes peinándose¡¡
Una buena amiga mía me ha mandado un mail diciéndome que la letra de la canción infantil que cito está mal. En realidad dice Plou i fa sol i les bruixes es pentien. Es decir las brujas, no las nubes. Gracias por avisarme, aunque la verdad es que me gusta mucho lo de las nubes peinándose¡¡
No he visto Ad Astra todavía. En cuanto la vea,escribiré de ella.
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