viernes, 10 de julio de 2020

MADADAYO






Gent Gran, así se define en catalán a las Personas Mayores. Gente Grande en castellano queda raro, no se entiende, pero en catalán sí y además tiene otra connotación; la gent gran es también grande. La palabra viejo no me gusta demasiado, implica algo deteriorado, en mal estado; en catalán viejo se dice vell y si cambiamos la v por la b se convierte en bell, bello, hermoso. La gent gran es grande y hermosa. En cambio me gusta mucho la palabra anciano, me suena a un gran árbol de tronco formidable y rugoso, con ramas que se bifurcan y hojas perennes que dan una protectora sombra. También me gusta la palabra abuelo, más que avi, que es su traducción al catalán. Abuelo es una palabra acogedora, cálida, avi es más frío e impersonal. Se preguntarán a qué viene esta introducción, pues viene a cuento de un re-estreno estupendo, Dersu Uzala, de Akira Kurosawa, un festival nuevo y muy bonito, La Gran Pantalla que se puede ver en Filmin hasta el  17 de julio y una reflexión sobre lo que ha pasado este tiempo maligno de la Era del Bicho (y sigue pasando) con los mayores, viejos, ancianos, en cualquier idioma.
Lo que ha sucedido en las residencias debería avergonzarnos. Pero no ahora en que las muertes de los mayores nos dejan con la mirada hundida. Debería avergonzarnos como sociedad comprobar que no somos capaces de respetar, cuidar y escuchar a la gent gran. Mientras los abuelos son útiles para cuidar a los nietos y compartir la pensión con la familia, se les soporta, pero cuando dejan de servir, se les aparca en una residencia y se les abandona. Ojo, no estoy en contra de las residencias, –como no lo estoy en contra de las guarderías, que cumplen la misma función con los niños–. Me parece muy bien que los niños se relacionen con otros niños desde pequeños, como me parece muy bien que los abuelos vivan con otros abuelos y se relacionen entre ellos. Pero hay muchas formas de hacerlo: apartamentos individuales con servicios comunes, agrupaciones de amigos que se ayudan unos a otros, o residencias públicas (y privadas) donde los mayores son cuidados y respetados como se merecen. Sí, se puede tener residencias. El problema que ha dejado al descubierto en toda su crudeza esta pandemia es la dejadez en que estaban estas residencias, la falta de control sobre su funcionamiento, en definitiva el desprecio hacia lo que les podía pasar a los allí encerrados. He sentido ese desprecio varias veces durante estos meses en los que se ha tratado a las personas mayores, las que estaban en residencias y las que no, como si fuéramos débiles mentales, hablándonos como si fuéramos tontos, y dejando claro que sobramos en esta sociedad. Es algo que me indigna y me duele. Por eso me gusta el estreno de Dersu Uzala y el festival de La Gran Pantalla.

(el auténtico Dersu Uzala y el capitán Vladimir)
Dersu Uzala
Dersu Uzala es una película de Akira Kurosawa del año 1975 basado en las memorias de Vladímir Arséniev, un militar ruso que a principios del siglo XX mantuvo una profunda amistad con Dersu, un viejo cazador de la taiga siberiana. Dersu Uzala es un film ecologista antes que esta tendencia existiera como tal y desde luego mucho antes de que los talibanes del ecologismo la convirtieran en una de las ideologías más reaccionarias de nuestro tiempo. Dersu Uzala es un viejo cazador nómada que conoce su mundo perfectamente, sabe leer la naturaleza, entiende el bosque y los animales, respira la nieve y el frío. En el año 1902, Dersu salva de la muerte en la estepa siberiana al grupo de militares geólogos capitaneados por Vladimir Arseniev. Y lo hace gracias a entender que hay que respetar la naturaleza si quieres que ella te respete a ti. Es una película preciosa, de grandiosos paisajes y silencios blancos que se disfrutará mucho en una pantalla de cine. Hablar de Akira Kurosawa me ha hecho recordar otra película suya, Madadayo de 1993, a la que he robado el título para esta crónica porque Madadayo quiere decir “Aún estoy aquí”. Madadayo es lo que le dice el viejo profesor retirado a sus alumnos cuando le van a ver y le preguntan cómo está: Madadayo, sigo aquí. Los viejos, ancianos, gent gran siguen aquí por suerte para todos.


La Gran Pantalla
La película de Kurosawa, Madadayo, aparece también en una de los seis films que componen la 2º Edición de La Gran Pantalla, Festival Internacional de las Personas Mayores de Barcelona, que este año, por razones obvias, se celebra on line en Filmin hasta el 17 de julio. Se trata de una iniciativa que quiere poner de relieve el hecho de que la gente mayor tiene deseos y sueños, es autosuficiente y libre y sobre todo es adulta y responsable, en definitiva, quiere demostrar que ser viejo no es ser imbécil (hay muchos más imbéciles en otras edades). La selección es muy interesante, pero hay dos documentales que me han llegado al corazón. Uno se titula Las Cinéphilas, el otro, Cómo corre Elisa. Los dos son argentinos con ramificaciones en Europa.
Las Cinéphilas sigue a seis mujeres mayores, dos en Buenos Aires, dos en Montevideo y dos en Madrid. Son mujeres jubiladas que viven solas de una manera libre y autónoma y disfrutan de su gran pasión, el cine. Acuden a las Filmotecas, a los cines de Versión Original, discuten y hablan. Están vivas, son inteligentes y con un sentido crítico muy despierto. Son las espectadoras ideales. Y supongo que también parte de las grandes víctimas del confinamiento. El documental, dirigido por la argentina María Álvarez, se coloca a su lado, ellas dialogan con la directora con naturalidad. No intentan mostrar que la cámara no existe, al contrario, la dirigen hacia donde les interesa poner el acento. Es una delicia. Acabas queriéndolas a todas, pero mis preferidas son la elegante Lucía de Montevideo con su flequillo y su libertad y la sencilla Paloma de Madrid, con su ingenuidad y sus ojos azules.
La Elisa que corre en el otro título que me ha encantado, es una mujer de 82 años, toda fibra y voluntad. Nacida en un pueblo del Lago de Como en Italia, Elisa emigró con su familia a Buenos Aires cuando tenía 14 años. Elisa estuvo casada, tuvo cinco hijos y varios nietos. Elisa empezó a correr a los 70 años. Y ahora, a los 82, ha decidido correr la media maratón del Lago de Como., 24 kilómetros por las tierras de su infancia. El documental la acompaña en este viaje que hace con dos de sus hijos y dos de sus nietos. Es una historia de reencuentro con el pasado, de reconciliación sin nostalgia. Y es una historia de perseverancia y voluntad. Elisa corre la media maratón acompañada por sus nietos y por la cámara y nos demuestra que la edad no es la del carnet de identidad, sino la del corazón y la cabeza. Como dice en un momento determinado, “la edad está en lo qué hacemos y en cómo lo hacemos”. Lucía y las chicas del cine, Elisa y su carrera, pueden decir orgullosas Madadayo, Aún estamos aquí.


(no sé de quién es este edificio, pero seguro que lo habría podido diseñar Bernadette)

Un estreno Dónde estás, Bernadette
El estreno de la semana no tiene nada que ver con este tema. Se llama Dónde estás, Berandette, está dirigida por Richard Linklater y protagonizada por Cate Blanchett. Es una película atípica, como casi todas las de este estupendo director. Basada en una novela de Maria Semple que fue un auténtico best seller en el año 2012, Dónde estás, Bernadette es la historia de una mujer aún joven que fue una gran arquitecta, revolucionaria y visionaria cuando tenía veinte años. Por razones que vamos descubriendo poco a poco, Bernadette abandonó la arquitectura y todo tipo de arte creativo para refugiarse en su familia, su marido y su hija adolescente. Pero Bernadette es una persona insatisfecha, no encaja en ningún sitio, agorafóbica, detesta a sus vecinas, en especial a su insulsa vecina Audrey. Bernadette es divertida, inesperada, delirante, pero sobre todo, Bernadette es infeliz y hace infelices a los demás. Un día, casi por casualidad, Bernadette desaparece y su familia se pregunta dónde estás, Bernadette. Pero en realidad a Linklater y a Semple y a Blanchett, lo que les preocupa no es tanto dónde ha ido físicamente Bernadette, sino dónde se esconde en su alma y en su memoria la Bernadette creadora, la artista que ha olvidado su capacidad de crear, provocando una frustración en la persona que es ahora. Ese es el tema fundamental de esta comedia divertida y dolorosa. Nunca hay que esconder tu Bernadette creativa, hay que dejarla salir, ejercerla, disfrutarla. Da igual si es para construir casas fantásticas, escribir novelas divertidas, pintar cuadros maravillosos o simplemente hacer pasteles magníficos. No tenemos derecho a olvidarnos de esa Bernadette escondida. En cierto sentido, también las bernadettes de cada uno tienen que poder decir Madadayo, aún estoy ahí.




(Jaume cantando)
Cumpleaños feliz
Una curiosa coincidencia ha hecho que esta semana Jaume Figueras haya cumplido 80 años. Para celebrarlo reunió a unos cuantos amigos con mascarilla y distancias. Jaume llega a los 80 mejor que a los 79, al menos es lo que demuestra el hecho de que en lugar de recibir regalos haya sido él el que nos haya regalado un bonito libro de relatos que ha escrito durante el confinamiento. Relatos cortos, de memoria privada y colectiva. Divertidos, sencillos y claros. Relatos de vida. Jaume cumplió dos deseos el día de su cumpleaños: ver publicado el libro que le abre una nueva etapa como escritor y debutar como cantante con una personal adaptación de I’m Still Here, Soc aquí en su versión catalana, es decir Estoy aquí, aún estoy aquí. Sin saberlo Jaume nos regaló a todos un particular y único Madadayo. ¡Felicidades!




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