(una pantalla de croma verde sobre la que proyectar la realidad que nos guste)
Esta semana me ha costado
escribir este texto. No por falta de ganas, por suerte aún conservo algo de
entusiasmo, mas bien porque todo lo que la semana me ha ofrecido como punto de
partida se me ha ido diluyendo en una sensación de desencanto, o mejor dicho de
impotencia. Ver como crecen los casos de contagio, comprobar la falta de
responsabilidad y de solidaridad de una buena parte de la población –y no solo los
jóvenes, no los culpemos únicamente a ellos, hay mucha gente que no es tan
joven y tampoco ha tenido y tiene un comportamiento ejemplar– ser testigo de la
improvisación y la falta de recursos, no tanto humanos o materiales como
mentales y de imaginación, de nuestros gobernantes mas cercanos, todo junto me
produce un inmenso desconcierto. ¿Cómo hacer planes para un futuro ni siquiera
inmediato? ¿Cómo pensar en lo que haremos dentro de unos meses, si no sé que
pasará la semana que viene? La Amenaza del Confinamiento Total, que ya flota en
este Confinamiento Recomendado en el que estamos metidos en Barcelona desde el
viernes, me obliga a pensar la realidad de otra manera. Cuando parecía que
podíamos ver un poco de luz al final del túnel, nos vuelve a caer este manto de
oscuridad. Todo es preocupante y difícil para todos. Pero lo que me afecta mas
directamente por que es el hábitat de mi trabajo, es como se va a traducir esta
situación en el cine. En un primer nivel, cómo van a sobrevivir las salas de
exhibición, ya tan tocadas por la crisis que se arrastra desde hace años. En un
segundo nivel, cómo se va a hacer cine en estas condiciones, que tipo de
rodajes se podrán plantear, que películas y series vamos a ver en los próximos
años. Las maneras de producción habituales tendrán que cambiar por fuerza, los
rodajes ser diferentes, las historias ser distintas. Es una incógnita que abre
muchos caminos. ¿Cómo va a ser el cine que se haga a partir de ahora? ¿Que tipo
de relatos dejarán constancia del momento que vivimos? No tengo ni idea cómo
será ese cine, ni cómo se hará, es un reto que viene a sumarse al de
simplemente sobrevivir. Pero soy optimista y pienso que igual que el
neorrealismo nació al final de la segunda guerra mundial provocado por una
necesidad de mirar de otra manera la realidad que había dejado el conflicto, de
reflejar un estado de ánimo en la sociedad, pero también de una urgencia de
contar las cosas de otra manera, saliendo de los estudios y acercándose a la
calle, creo que ahora tenemos que empezar a pensar en un nuevo “realismo” y se
me ocurre que este va a ser el “cromarealismo”. Es decir un mundo que invente
la realidad para contar la realidad. Para hacer cine habrá que refugiarse en el
mundo croma que permite proyectar en una pantalla en verde todo lo que uno
quiera imaginar. Los actores actuarán solos delante de esta pantalla, se les
juntará digitalmente y podrán vivir sus aventuras pequeñas, grandes, fantásticas,
cotidianas, sin salir de un metro cuadrado. La verdad es que no me gusta esta
idea, pero me temo que vamos directos a este tipo de cine, al menos en un
tiempo y lo único que espero es que surjan en el cromarealismos nuevos
rossellinis, de sicas y zavattinis que le den a este cine una dimensión de obra
de arte.
Y ya puestos en mundo croma,
la verdad es que me gustaría poder proyectar un croma distinto al que nos rodea
aunque fuera solo por un ratito. Vivir en un show de Truman privado de colores más
bonitos y de personas menos estúpidas. En fin, de momento, lo que de verdad nos
queda es lo que tenemos y al menos en ese sentido agradezco la ceremonia que tuvo lugar el jueves pasado.de
recuerdo a las víctimas de la epidemia y reconocimiento a todos los que estuvieron en primera línea. Un escenario sobrio y
al aire libre, una disposición en círculos, como la mesa redonda de Arturo
donde no había nadie en un sitio preferente, un pebetero de fuego, que es un
símbolo eterno y flores blancas que algunos han calificado de cursis y a mí me
resultaron esperanzadoras. Aunque la verdad es que creo que esa ceremonia fue
en si misma un croma de unidad y de tolerancia y de solidaridad que no existe.
El hecho de que VOX, Esquerra Republicana, la CUP, Bildu y el BNG no participaran,
demostrando sus semejanzas y bajezas, es la prueba de que no es la auténtica realidad.
La realidad de verdad me temo que es mucho mas dura y desagradable.
Supa Modo
Pero no quiero dejar esta entrada
con una nota tan pesimista. Por eso recupero un estreno de la semana pasada por
si alguien lo puede ver cuando llegue a alguna plataforma, porque en las salas,
al menos las de Barcelona ya no se proyecta. Se trata de una película africana,
de Kenia, se llama Supa Modo y la
dirige un africano completamente desconocido para mi Likarion Wainaina. Es una coproducción
con Alemania y entre sus impulsores aparece el nombre de Tom Tykwer que siempre
es una garantía. También lo es el que haya sido presentada en la sección
Generation de la Berlinale y que haya sido reconocida con numerosos premios. En
realidad Supa Modo es una película
muy sencilla, muy simple, incluso un poco sentimental. Pero en realidad, esta
historia de una niña de nueve años que tiene cáncer, va mucho mas allá de la
típica película que podemos esperar. Jo, su pequeña y estupenda protagonista,
es una fan del cine de superhéroes, ella misma se considera una superheroína,
Supa Modo es su avatar, capaz de hazañas extraordinarias. Su hermana mayor está
dispuesta a hacerla feliz y le monta pequeños escenarios de ilusión con la
colaboración de todo el pueblo para que ella disfrute de sus super poderes.
Pero Jo no es ni tonta ni ingenua, sabe que eso no es verdad, pero sabe también
que hay algo que sí es verdad y que quiere hacer antes de morir: una película. Preparar
y realizar esa película se convierte en el objetivo de toda la aldea. El cine
como elemento sanador, como elemento liberador, como elemento consolador. Supa Modo es una película llena de
esperanza, de luz. Es pequeña como su pequeña protagonista, pero es grande como
la felicidad a la que aspira. África es
la gran olvidada en estos negros meses del bicho. Nuestro enorme egocentrismo
occidental nos hace ser muy ignorantes de lo que sucede más allá de nuestras
fronteras. No sabemos nada de lo que está pasando en un continente asolado por
las desgracias desde hace años que ahora padece una mas grande y global. Pero
en ese mundo olvidado, hay rayos de esperanza como esta pequeña aventura de una
superheroína. En el fondo lo importante es que cada uno de nosotros encuentre
su Supa Modo particular a ver si entre todos conseguimos que el mundo sea un
lugar mejor donde vivir.
La vida es bella...ya nos lo mostró Benigni, pero a los zoquetes humanos nos lo han de recordar continuamente.
ResponderEliminarLlegará la vacuna y nos amoldaremos, el cine vivirá, aunque no sepamos còmo.
Animo