sábado, 4 de julio de 2020

¿FELICIDAD?



En el último programa de El Hormiguero, escuché a Carlos Arguiñano decir una cosa que me dejó pensando: “no sabíamos que éramos felices”. Es verdad. Antes de la Era del Bicho que aún colea y seguirá coleando, éramos felices. Con todos nuestros problemas, nuestras pequeñas manías, nuestros disgustos. Pero éramos felices. Al despedirse Pablo Motos dijo otra cosa para pensar: “nos han quitado, de momento, la esperanza de un futuro mejor”. También es cierto. En todas las conversaciones que he tenido estos días y han sido bastantes, el denominador común era “no sabemos que va a pasar, no dentro de un año o diez, o cien. No sabemos que va a pasar la semana que viene, después del verano. Por eso, ante la incertidumbre me he propuesto (otra cosa es que lo consiga) aprovechar hasta el último minuto de cada día, no dejarme dominar por la desesperanza, apoyarme en lo bueno que tengo cerca. No sé si volveremos a ser felices, pero al menos tenemos que intentarlo.

BCN Film Fest



(El spot de promoción del BCN Film Fest, realizado antes de la pandemia, parece hecho por un adivino del futuro. Sin quererlo se convirtió en un spot del confinamiento. Vemos a una chica que a lo largo de diez meses, nunca sale de casa. Es bonito, pero cada vez que lo veía antes de las películas, me sentía un poco angustiada. Si lo quieren comprobar, este es el enlace https://www.youtube.com/watch?v=dYEAwGduZSQ )

Intentar ser feliz y aprovechar cada minuto es lo que he hecho yo y bastante más gente, esta última semana en la que ha tenido lugar en Barcelona el 4º BCN Film Fest que debía celebrarse en Sant Jordi. El BCN Film Festival ha sido el primer festival de cine que se celebra presencialmente. Tengo que reconocer que ha sido todo un poco raro. La verdad es que si no hubiera sido por el compromiso que tenía como jurado de la crítica, seguramente no habría ido al cine, o habría ido muy poquito. Llegar al Verdi el primer día, fue como si me hubieran tirado a la piscina sin saber nadar: o sobrevives o te ahogas. Esa fue mi sensación cuando vi a los compañeros de la crítica en un pase de prensa completamente atípico. Todos con mascarillas, of course, con gel antes de entrar, mascarillas durante la proyección y lavado de manos al salir. Guardando las distancias en una sala casi vacía. ¿Es esa la Nueva Normalidad? Si lo es, no creo que me guste. Todos los días he ido y he vuelto andando al cine. 40 minutos de paseo por una ciudad con tráfico y gente que te evita y evitas. Dos días, cansada de ver películas y con un calor aplastante, cogí el metro una vez y el bus otra. Raro también, con una especie de miedo a tocar nada, alejada de la gente. En el bus, casi vacío, sentada en solitario. Como tenía que estar casi todo el tiempo en el cine, comía por allí. Eso ha sido lo mejor. He recuperado amigos, a mi hermana y por un rato, mientras estaba dentro del restaurante, pensaba que sí, que todo era igual. Idea equivocada en cuanto salías a la calle y te encontrabas de nuevo con las mascarillas. En fin, poco a poco, he ido aceptando esta ciudad distinta, unas gentes distintas. El ser humano es muy amoldable y tenemos la capacidad de adaptarnos a casi todo. También a esto, sin duda. Pero no me gusta (lo único bueno de la inmersión en el cine, aparte de las películas, ha sido que por un buen rato dejaba de oír noticias sobre los brotes del dichoso bicho). De lo que he visto en el festival no hablaré, excepto La verdadera historia de la Banda de Kelly que se estrena hoy. He visto pocas fuera de la competición, y como jurado, no me parece ético destacar ninguna. Cuando se estrenen, si se estrenan, hablaré de ellas.


La verdadera historia de la Banda de Kelly, de Justin Kurzel
Ned Kelly es, como Jesse James, un bandido de leyenda, uno australiano y otro del Oeste americano. Ambos tienen vidas paralelas. Ned Kelly se hizo famoso en los años 1870-1880; Jesse James fue un bandido legendario entre 1870 y 1882. Tanto uno como otro venían de familias pobres que vivían en la miseria y la explotación, Jesse James y su hermano Frank por parte de los vencedores de la guerra civil; Ned Kelly y su hermano Daniel, por parte de los ingleses. Ambos comparten también orígenes oscuros. No hay que olvidar que entre los ingleses que llegaron al futuro Estados Unidos, había muchísimos irlandeses que huían de las grandes hambrunas, y los que colonizaron Australia eran directamente delincuentes que se enviaban allí para que cumplieran sus condenas. Unos y otros acabaron con las culturas autóctonas con la creencia de una superioridad moral que en realidad no tenían. Tanto Jesse James como Ned Kelly crearon bandas de forajidos que robaban bancos y trenes y los dos acabaron muy mal. Hasta ahí sus similitudes, veamos sus diferencias. La más importante sin duda, los métodos empleados en sus asaltos. Ned Kelly, inspirándose en el movimiento nacionalista irlandés de los Hijos de Sieve, que conoció a través de su madre, creó una banda que asaltaba vestidos de mujer y con armaduras que les daban un aspecto terrorífico. Ned Kelly, como Jesse James, se convirtió en una leyenda a la que se rinde culto incluso con un Museo que recoge fotos de la época y algunas de sus armaduras. Tanto uno como otro han sido objeto de películas y novelas. Más el bandido americano con films memorables como el de Fritz Lang, La venganza de Frank James, de 1944 y el de Nicholas Ray de 1957, La verdadera historia de Jesse James. Me gusta pensar que, cuando el escritor más famoso de Australia, Peter Carey, decidió acercarse al bandido más famoso de Australia, puso como título de su novela La verdadera historia de la Banda de Kelly, precisamente como homenaje al film de Ray. Tanto el libro, como la película dirigida por Justin Kurzel, no solo no caen en la tentación de glorificar al héroe, sino que buscan enfrentar a los australianos a sus orígenes sombríos y siniestros como país a través de una historia de violencia y crueldad, y con un personaje central, la manipuladora y posesiva madre de Ned, con la que el adolescente y mas tarde el joven, mantiene una conexión enfermiza de dependencia emocional. El resultado es un film de una gran belleza violenta, con un personaje desdoblado en dos edades al que no puedes querer, pero sin duda puedes entender en ese viaje alucinado de la inocencia al corazón de las tinieblas. Una última cosa, Ned Kelly ha tenido dos antecedentes en el cine. Uno realmente curioso y absurdo, dirigido por Tony Richardson en 1970 y con Mike Jagger en el personaje de Ned, es una película muy pop, muy años sesenta con una banda sonora espectacular. El otro no lo he visto nunca, es del 2003, está dirigido por Gregor Jordan, Heath Ledger interpreta a Kelly y Orlando Bloom a su amigo Joe.



Habitación 212
El segundo estreno interesante de la semana es Habitacciòn 212, de Christophe Honoré. Hablé de ella en el blog cuando inauguró el D’A Film Festival. Recupero ahora lo que escribí. Un matrimonio que lleva más de veinte años de vida en común pasa por fuerza por momentos de cambio en la relación, Es la única manera de continuar juntos si el amor se mantiene vivo. Habitación 212 muestra ese momento preciso en la vida de una pareja, Marie y Richard. Ella es profesora de derecho y ha encontrado la fórmula para seguir adelante en aventuras sexuales esporádicas que en realidad nada significan. Él es músico y se pasa el día en casa trabajando. Una tarde, casi por casualidad, el equilibrio entre ellos se rompe. Es entonces cuando entra en juego la mágica habitación 212 de hotel que está justo enfrente donde Marie se refugia para pensar mientras Richard se queda en el apartamento. Pero en realidad ninguno de los dos estará solo esa noche, porque los fantasmas, como en el cuento de Navidad, vendrán a visitarlos. Fantasmas buenos del pasado en forma de un Richard de 20 años que se aparece a una asombrada Marie, o el de una atractiva Irene, el primer gran amor de Richard, que decide volver a enamorarlo. Como un claro homenaje al cine de Jacques Demy y aires de teatro de boulevard desenfadado y ligero, con un humor muy sutil y una voluntad clara de no dar ninguna lección, Honoré construye un  vodevil con personajes que entran y salen continuamente de la habitación. La noche acabará cuando los dos, Marie y Richard, vuelvan a encontrar el camino para seguir juntos. Si la miras con ojos cómplices, es una delicia; si la miras con ojos inquisidores, puedes odiarla.

El regalo de esta semana es un precioso dibujo veraniego




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