Escribo esta entrada el
viernes 18 por la mañana. Hoy empieza el Festival de San Sebastián. No estaré
allí. Me habría gustado, bueno no sé si es esa la palabra. Creo que lo que siento
es curiosidad por ver cómo se desarrolla una de las ediciones más raras de un
festival que está unido a mi historia personal por muchos motivos. Pero no ha
podido ser. Así que este año lo miraré desde lejos y lo disfrutaré a través de
la vida festivalera que refleja su Diario y la Tele del festival. Después de
Málaga a nivel nacional y Venecia a nivel internacional, Sanse se atreve a ser
un festival presencial en tiempos del bicho. Con todas las garantías,
distancia, mascarilla, gel, lavado, prudencia, pero sin miedo y con ganas de
demostrar que se puede seguir viviendo en las peores circunstancias. Habrá
menos películas, menos acreditados, menos invitados. A lo mejor el festival
sale ganando con esta cura de humildad obligada. Quizás no haga falta tener
cada vez más y más sesiones, lo que cuenta es tener buenas películas y series (este
año no hay falsas distinciones entre unas y otras) aunque sea sin el circo de
la alfombra roja y las entrevistas a destajo. Siempre he pensado que un
festival es sobre todo su programación, pero también es muy importante su lado
de espectáculo, de fiesta, de glamour. He sido partidaria de la alfombra roja y
sus oropeles, porque es una manera de atraer el público al cine y si vienen a
ver a las estrellas, a lo mejor se quedaban a ver las películas. Pero si este
año la alfombra se reduce a algunos fotógrafos, no pasa nada. La memoria
quedará y aunque los festivales de este año se recordarán en la historia como
los enmascarados y distanciados, se les reconocerá el valor de haber sido
capaces de decir: aquí estamos, aquí seguimos y aquí seguiremos. José Luís
Rebordinos, director del Festival lo tiene muy claro: “La industria del cine,
como todos los sectores productivos, ha sufrido mucho en los últimos meses. Por
eso, el simple hecho de que pueda hacerse la 68 edición del Festival tenemos que
celebrarlo como una apuesta clara de lucha para que el cine ocupe los espacios
que le corresponden y se merece.”. Buena suerte Sanse, buenas películas, buena
convivencia y sobre todo ¡Libre de virus!
Isabel
Uno de los momentos más
importantes del festival es la entrega del Premio Nacional de Cinematografía
que se celebra cada año el primer sábado del festival. Este año el premio le ha
sido concedido a Isabel Coixet y yo me siento particularmente contenta con él.
Es un premio perfectamente justificado, un reconocimiento al trabajo de esta
mujer que tiene las ideas muy claras. Isabel se lo merece por su larguísima
trayectoria de más de treinta años en los que ha demostrado ser una gran
directora, una gran productora y sobre todo una gran persona. No me acuerdo
cuando la conocí, pero si me acuerdo de los dos proyectos que compartimos
juntas y en los que su generosidad y apoyo fueron fundamentales. En el año
2009, organicé una retrospectiva de su trabajo en el Festival de Verona, Schermi d’Amore. Fue el año que
eligieron Mapa de los sonidos de Tokio
en el Festival de Cannes. A pesar del agobio y la presión de esta selección
Isabel aceptó venir a Verona y pasamos unos días estupendos en los que no paró
de hacer entrevistas y a pesar de eso, logramos tener tiempo para pasear y ver
la ciudad junto a Cristina Andreu que la acompañaba en ese viaje. Dos años más
tarde, en el 2011, le pedí su colaboración en un proyecto que teníamos en
marcha. Se trataba de una serie para televisión con entrevistas a directores de
cine español llamada Transparencias.
Isabel accedió a dejarnos rodar el piloto con ella. La serie nunca se llevó a
cabo, pero hacer aquel piloto fue estupendo.
He hecho muchas entrevistas a Isabel para distintos medios y en distintas ocasiones, siempre la he encontrado dispuesta. Desde su productora ha impulsado la carrera de jóvenes directoras que encuentran en Miss Wasabi un apoyo y un consejo. Los seis años que trabajé en el Festival de Berlín coincidimos allí en cada edición. Siempre tenía algo que hacer en Berlín: jurado el año que ganó La teta asustada; presentar una película o un documental político; un experimento realizado con su teléfono móvil. Espero con ganas cada nueva película de Isabel. A veces me interesa más, a veces menos, unas conectan con mis emociones, otras me dejan indiferente, pero siempre descubro personajes, imágenes, lugares, sensaciones. Estoy deseando ver que ha hecho con Benidorm, seguramente será algo muy extraño. Me gustaba y me gusta mucho hablar con ella. Por eso estoy contenta con este premio. ¡Felicidades Isabel!
Pequeñas
notas de tres estrenos
Pinocho, de
Matteo Garrone. Es el Pinocho más fiel al libro, es también el más hermoso.
Pero sobre todo, es el más tenebroso, cruel y poco empático de todos. Una
rareza.
L’Ofrena
de
Ventura Durall, melodrama psicológico que recuerda muy vagamente el Rojo y negro de Stendhal- Su
protagonista se llama Jan Sorel, usa a una mujer joven que le adora para
destruir a una mujer que sedujo hace años. Claro que, a lo mejor, soy yo la que
le busco tres pies al gato y la peli no es nada de todo esto.
Knight of Cups de Terrence Malick. Es del 2015, no han hecho pases, no la he podido ver de ninguna manera. Un Malick siempre es un reto. Ustedes mismos.
EL RINCON DE LAS SERIES
Perry Mason
Recupero esta sección en una
semana en la que se me acumulan las series interesantes para destacar. Esta vez
me he decidido por Perry Mason,
estrenada en HBO hace unos meses. Los que tengan memoria del Perry Mason en
blanco y negro de los cincuenta y sesenta, se llevarán una decepción. Por lo
menos al principio. Poco a poco se irán encontrando con un tenue hilo conductor
entre el Mason de Matthew Rhys y el de Raymond Burr. Conocemos a Mason antes de
ser nuestro Perry Mason. Estamos en plena depresión, primeros años treinta, Los
Ángeles. Perry Mason es un oscuro y solitario detective privado típico de las
novelas de Hammett o Chandler. Tiene un mentor, un viejo abogado que trabaja en
causas aparentemente perdidas y al que ayuda en sus juicios. La ciudad es la
otra gran protagonista, sumida en la depresión, poblada de estrellas rutilantes
de cine que conviven con la miseria de la gente, LA padece el auge de las
grandes industrias religiosas con la hegemonía de sus predicadores evangélicos,
concretamente la secta millonaria de la Hermana Alice McKeegan, líder de la
Asamblea Radiante de Dios. (Abro un paréntesis para anotar una curiosa
coincidencia. En una serie más bien fallida de Movistar Penny Dreadful: City of Angels, aparece el mismo personaje de Alice
y la misma secta religiosa en los años treinta). La trama del secuestro y
asesinato de un bebé, es el hilo argumental de los ocho capítulos en los que el
joven Mason pasará de ser un detective privado a ser un abogado idealista, contando
con la ayuda de una estupenda Della, la eterna secretaria, inteligente y mucho
mas perspicaz que su jefe. (Aquí abro otro paréntesis para hacer una pequeña
queja personal. Estoy harta de que en todas las series y en muchas películas de
los últimos años siempre haya una mujer lesbiana. Hubo un tiempo en que siempre
tenía que haber un personaje de color, luego un homosexual, ahora una lesbiana.
Es muy pesado. Cuando la historia lo pide me parece estupendo, pero ¿era
necesario que Della fuera lesbiana para que Perry Mason funcionara? ¿Era
necesario que Paul Drake, su eterno amigo y colaborador fuera negro? Creo que
no, que no aporta nada a la serie y simplemente demuestra la dictadura del
pensamiento dominante que controla buena parte de la creación contemporanea.
Desgraciadamente, Della no es el único ejemplo). Vuelvo a Perry Mason. Es una
gran serie. Y no es extraño si comprobamos que tiene como director a Tim Van
Patten, uno de los principales creadores de Los
Soprano y Boardwalk Empire, una
indudable garantía de calidad. El Perry Mason del inolvidable protagonista de The Americans, es un hombre atormentado
por los recuerdos de la primera guerra mundial que encuentra en la profesión
que le hará famoso un camino de redención y reconciliación consigo mismo. Se ha
anunciado una segunda temporada, espero que sea tan buena como la primera.
Sí, es verdad, muy bonito cuadro!
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