sábado, 13 de febrero de 2021

LO REAL Y LO VEROSIMIL

 

Lo real y lo verosímil no siempre coinciden. Por ejemplo, las declaraciones del Vicepresidente Segundo del Gobierno de España asegurando que el país que él gobierna como Vicepresidente “no tiene normalidad democrática”. Es real que lo ha dicho, pero no es verosímil lo que dice. Tampoco parece muy verosímil, aunque es real, que el portavoz de un partido que gobierna en el Estado, asegure que su presidente, es decir el Vicepresidente Segundo del Gobierno de España, “…puede dar las gracias de que, en España, el Estado no lo envenene con Polonio”, ¿Asesinarse a sí mismo? Es real  que lo ha escrito en un twit , pero la verdad, no parece muy verosímil que suceda. La esquizofrenia de nuestros aspirantes a vladimires (lenins y putins) es algo que roza el ridículo.

Pero esta semana, yo de lo que quiero hablar es precisamente de lo contrario: Lo verosímil que en ningún caso puede, o pudo ser, real en una serie y un estreno on line. Es probable que mucha gente no esté de acuerdo con lo que digo, pero a mi me parece interesante. 

 


(el personaje y la reina de verdad)

Los Brigetorn (Netflix)

Los Bridgetorn es una serie de época estrenada en Netflix, ambientada en el Londres de  1813 en la alta sociedad y la corte. Está basada en una serie de novelas de Julia Quinn que no conozco (y que tampoco me apetece conocer). No porque no me guste la historia y sus personajes, sino porque después de ver esta primera temporada lo que me gustaría es ver pronto una segunda entrega centrada en cualquiera de los ocho hermanos Bridgetorn. Pero si hablo de esta serie en esta entrada no es ni por su calidad cinematográfica, que la tiene, ni por su janeausteniana historia. Me apetece hablar de ella porque es un buen ejemplo de “normalidad”. Me explico. En Los Bridgetorn hay muchos personajes negros, de color. Personajes protagonistas que encarnan desde la reina Charlotte, en la realidad una princesa alemana, hasta el Duque de Hastings, la hermosa Marina y la gran Lady Danbury. El que se haya escogido actores de color para interpretar a ladys y lords ingleses del XIX es una licencia que se toma la serie creada por Chris Van Dusen que más desconcierto ha provocado en los espectadores de Netflix. ¿Una reina negra, un lord de color? No es posible. Pues sí, es posible y me parece muy bien que en las ficciones convencionales se incorporen actores no blancos en personajes que nada tienen que ver con sus rasgos físicos. Me parece estupendo que no se tenga que reducir a los negros, indios, chinos o lo que sea a hacer de negros, indios o chinos. Y que en el relato no se haga ninguna referencia a su raza ni a sus orígenes. La única cosa que se debe exigir es que sean buenos actores. Y en esta serie la mayoría lo son, con una excepción, el guapo pero un tanto encarcarado duque de Hastings.

 

 

Sylvie’s love (Amazon)

También esta película que se puede ver en Amazon contribuye y mucho a la “normalización”. En este caso, la historia se ambienta en Harlem y los personajes son negros. Pero la normalización viene por la época, finales de los cincuenta, principios de los sesenta y por las relaciones entre la pareja protagonistas. Sylvie’s love es un melodrama sirkiano en toda regla. Pero con negros. No hay en esta triste historia de amor, que recuerda a veces a Los paraguas de Cherburgo, ninguna alusión a los conflictos raciales y los problemas que se producían en la convulsa década de los sesenta en Estados Unidos. Nada. Y se agradece mucho. Aquí hay una historia de amor con problemas a lo largo de cinco años entre una guapa aspirante a productora de televisión y un tímido saxofonista. Se conocen, se enamoran, se separan por una tontería, se reencuentran. Y mientras tanto, ambos siguen sus  vidas profesionales y personales sin ninguna referencia racial. Es una historia de blancos con rostros negros. Y eso es lo que me gusta. Que no haya nada que los condicione. Vestuario, ambientación y sobre todo música arropan a los dos protagonistas en ese Harlem y ese Nueva York sin complejos ni miseria ni peleas ni racismo. Supongo que Spike Leedebe pensar que es un horror este film clásico, casi un musical. Pero a mí me parece un ejemplo, como Los Brigetorn, de normalidad narrativa y social. Y además es muy bonita.

 EL RINCÓN DEL ESTRENO


La chica del brazalete

La extraña situación que estamos viviendo ha hecho que muchas cosas cambien. Una de ellas es el orden en este blog. Lo que antes era raro (las series) ahora es lo habitual y lo que era habitual antes, (los estrenos en cine), ahora es raro. En fin, nos vamos acostumbrando a nuevas formas de todo.

La chica del brazalete es un estreno en cines que merece no pasar desapercibido. Su génesis es muy curiosa. Como en el juego del teléfono, donde uno dice una palabra y lo que llega al final no se parece en nada, así es la cadena que empieza en un oscuro asesinato en Argentina, sigue en el guión de una película argentina y acaba en una sala de juicios en Nantes. El suceso original es el asesinato de una adolescente a manos de su mejor amiga. Pero para el director Stéphane Demoustier lo importante no es la investigación de quién lo hizo o las razones de por qué lo hizo. Lo que le interesa es centrarse en la sala donde se celebra el juicio para asistir desde lejos al descubrimiento, en paralelo a los padres, de la desconocida y desinhibida vida sexual de su protagonista, una chica de aires bressonianos. Aunque sea morena, seguro que Melissa Guers habría entusiasmado a Bresson con su apatía y aparente indiferencia hacia todo lo sucedido. La chica del brazalete es un film doloroso en lo que revela: el absoluto desconocimiento que tienen los padres de lo que sienten y hacen sus propios hijos y en lo que denuncia: se les juzga mas desde un punto de vista moral que criminal. Real y verosímil.

 El regalo de esta semana es una planta verosímil, pero no real, en todo caso, preciosa.



 

 

 

 

 

 

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