Lo real y lo
verosímil no siempre coinciden. Por ejemplo, las declaraciones del
Vicepresidente Segundo del Gobierno de España asegurando que el país que él
gobierna como Vicepresidente “no tiene normalidad democrática”. Es real que lo ha dicho, pero no es verosímil lo que dice. Tampoco parece muy verosímil, aunque es real, que el portavoz de un
partido que gobierna en el Estado, asegure que su presidente, es decir el
Vicepresidente Segundo del Gobierno de España, “…puede dar las gracias de que,
en España, el Estado no lo envenene con Polonio”, ¿Asesinarse a sí mismo? Es real que lo ha escrito en un twit , pero la
verdad, no parece muy verosímil que suceda. La
esquizofrenia de nuestros aspirantes a vladimires (lenins y putins) es algo que
roza el ridículo.
Pero esta
semana, yo de lo que quiero hablar es precisamente de lo contrario: Lo verosímil
que en ningún caso puede, o pudo ser, real en una serie y un estreno on line. Es probable que mucha gente no esté de acuerdo con lo que digo, pero a mi me parece interesante.
(el personaje
y la reina de verdad)
Los Brigetorn
(Netflix)
Los Bridgetorn es una serie
de época estrenada en Netflix, ambientada en el Londres de 1813 en la alta sociedad y la corte. Está
basada en una serie de novelas de Julia Quinn que no conozco (y que tampoco me
apetece conocer). No porque no me guste la historia y sus personajes, sino
porque después de ver esta primera temporada lo que me gustaría es ver pronto
una segunda entrega centrada en cualquiera de los ocho hermanos Bridgetorn.
Pero si hablo de esta serie en esta entrada no es ni por su calidad
cinematográfica, que la tiene, ni por su janeausteniana historia. Me apetece
hablar de ella porque es un buen ejemplo de “normalidad”. Me explico. En Los Bridgetorn hay muchos personajes
negros, de color. Personajes protagonistas que encarnan desde la reina
Charlotte, en la realidad una princesa alemana, hasta el Duque de Hastings, la
hermosa Marina y la gran Lady Danbury. El que se haya escogido actores de color
para interpretar a ladys y lords ingleses del XIX es una licencia que se toma
la serie creada por Chris Van Dusen que más desconcierto ha provocado en los
espectadores de Netflix. ¿Una reina negra, un lord de color? No es posible.
Pues sí, es posible y me parece muy bien que en las ficciones convencionales se
incorporen actores no blancos en personajes que nada tienen que ver con sus
rasgos físicos. Me parece estupendo que no se tenga que reducir a los negros,
indios, chinos o lo que sea a hacer de negros, indios o chinos. Y que en el
relato no se haga ninguna referencia a su raza ni a sus orígenes. La única cosa
que se debe exigir es que sean buenos actores. Y en esta serie la mayoría lo
son, con una excepción, el guapo pero un tanto encarcarado duque de Hastings.
Sylvie’s love (Amazon)
También esta
película que se puede ver en Amazon contribuye y mucho a la “normalización”. En
este caso, la historia se ambienta en Harlem y los personajes son negros. Pero
la normalización viene por la época, finales de los cincuenta, principios de
los sesenta y por las relaciones entre la pareja protagonistas. Sylvie’s love es un melodrama sirkiano
en toda regla. Pero con negros. No hay en esta triste historia de amor, que
recuerda a veces a Los paraguas de
Cherburgo, ninguna alusión a los conflictos raciales y los problemas que se
producían en la convulsa década de los sesenta en Estados Unidos. Nada. Y se
agradece mucho. Aquí hay una historia de amor con problemas a lo largo de cinco
años entre una guapa aspirante a productora de televisión y un tímido
saxofonista. Se conocen, se enamoran, se separan por una tontería, se
reencuentran. Y mientras tanto, ambos siguen sus vidas profesionales y personales sin ninguna
referencia racial. Es una historia de blancos con rostros negros. Y eso es lo
que me gusta. Que no haya nada que los condicione. Vestuario, ambientación y
sobre todo música arropan a los dos protagonistas en ese Harlem y ese Nueva
York sin complejos ni miseria ni peleas ni racismo. Supongo que Spike Leedebe pensar que es un horror este film clásico, casi un
musical. Pero a mí me parece un ejemplo, como Los Brigetorn, de normalidad narrativa y social. Y además es muy
bonita.
La chica del brazalete
La extraña
situación que estamos viviendo ha hecho que muchas cosas cambien. Una de ellas
es el orden en este blog. Lo que antes era raro (las series) ahora es lo
habitual y lo que era habitual antes, (los estrenos en cine), ahora es raro. En
fin, nos vamos acostumbrando a nuevas formas de todo.
La chica del brazalete es un
estreno en cines que merece no pasar desapercibido. Su génesis es muy curiosa.
Como en el juego del teléfono, donde uno dice una palabra y lo que llega al
final no se parece en nada, así es la cadena que empieza en un oscuro asesinato
en Argentina, sigue en el guión de una película argentina y acaba en una sala
de juicios en Nantes. El suceso original es el asesinato de una adolescente a
manos de su mejor amiga. Pero para el director Stéphane Demoustier lo
importante no es la investigación de quién lo hizo o las razones de por
qué lo hizo. Lo que le interesa es centrarse en la sala donde se celebra el
juicio para asistir desde lejos al descubrimiento, en paralelo a los padres, de
la desconocida y desinhibida vida sexual de su protagonista, una chica de aires
bressonianos. Aunque sea morena, seguro que Melissa Guers habría
entusiasmado a Bresson con su apatía y aparente indiferencia hacia todo lo sucedido. La chica del brazalete es un film
doloroso en lo que revela: el absoluto desconocimiento que tienen los padres de
lo que sienten y hacen sus propios hijos y en lo que denuncia: se les juzga mas
desde un punto de vista moral que criminal. Real y verosímil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario