El confinamiento obligado al que nos vimos sometidos hace casi un año fue una dura prueba para la vida familiar. La convivencia forzada por el encierro nos permitió descubrir ventajas y desventajas de la familia más cercana, al mismo tiempo que nos hacía añorar la presencia de esa familia con la que no convivíamos, abuelos, tíos, primos o esa otra familia que nos construimos con los amigos a la que no pudimos ver en varias semanas. El confinamiento fue el tiempo de la familia entendida como “esas personas con las que vivo y de las que, a veces, no sé gran cosa”. Como un recordatorio de ese tiempo familiar, esta semana se han alineado los astros para sumergirme en el mundo de las familias. Me he tropezado, voluntaria o involuntariamente, con familias en formatos distintos: dos libros de familias, una serie estupenda y un estreno provocador.
Este librito de los Nuevos Cuadernos
Anagrama, de tan solo 58 páginas, es lo que promete: una celebración de la
infancia del más pequeño de los Trueba.
Que David era hermano de Fernando y tío de Jonás es algo que sabemos
todos, pero poco conocemos de lo que significó su familia, sus padres, sus seis
hermanos y una hermana, su vida en un piso lleno de gente de distintas edades,
su educación sentimental, emocional, ética. En cinco evocaciones de distintos
momentos y etapas de su aprendizaje de la vida, David Trueba nos enseña un mundo
personal, único. Sus textos, ligeros y libres, escritos desde el amor y desde
la memoria, no solo recuerdan una casa, unos padres, unos hermanos, unos
amigos; nos recuerdan un espacio y un tiempo que podemos compartir. David tiene
51 años y hace 25 que publicó su primera novela Abierto toda la noche. Ganarse
la vida, nos cuenta como y gracias a quién, llegó a escribir esa primera
novela.
Una familia en Bruselas,
Chantal Akerman, 1998, editado en España en 2020 por Editorial Tránsito.
Recuerdo muy bien a Chantal
Akerman, recuerdo su enfurruñamiento, su malestar, también su calidez en pocos
y preciosos momentos. Conozco el cine de Chantal, algunas cosas me gustan
mucho, otras menos. Pero no conocía su faceta de escritora. Ha sido una
sugerencia de una buena amiga (los amigos y las amigas son esa otra familia) la
que me ha descubierto este increíble libro de Chantal escrito en 1998, poco
después de la muerte de su padre. Una
familia en Bruselas no es exactamente un libro de memoria personal, tampoco
es una novela. La verdad es que no sé donde colocarlo. Creo que la mejor manera
de explicarlo es decir que es una película de Chantal en palabras. En este
monólogo del pensamiento en el que se conjugan tres voces, con la dominante de
la voz de la madre, reconozco todas las contantes de Chantal: la cotidianidad
de la vida de un ama de casa; la presencia poderosa y fundamental de la figura
de su madre; los deseos, sueños y esperanzas algunos alcanzados, otros
olvidados; el dolor de la pérdida del marido que acaba de morir. Una familia en Bruselas se lee de un
tirón, como se ve una película y mientras se lee y se imagina, uno puede pensar
en su propia familia de Barcelona, de Madrid, de México, de donde sea y evocar
situaciones tan dolorosas y al mismo tiempo reconfortantes como las que
describe Chantal Akerman.
Supongo que mucha gente conoce
esta serie. La primera temporada es del 2016. Pero no sé porqué, yo no la he
visto hasta ahora en que se ha terminado del todo, con el final de la cuarta y
definitiva última temporada. Me ha encantado. Debo reconocer que esperaba
acabar el trabajo del día (el profesional y el familiar) para sumergirme en la
atmosfera cálida, feliz, extravagante y deliciosamente absurda de los Durrell
en Corfú. Lawrence Durrell, autor de El
cuarteto de Alejandría, es un escritor que conozco, leo y releo desde que
era muy pequeña Digo lo de releer porque su cuarteto no se entiende igual a los
20 años que a los 60. Pero desconozco por completo la obra de su hermano
pequeño Gerald Durrell, autor de la Trilogía
de Corfú que adapta Los Durrell.
La historia transcurre durante los cuatro años que la familia pasó en la isla
griega entre 1935 y 1939. La familia y la casa magnífica en la que viven a la
orilla del mar, son protagonistas absolutos. La madre, la adorable Mrs.
Durrell, es el centro de la vida de los Durrell. Y los Durrell son el aspirante
a escritor Larry; el inocente y bien intencionado Leslie; la inquieta y curiosa
Margo y Gerry, el pequeño, empeñado en salvar de la extinción a todos los
animales de la isla convertidos en miembros de la familia: perros, pelicanos,
perezosos, tortugas, cabras, burros, lémures, arañas, escarabajos… Todos
comparten la casa y la vida de los Durrell. Y junto a ellos los amigos griegos
que acaban siendo parte de la familia. En especial el indispensable Spiros, el
inteligente Theo, la insustituible Lugaretzia y la entrañable amiga Florence. Los Durrell está llena de la luz del mediterráneo
y es un canto a la libertad de ser y pensar lo que uno quiera. Hay conflictos,
hay algún problema, hay amores desgraciados, muchos animales y muchas
emociones, pero sobre todo hay ganas de compartir, de aprender y de vivir.
Verla ha sido un bálsamo de inteligencia y humor frente a la realidad de cada
día. Una excelente alternativa a los telediarios.
El diablo entre las piernas,
Arturo Ripstein, México 2019
La última película de Ripstein es Paz Alicia Garciadiego en estado puro. Eso quiere decir que es sórdida, desagradable, provocadora, esperpéntica, pero también fascinante y un punto hipnótica. La familia aquí es un infierno compuesto por tres personas: el marido, un viejo libidinoso, maltratador desde un punto de vista no físico, celoso y dominante; la mujer, una vieja que no ha perdido el deseo sexual y que intenta librarse inútilmente de ese marido castrador; y una criadita, joven pero no inocente que ejerce de eje entre la pareja y acaba asumiendo un rol inesperado y definitivo. Esta familia mexicana nada ejemplar, opaca y un punto siniestra es, lamentablemente, muy real y reconocible. El diablo…es una película valiente, arriesgada, brutal salida de la pluma de Paz Alicia Garciadiego, una mujer sin miedo a las convenciones, puesta en imágenes por un director que sabe sacar partido del blanco y negro, de los espacios cerrados y de los planos secuencia y con una actriz que descoloca y admira, la estupenda Sylvia Pasquel. En la película también tiene un papel importante la indispensable Patricia Reyes Spíndola, pero para mí el gran descubrimiento ha sido Sylvia Pasquel. No hay muchas actrices que afronten un papel como éste con esa seguridad y aplomo, algo que sorprende un poco menos cuando sabemos que Sylvia Pasquel es la hija mayor de Silvia Pinal, la inolvidable Viridiana de Buñuel, nacida, educada y formada en los platós desde que era muy pequeña. El diablo entre las piernas es quizás demasiado larga, es irregular, a veces se estanca y se repite. Pero en su última media hora, se redime y vuela muy alto. Solo por eso vale la pena concederle el tiempo necesario.
El regalo de esta semana
debería ser una familia, pero Ramon no tiene muchos cuadros “familiares”, así
que he decidió compartir un retrato mío de hace muchos años con una de nuestras
gatas, La Rubia. Las gatas, hemos tenido tres, han sido parte de nuestra
familia. Seguro que Gerry Durrell lo entendería.
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