En la vida hay cosas
prometedoras. Cosas buenas que acaban haciéndote el día a día mucho más
llevadero. A veces son cosas pequeñas, una flor nueva en una planta, comer con
un amigo aunque sea con hora de salida (en Catalunya los restaurantes siguen
cerrando a las cinco de la tarde) o que te pongan la vacuna. Bueno, la verdad
es que esto último, además de prometedor no es precisamente pequeño, más bien es
grande. Porque que te pongan la vacuna contribuye a que la pesadilla en la que
vivimos y a la que por desgracias nos hemos acostumbrado, tenga un posible
final. No, no es una cosa pequeña que te vacunen. Y por eso esta semana estoy
contenta y prometedora, porque en casa ya nos han vacunado a cuatro de los seis
que vivimos. Los dos que faltan corresponden a esa franja maldita que era
demasiado mayor para tener una vacuna hace un tiempo y ahora son demasiado
pequeños para que les pongan la otra. Pero se la pondrán, seguro.
Todo esto de las cosas
prometedoras viene a cuento del estreno esta semana de una película estupenda.
Se llama Una joven prometedora, y ha
servido para inaugurar el BCN Film Fest que promete cine y alegría durante una
semana, poco antes de dar paso al otro gran festival de la primavera
cinematográfica barcelonesa el D’A Film Fest que empieza el 29 de abril.
Promesa casi cumplida de volver a las salas, con todas las restricciones
debidas a la que me sumo con mucha más tranquilidad. El pinchazo en mi brazo
izquierdo me da una seguridad añadida.
(me encanta esta imagen de Emerald Fennell)
Una
joven prometedora
Una
joven prometedora es una película entretenida, brillante,
inteligente. La joven prometedora es Cassie, la estupenda Carey Mulligan a la
que vimos hace poco en La excavación
en un personaje muy diferente del que asume en esta historia. Cassie era una
joven prometedora, brillante estudiante de medicina, que por culpa de un hecho
traumático abandonó ese futuro. Tiene 30 años, vive con sus padres y trabaja en
un café. Pero Cassie tiene un propósito que la lleva a mantener una doble vida.
La primera vez que la vemos está sentada, o más bien derrengada y borracha en
un sofá de color rojo donde destaca su rubio cabello y su frágil figura vestida
con un traje de chaqueta negro. Un grupo de jóvenes la mira y hacen comentarios
sobre su estado. Uno de ellos se acerca a ayudarla. Hasta aquí cuento porque
vale la pena ir descubriendo los cómos y porqués de todo lo que pasa y le pasa
a Cassie. Lo que sí puedo y quiero destacar es la espléndida puesta en escena
de esta historia más o menos conocida, más o menos previsible, más o menos
compartible. No me extrañó que fuera tan buena cuando descubrí que la directora
era mucho más que una joven prometedora. Era una realidad completa. Se llama Emerald Fennell y los que han visto The Crown la pueden recordar como la
eterna novia del príncipe Carlos, Camilla Parker Bowles. Pero lo que da más
pistas para entender su debut en el largo es que Esmeralda es la guionista de
la segunda temporada de Killing Eve.
Si conocen la serie, reconocerán en Cassie muchos rasgos de las dos
protagonistas; los que no la han visto (aprovecho para volver a recomendarla)
descubrirán en Villanelle algunas cosas de Cassie. La manera como Esmeralda encuadra
a Cassie casi siempre en el centro del plano tanto en una vida como en otra;
los colores con los que la viste: la buena, o mejor dicho la apagada de la vida
diaria siempre en tonos pasteles, con vestidos de florecitas y lazos en el
pelo; la mala de la noche siempre con trajes de chaqueta negros y pelo
recogido, son elementos que cuentan mucho del personaje. Una joven prometedora promete entretener, promete una historia de
amor, promete una venganza, promete una polémica, promete hacernos pensar y
mirar a nuestro alrededor de otra manera. Y todo lo que promete lo da.
Crock
of Gold: Bebiendo con Shane MacGowan
El otro buen estreno de la semana es un documental que también promete lo que nos da. Se titula Crock of Gold: Bebiendo con Shane MacGowan. Está producido por Johnny Depp y fue uno de los grandes éxitos del pasado Festival de San Sebastián. Mientras la veía, pensaba que este retrato de un cantante irlandés y su banda haría un buen programa doble con Otra ronda. Shane MacGowan es un ejemplo viviente de lo que se cuenta en el film de Vinterberg: el alcohol ayuda a la creación. Aunque pasa facturas, como la pasa el consumo de drogas (ahí está Miguel Bosé para demostrarlo públicamente). Pero Shane, a pesar de haber pagado esas consecuencias, sigue siendo un personaje interesante, irónico, lúcido, brillante y su carrera al frente del grupo The Pogues, una de las más estimulantes en la difícil fusión de música popular irlandesa y la poesía punk más dura. Dirigido por Julian Temple, el film combina animaciones, entrevistas, cervezas, whiskies, diálogos, canciones, y un inédito material de archivo personal y de conciertos de este especial y único duende que se erige en el guardián de la olla de oro de los cuentos tradicionales irlandeses. El documental tiene tres efectos colaterales: te despierta las ganas de tomarte una copa nada más salir (como el film de Vinterberg), corres a escuchar canciones de Shane MacGowan y The Pogues y te planteas encontrar una edición del libro The Keeper Of The Crock Of Gold: Irish Leprechaun Tales. Tres cosas prometedoras.
El regalo de esta semana es un
cuadro prometedor
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