sábado, 24 de abril de 2021

MAFIAS

 

En esta semana de primavera las mafias han estado muy presentes. Mafias del fútbol que se revuelven para seguir manteniendo su estructura de poder, manipulación y dinero como sea (véase todo lo referente a la Superliga). Mafias políticas que luchan por colocar a todos sus conseglieres en los puestos de poder sin importarles en absoluto ni los que les votaron ni los que no les votaron (no hace falta decir de quién estoy hablando). Mafias familiares que parece que por fin van a tener que dar la cara en un juzgado (las últimas informaciones del padrino Pujol y su familia). Mafias amenazantes que envían cartas anónimas con balas, (esta sin duda es la peor manifestación de las mafias de esta semana, la más despreciable). Mafias por todas partes.

Y mafias en el cine, aunque la verdad es que no tan peligrosas como cualquiera de las que he citado en el párrafo anterior. Más bien, mafia con minúscula, casera, de barrio. Estoy hablando de Mamá María, la película de Jean-Paul Salomé protagonizada por Isabelle Huppert que se pudo ver en el BCN Film Fest.

 


(Isabelle Huppert mira al cielo, Jean-Paul Salomé mira a Isabelle y Contxita Casanova mira al frente)

Mamá Maria es la adaptación de una novela de Hannelore Cayre que en España se ha publicado como La Madrina, traducción más o menos fiel de La Daronne, la madre, la jefa. La verdad es que me gusta más el título de la película que el de la novela. La madrina implica controlar una organización que la reconoce como pináculo de una pirámide de poder. No es el caso de esta Mamá María que es el centro de una organización unipersonal, ella, con dos aprendices de sicario que más parecen los Dupont, Dupond de Tin Tin que auténticos malvados de cine negro. La historia pasa en París, en un barrio nada marginal, multicultural, en el que conviven marroquíes, argelinos, chinos, franceses, en una mezcla enriquecedora. La protagonista se llama Patience, Paciencia, un buen nombre para una mujer que nunca pierde los nervios. Trabaja como traductora del árabe para la policía judicial y desde esa posición descubre una puerta por donde colarse para conseguir arreglar un poco su situación financiera. Patience se disfraza de Daronne para desespero de sus compañeros en la policía, que no saben de dónde ha salido esa misteriosa mujer, perseguida tanto por sus colegas como por varios traficantes a los que ha robado impunemente una tonelada y media de esa maría que le da nombre. Lo mejor de esta historia es la complicidad que se establece entre tres mujeres aparentemente muy distintas y distantes: Patience, Kadidja, la enfermera árabe que cuida de su madre en una residencia y Colette Fo la casera china del edificio donde vive. Entre las tres, acabarán por controlar no uno sino varios negocios no precisamente legales de una manera muy poco convencional. Que Isabelle Huppert tenía un don para la comedia lo sabíamos desde sus colaboraciones con Claude Chabrol, al que por cierto, esta película habría divertido mucho. Pero el humor que flota por encima de esta comedia negra nace del lado busterkeatiano de esta pelirroja que nunca sonríe, que lleva nada más y nada menos que 50 de sus 67 años haciendo cine. Y sigue y seguirá.

 



Dealer Netflix

Tampoco en esta serie de Netflix nos encontramos con un padrino al uso. Ni una serie al uso. Dealer es una serie francesa de diez episodios de 10 minutos cada uno. Pasa en Marsella en un barrio marginal y peligroso al que una mañana llegan un director de cine y un cámara para rodar un videoclip con un rapero que acaba de salir de la cárcel y es el papa maría y caballo y lo que sea, de esa parte de la ciudad. En cuanto ponen los pies en ese territorio comanche, Franck y Thomas descubren que hacer un videoclip con Tony no será nada fácil. Lo que hace que Dealer destaque en medio de una auténtica avalancha de series y films sobre narcos y peleas entre bandas por controlar el espacio urbano, es por un lado el punto de vista y la forma como se cuenta, en capítulos tan cortos que no dan tiempo a los tiempos muertos, narrados con cámara subjetiva, en falsos planos secuencia usando la manera de filmar que hace más de veinte años puso de moda El proyecto de la bruja de Blair. Franck es el que sale en pantalla, a Thomas no lo vemos casi nunca porque es el que filma. Se usan distintas cámaras y se mezclan diferentes formatos, sin abusar de ninguno y sin llegar a caer en el manierismo gracias a la corta duración de los capítulos. Dealer es una serie, si, pero conviene verla toda seguida como una película fragmentada. La combinación de ambición de poder y fama de Tony, el dealer, y de fama y prestigio de Franck, el realizador, arrastrarán a todos en una espiral de violencia tarantiniana pero modesta. Aunque son más duros que Mamá María, estos narcos no dejan de ser mafiosos de barrio, mucho menos peligrosos que los mafiosos que nos han acompañado estos días.

 



El regalo de esta semana no es un cuadro de Ramon. Es una foto que me ha emocionado y me ha hecho confiar en el futuro, cosa que no me sucedía desde hace mucho tiempo. Es la foto de la sombra del pequeño helicóptero Ingenuity que ha sobrevolado Marte en un hito histórico de enormes consecuencias aunque no lo pueda parecer por su brevedad, duró menos de un minuto, y su aparente falta de espectacularidad. Esta sombra sobre el planeta rojo abre infinitas posibilidades de conocer otros mundos que por fuerza la humanidad tiene que explorar si quiere sobrevivir. Agotada la ruta hacia el oeste, emprendida desde los tiempos de la prehistoria, y la historia más lejana (de China a Mesopotamia, de Mesopotamia a Egipto, de Egipto a Grecia, de Grecia a Roma, de Roma a los imperios renacentistas, de estos a Estados Unidos y de Estados Unidos de nuevo a China, cerrando el círculo), el único camino que le queda a la humanidad es el de salir al exterior, buscar un nuevo Go West en las estrellas. Y esta pequeña libélula sobre un terreno desconocido, es seguramente el primer gran paso para conseguirlo. Un pequeño vuelo para el Ingenuity, un gran vuelo para el ser humano.

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