Esta semana he estado de
vacaciones. En el mar. Hacia tanto tiempo que no lo hacía que me ha parecido un
viaje tan estratosférico como el de los millonarios Jeff Bezos y Richard
Branson. Pero el mío ha sido menos costoso, más duradero y seguramente más
placentero. Volver a viajar, no solo salir de Barcelona, sino coger un tren, ir
a la costa, vivir en un hotel pequeñito y acogedor, ir a la playa cada mañana y
algunas tardes, dejar que el tiempo discurra sin contarlo. Todo eso son
vacaciones y no tengo tan claro que los nuevos ricos que se marchan de turismo
al espacio lo puedan disfrutar igual. Eso sí, hay que reconocerles que han
inaugurado una nueva era: la de la privatización del espacio que hasta ahora
era de todos. El siglo XXI empezó con un atentado terrible que hizo tambalear
el mundo tal como lo conocíamos. Veinte años después, la pandemia y los viajes
privados al espacio, hacen tambalear de nuevo lo poco que quedaba en pie
después del 2001 y el 2008. La historia va cada día más deprisa y nos
atropella, menos cuando estamos de vacaciones en el mar.
Bueno tras este preámbulo se
me abren dos opciones: hablar de películas del espacio; o hablar de películas
de vacaciones.
(Félix, Chérif y Edouard)
He escogido las vacaciones
entre otras cosas porque este viernes se ha estrenado una película muy
veraniega. Es francesa, muy sencilla y agradable. Se titula ¡Al abordaje! Es la historia de dos
amigos, Félix y Chérif. Félix conoce a una chica en París una noche de verano.
Al día siguiente, ella se marcha de vacaciones con la familia. Félix decide ir
a verla y embarca a su amigo Chérif en la aventura. Para llegar al pueblo contratan
un Bla Bla Car conducido por Edouard. A partir de aquí, las cosas se complican,
se enredan, se desenredan en un mes de agosto feliz en un pueblo de interior
con un rio maravilloso. Los dos amigos, convertidos en trío, se buscan la vida
entre los veraneantes con mayor o menor fortuna amorosa. Todo contado con
sutileza, libertad y sentido del humor. No es Rohmer (y eso es bueno) pero si
es ligero y sin pretensiones. Lo mejor de esta película, aparte del estupendo
pueblo que sirve de escenario a sus amoríos, es el proceso de creación.
Guillaume Brac, el director, aceptó el reto de hacer una película con los
alumnos de la promoción 2019-2020 del Conservatorio Nacional Superior de Arte
Dramático. Tras una serie de audiciones y entrevistas, seleccionó doce alumnos
y trabajó con ellos improvisando una historia que se rodó íntegramente en el
verano del 2019. (un año después no habría podido hacerla igual). Sin un guión determinado
el film se fue construyendo entre todos y eso aporta una frescura a este
abordaje veraniego en el que debutan muchos nuevos actores. Ya veremos si
todos, o algunos de ellos tienen la suerte de consolidarse en el cine francés
como lo han hecho ilustres antecesores en películas que también apostaron por
un relevo generacional. Pienso por ejemplo en Los Rompepelotas de Bertrand Blier en1974 donde aparecían Gèrard
Depardieu, Patrick Dewaere y Miou-Miou. Pero también en películas americanas,
recuerden Rebeldes de Coppola,en
1983, con Tom Cruise, Matt Dillon o Diane Lane. O sin ir tan lejos, Laberinto de pasiones de Almodóvar que
juntó en su veraniega y delirante historia a Imanol Arias, Antonio Banderas,
Cecilia Roth y otros chicos y chicas del montón.
Las
películas generacionales dan mucho juego. Yo confío que de este abordaje salgan
también nombres que renueven el panorama de los actores en Francia, como poco a
poco se van renovando entre nosotros, en parte gracias a las series, tanto las
de las televisiones generalistas como de las plataformas.
Y hablando de series, esta semana no hay rincón. Una de las ventajas de estar de vacaciones ha sido que no he visto nada de nada. Ni siquiera noticias. Eso sí ha sido un descanso.. La semana que viene volveré a hablar de series, estrenos on line y estrenos normales.
El regalo de esta semana es un árbol muy mediterráneo.
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