Esta semana comí con uno de
mis mejores amigos en un restaurante judío de Barcelona. Seguramente no es el
único, pero sí es el único que yo conozco. La comida me gustó mucho, no se
parecía a ninguna otra. Es una especie de fusión europea y oriental con unos
sabores y sobre todo texturas muy diferentes. Fue un descubrimiento. Yo no lo
escogí, fue una elección de mi amigo. Por eso me resultó mucho más curioso que
coincidiera en el tiempo con una especie de inmersión en series israelís que
llevo haciendo desde hace un par de semanas. He visto seguidas las tres
temporadas de Fauda en Netflix y la
primera de Los policías en Filmin. Un
baño de una realidad –siempre tamizada por la ficción– que me resulta muy
desconocida. No porque no haya noticias de esa parte del mundo que comparten y
disputan judíos y palestinos, sino porque lo que deja ver la serie tras la
trama narrativa, es un contexto muy desconocido.
Fauda, Netflix, tres temporadas
2015-2018
Lo primero que se dice en
todas las reseñas de la serie es que Fauda
quiere decir Caos en árabe. Yo
también lo digo para dejar claro que esta serie adrenalínica se mueve en el
terreno del caos. Los protagonistas de las tres temporadas son un grupo de
militares judíos que operan de manera encubierta en territorios palestinos. Por
eso se habla indistintamente árabe y hebreo. Las dos primeras temporadas están
ambientadas en Cisjordania, West Bank para los israelitas, en escenarios
reales; la tercera pasa en Gaza y está rodada en una ciudad costera israelí
ante la evidente dificultad de hacerlo en la franja de Gaza. Las tres están
bien, pero por distintos motivos. En la primera temporada, no sé si la mejor,
pero si la más sorprendente por lo que deja traslucir de la vida tanto en
Israel como en Ramala o Nablus, conocemos a los protagonistas, Doron, Steve,
Noar, Avihar Nurit, la única mujer del equipo, y los comandantes Eli, Gabi y
Moreno. Este es el núcleo duro de la unidad que se infiltra en medios
palestinos de los territorios ocupados para acabar con un terrorista al que se
creía muerto. En la segunda temporada, se incorpora al equipo Sagi y en la
tercera Noar ha desaparecido. Protagonizada de forma principal por Lior Raz,
que encarna al malhumorado Doron, la serie está basada en sus propias
experiencias cuando formaba parte de la Unidad Duvdevan de la fuerza de
operaciones especiales del Estado de Israel. El actor y exsoldado, concibió la
serie con la colaboración del periodista Avi Issacharoff, especializado en
temas palestinos. Quizás sea ese punto de partida en la realidad lo que le da a
Fauda, al menos en sus dos primeras
temporadas, una verosimilitud que la diferencia de las clásicas series de
espionaje o de terrorismo americanas o inglesas. Incluso las situaciones menos
posibles parecen creíbles y la falta de maniqueísmo en los personajes, (los
judíos no son precisamente simpáticos o inteligentes y los palestinos no son
precisamente odiosos o estúpidos) hace que Fauda
resulte adictiva y al mismo tiempo instructiva. Confieso que al empezar la
segunda temporada, pensé, “malo, esta va a ser más de lo mismo”, pero no. A
partir del tercer capítulo la temporada da un giro y se adentra en un terreno
nuevo al poner en el centro de la historia la presencia de ISIS en Palestina,
una injerencia que ni Hamas ni los israelitas pueden aceptar. La colaboración
entre los servicios de inteligencia de Israel y los palestinos es una de las
sorpresas narrativas de Fauda. Pero
lo que la hace distinta es el tono narrativo de thriller y atreverse a eliminar
(matar) personajes principales de la trama de una manera que las series más
convencionales nunca harían. La tercera temporada y de momento la última, es
quizás la más floja. Pero no porque no sea adictiva como las otras dos o
interesante en su retrato. El problema de esta tercera entrega es que es
Ficción pura. A ver, las dos anteriores también son ficción, pero basadas en
hechos y en acciones que sus creadores conocen muy bien. En cambio, la tercera,
ambientada en Gaza, donde las fuerzas especiales no suelen operar, el
desconocimiento de primera mano va a la contra de la historia. En esta temporada
la trama se centra en la liberación de una pareja de jóvenes israelitas
secuestrados por los palestinos. Todo es mucho más elaborado, tiene menos
frescura y deja ver algunos trucos de guión. Aunque el final es, como mínimo,
impactante. No creo que ningún showrunner americano se atreviera a plantearlo.
Los policías, Filmin, una temporada, 2021
No sé si fue buena o mala idea
ver Los policías justo al acabar Fauda. Al principio pensé que me
equivocaba, que tenía que haber dejado más tiempo entre una y otra. Pero a
partir del tercer capítulo ya no me plantee ninguna comparación. Y me enganchó.
Aquí no hay conflicto con los árabes, se trata de un grupo de detectives de una
pequeña comisaria en una ciudad costera enfrentados a un mafioso local que
controla todo el territorio. Para vencerle y acabar con él, este pequeño equipo
de cuatro policías encabezados por Alon, el actor Tsahi Halevi, que en Fauda encarnaba a Naor, no duda en
utilizar toda clase de métodos, legales o ilegales, morales o inmorales, aunque
eso signifique enfrentarse a los mandos de la policía y correr serios peligros.
Lo mejor es la absoluta cotidianidad tanto de estos policías nada heroicos como
de unos criminales más bien torpes. La corrupción de los políticos (esa es una
lacra universal), el miedo de la gente a las extorsiones de los malos, una
cierta incompetencia colectiva, son el caldo de cultivo donde los policías
traman un plan para acabar con el poder del desagradable y gordo Maor Ezra. El
dilema moral al que tiene que enfrentarse Alon, el policía al mando de esta
pequeña unidad, es el corazón de una serie que parece acabar en el sexto
episodio, tras el cual el espectador se pregunta por donde irán los dos
capítulos que quedan pendientes. Pero ahí los israelitas vuelven a demostrar
que su instinto narrativo es muy diferente del americano o europeo y dan un
giro de guión inesperado.
Las
dos series son esencialmente masculinas, pero en las dos, las mujeres juegan un
papel muy importante. No solo Nurit, la única mujer de la unidad de elite de Fauda, también Gali, la mujer de Doron y
sobre todo, la doctora Shirin en las dos primeras temporadas. Y en Los policías, la mujer de Alon, Miki,
tiene un rol determinante y decisivo. Con unos físicos muy poco habituales,
tanto de los protagonistas masculinos como de las mujeres que les acompañan, y
unos paisajes exóticos para un espectador europeo, estas dos series resultan muy
atractivas. Se ha acusado a ambas de ser sionistas, pero ¿qué iban a ser si no
sionistas? También de racistas respecto a los palestinos, en eso no estoy de
acuerdo, hay palestinos inteligentes y palestinos fanatizados, como entre los
hebreos. En todo caso, recomiendo que se deje de lado cualquier valoración
política y se disfruten como lo que son, dos buenos trhillers de espionaje y de
policías.
EL RINCÓN DEL ESTRENO
Cerca de ti, Uberto Pasolini
Solo unas líneas para destacar
un estreno de la semana. Cerca de ti,
de Uberto Pasolini es una película pequeña, llena de ternura, en ningún momento
sensiblera o cursi, dos peligros del argumento que sortea con inteligencia
gracias al actor protagonista, un estupendo James Norton. Con un humor dulce y
triste a la vez, la historia de este padre y su hijo de cinco años es un
auténtico regalo. Salir con los ojos llorosos no es en absoluto un reproche, al
contrario, es reconocerle la capacidad de emocionar con muy poco o con mucho,
según se vea. Vale la pena verla.
El regalo de esta semana es una casita que bien podría estar en Palestino o Israel.
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