viernes, 17 de diciembre de 2021

ISRAEL

 


Esta semana comí con uno de mis mejores amigos en un restaurante judío de Barcelona. Seguramente no es el único, pero sí es el único que yo conozco. La comida me gustó mucho, no se parecía a ninguna otra. Es una especie de fusión europea y oriental con unos sabores y sobre todo texturas muy diferentes. Fue un descubrimiento. Yo no lo escogí, fue una elección de mi amigo. Por eso me resultó mucho más curioso que coincidiera en el tiempo con una especie de inmersión en series israelís que llevo haciendo desde hace un par de semanas. He visto seguidas las tres temporadas de Fauda en Netflix y la primera de Los policías en Filmin. Un baño de una realidad –siempre tamizada por la ficción– que me resulta muy desconocida. No porque no haya noticias de esa parte del mundo que comparten y disputan judíos y palestinos, sino porque lo que deja ver la serie tras la trama narrativa, es un contexto muy desconocido.

 


 Fauda, Netflix, tres temporadas 2015-2018

Lo primero que se dice en todas las reseñas de la serie es que Fauda quiere decir Caos en árabe. Yo también lo digo para dejar claro que esta serie adrenalínica se mueve en el terreno del caos. Los protagonistas de las tres temporadas son un grupo de militares judíos que operan de manera encubierta en territorios palestinos. Por eso se habla indistintamente árabe y hebreo. Las dos primeras temporadas están ambientadas en Cisjordania, West Bank para los israelitas, en escenarios reales; la tercera pasa en Gaza y está rodada en una ciudad costera israelí ante la evidente dificultad de hacerlo en la franja de Gaza. Las tres están bien, pero por distintos motivos. En la primera temporada, no sé si la mejor, pero si la más sorprendente por lo que deja traslucir de la vida tanto en Israel como en Ramala o Nablus, conocemos a los protagonistas, Doron, Steve, Noar, Avihar Nurit, la única mujer del equipo, y los comandantes Eli, Gabi y Moreno. Este es el núcleo duro de la unidad que se infiltra en medios palestinos de los territorios ocupados para acabar con un terrorista al que se creía muerto. En la segunda temporada, se incorpora al equipo Sagi y en la tercera Noar ha desaparecido. Protagonizada de forma principal por Lior Raz, que encarna al malhumorado Doron, la serie está basada en sus propias experiencias cuando formaba parte de la Unidad Duvdevan de la fuerza de operaciones especiales del Estado de Israel. El actor y exsoldado, concibió la serie con la colaboración del periodista Avi Issacharoff, especializado en temas palestinos. Quizás sea ese punto de partida en la realidad lo que le da a Fauda, al menos en sus dos primeras temporadas, una verosimilitud que la diferencia de las clásicas series de espionaje o de terrorismo americanas o inglesas. Incluso las situaciones menos posibles parecen creíbles y la falta de maniqueísmo en los personajes, (los judíos no son precisamente simpáticos o inteligentes y los palestinos no son precisamente odiosos o estúpidos) hace que Fauda resulte adictiva y al mismo tiempo instructiva. Confieso que al empezar la segunda temporada, pensé, “malo, esta va a ser más de lo mismo”, pero no. A partir del tercer capítulo la temporada da un giro y se adentra en un terreno nuevo al poner en el centro de la historia la presencia de ISIS en Palestina, una injerencia que ni Hamas ni los israelitas pueden aceptar. La colaboración entre los servicios de inteligencia de Israel y los palestinos es una de las sorpresas narrativas de Fauda. Pero lo que la hace distinta es el tono narrativo de thriller y atreverse a eliminar (matar) personajes principales de la trama de una manera que las series más convencionales nunca harían. La tercera temporada y de momento la última, es quizás la más floja. Pero no porque no sea adictiva como las otras dos o interesante en su retrato. El problema de esta tercera entrega es que es Ficción pura. A ver, las dos anteriores también son ficción, pero basadas en hechos y en acciones que sus creadores conocen muy bien. En cambio, la tercera, ambientada en Gaza, donde las fuerzas especiales no suelen operar, el desconocimiento de primera mano va a la contra de la historia. En esta temporada la trama se centra en la liberación de una pareja de jóvenes israelitas secuestrados por los palestinos. Todo es mucho más elaborado, tiene menos frescura y deja ver algunos trucos de guión. Aunque el final es, como mínimo, impactante. No creo que ningún showrunner americano se atreviera a plantearlo.


Los policías, Filmin, una temporada, 2021

No sé si fue buena o mala idea ver Los policías justo al acabar Fauda. Al principio pensé que me equivocaba, que tenía que haber dejado más tiempo entre una y otra. Pero a partir del tercer capítulo ya no me plantee ninguna comparación. Y me enganchó. Aquí no hay conflicto con los árabes, se trata de un grupo de detectives de una pequeña comisaria en una ciudad costera enfrentados a un mafioso local que controla todo el territorio. Para vencerle y acabar con él, este pequeño equipo de cuatro policías encabezados por Alon, el actor Tsahi Halevi, que en Fauda encarnaba a Naor, no duda en utilizar toda clase de métodos, legales o ilegales, morales o inmorales, aunque eso signifique enfrentarse a los mandos de la policía y correr serios peligros. Lo mejor es la absoluta cotidianidad tanto de estos policías nada heroicos como de unos criminales más bien torpes. La corrupción de los políticos (esa es una lacra universal), el miedo de la gente a las extorsiones de los malos, una cierta incompetencia colectiva, son el caldo de cultivo donde los policías traman un plan para acabar con el poder del desagradable y gordo Maor Ezra. El dilema moral al que tiene que enfrentarse Alon, el policía al mando de esta pequeña unidad, es el corazón de una serie que parece acabar en el sexto episodio, tras el cual el espectador se pregunta por donde irán los dos capítulos que quedan pendientes. Pero ahí los israelitas vuelven a demostrar que su instinto narrativo es muy diferente del americano o europeo y dan un giro de guión inesperado.

Las dos series son esencialmente masculinas, pero en las dos, las mujeres juegan un papel muy importante. No solo Nurit, la única mujer de la unidad de elite de Fauda, también Gali, la mujer de Doron y sobre todo, la doctora Shirin en las dos primeras temporadas. Y en Los policías, la mujer de Alon, Miki, tiene un rol determinante y decisivo. Con unos físicos muy poco habituales, tanto de los protagonistas masculinos como de las mujeres que les acompañan, y unos paisajes exóticos para un espectador europeo, estas dos series resultan muy atractivas. Se ha acusado a ambas de ser sionistas, pero ¿qué iban a ser si no sionistas? También de racistas respecto a los palestinos, en eso no estoy de acuerdo, hay palestinos inteligentes y palestinos fanatizados, como entre los hebreos. En todo caso, recomiendo que se deje de lado cualquier valoración política y se disfruten como lo que son, dos buenos trhillers de espionaje y de policías.

 

EL RINCÓN DEL ESTRENO

Cerca de ti, Uberto Pasolini

Solo unas líneas para destacar un estreno de la semana. Cerca de ti, de Uberto Pasolini es una película pequeña, llena de ternura, en ningún momento sensiblera o cursi, dos peligros del argumento que sortea con inteligencia gracias al actor protagonista, un estupendo James Norton. Con un humor dulce y triste a la vez, la historia de este padre y su hijo de cinco años es un auténtico regalo. Salir con los ojos llorosos no es en absoluto un reproche, al contrario, es reconocerle la capacidad de emocionar con muy poco o con mucho, según se vea. Vale la pena verla.

 

El regalo de esta semana es una casita que bien podría estar en Palestino o  Israel.



 

 

 

 

 

 

 

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