La vida era ESO. En ese ESO
está comprendido todo lo que la vida ha sido y es y no se sabe si será. La vida era eso, es el título de una película
española de David Martín de los Santos que se estrena esta semana y que junto
con Josefina de Javier Marco y Espíritu sagrado, de Chema García
Ibarra, integra el mejor trío de debuts interesantes del cine español en este 2021.
Los tres son muy diferentes entre sí, aunque la película de Javier Marco y la
de David Martín de los Santos tienen en común ser retratos de gentes sin
historia, personajes que simplemente “viven”, mientras que el espíritu de
García Ibarra se adentra en territorios más estrambóticos, aunque igualmente
reales.
La vida era eso, de David Martín de los Santos
La
vida era eso cuenta la historia de una mujer, o mejor dicho
de una mujer y el recuerdo, la promesa, y el deseo cumplido, de otra. Empieza
en un hospital azul y frio de Gante en Bélgica y acaba en un anaranjado y
cálido paisaje almeriense. Entre medio, un viaje interior acompañado de un
viaje físico, el que hace María, la mujer mayor, cumpliendo el deseo de
Verónica, la mujer joven. Ambas se encuentran en un momento crítico de sus
vidas, nadie ingresa en un hospital por unas vacaciones. Su primer contacto no
puede ser más duro, pero la convivencia en esa habitación de hospital belga las
llevará a hacerse confidencias y acabar siendo amigas a pesar de la diferencia
de edad. María, es decir la excelente Petra Martínez, tiene más de setenta años
y lleva tanto tiempo viviendo en Bélgica que casi no recuerda como era su León
natal; Verónica, una contenida Ana Castillo, tiene poco más de veinte y está
trabajando allí como temporera. Las dos salieron de su pueblo y de su país por
razones económicas, las dos desean volver de alguna manera. La inteligencia y
el principal atractivo de la historia de María y de Verónica es el giro que da
el film al entrar es su segundo acto. Es ahí donde descubriremos ese ESO que
lleva a María a emprender su viaje de recuperación del tiempo pasado y de
conquista del tiempo futuro. Ambientada en el año 2011, en plena crisis
económica, La vida era eso pasa de
oler a mejillones y cloroformo a oler a higuera y a sal. Emocionante sin caer
nunca en la sensiblería, con personajes positivos y luminosos, La vida era eso es un canto a la
posibilidad de transformar el ESO en cualquier momento y a cualquier edad.
Martín de los Santos nos regala un pedacito de vidas y nos permite pensar que
la vida es ESO que cada uno quiere, y puede, conseguir que sea. “Cuando te
mueves y vas a muchos sitios, el tiempo te pasa rápido y luego, cuando lo
recuerdas, te das cuenta de que en realidad pasó más lento. ¿A ti no te pasa?”
No mires arriba de Adam McKay
También podrían pensar que la
vida era eso los protagonistas de esta comedia apocalíptica del fin del mundo:
para ellos la vida era definitivamente eso. Porque, y no hago ningún spoiler,
no tendrán jamás un podrá ser. No hay futuro. Cuajada de estrellas, Leonardo
DiCaprio, Jennifer Lawrence, Meryl Streep, Cate Blanchett, esta película de
catástrofes dirigida por Adam
McKay, nos enfrenta al auténtico meteorito destructor de la
humanidad: la estupidez y la avaricia. Todos en este film son estúpidos, desde
la ingenua astrónoma que descubre el cometa al que darán su nombre (Lawrence),
hasta la impresentable presentadora de televisión prepotente y sin escrúpulos
(Blanchett), pasando por el profesor enredado en su propia telaraña de
ignorancia (DiCaprio) y una presidenta trumpiana que le permite a Meryl Streep
reírse de ella y de su personaje mientras piensa como enriquecerse un poco más.
La verdad, acabas pensando que para que el mundo esté en manos de estos tipos, mejor
que se acabe de una vez. No mires arriba
no quiere ser una película política, pero lo es. Aunque nos reímos con ella y
de ellos, no puedes dejar de pensar que el meteorito Covid19 ha hecho
reaccionar a los mandamases del mundo de manera muy parecida a la de esta
presidenta prepotente y analfabeta, que los medios de comunicación se han
comportado de forma tan irresponsable y banal como los presentadores de ese
programa tan reconocible en cualquier televisión, los supuestos especialistas
que deberían vigilar el cielo, o los virus, no han sido muchas veces mejores
que el pobre profesor Mindy y que detrás de todo hay alguien acumulando riqueza
como el famoso y un poco olvidado Tío Gilito, el rico tío del Pato Donald, al
que el odioso Peter Isherwell se parece mucho. No mires arriba lleva implícita una orden NO MIRES, ni arriba ni a
ningún otro sitio, no sea que veas lo que está pasando y empieces a darte
cuenta de que la vida ya no es eso que creías. Sin ser la mejor película de
Adam McKay, este film que se estrena en cines y se podrá ver desde el 24 de
diciembre en Netflix, es una comedia negra que provoca risas congeladas.
EL RINCÓN DE LAS SERIES
Succession, HBO
El hecho que Adam McKay sea el
productor, en colaboración con Will Ferrell, de la serie de HBO Succession, me ha llevado a pensar en
hablar de ella. Creada por Jesse Armstrong en el 2018, Succession tiene ya tres temporadas, la última aun no se ha emitido completa y por eso no la he
visto. No me gusta ver las series semana a semana, prefiero esperar y verlas
seguidas. Por tanto, no sé si la historia sigue bien o se estropea. En todo
caso, sí puedo hablar de las temporadas una y dos. El resumen argumental dice.
“Serie que sigue a la disfuncional familia de Logan Roy y sus cuatro hijos, que
controlan una de las empresas de medios de comunicación y entretenimiento más
importantes del mundo. Los problemas llegan cuando se plantea quién será el
sucesor del patriarca.” La figura de Logan Roy, el padre, el amo, el jefe de
todo eso, interpretado por un Brian Cox que se crece de capítulo a capítulo a
medida que sus cuatro hijos decrecen en la misma proporción, es muy
reconocible. Me vienen a la cabeza algunos poderosos patriarcas de los medios
de comunicación locales cuyas vidas darían para series tan inmorales y
maquiavélicas como ésta. Pero estamos en Estados Unidos, en el seno de la familia
de alacranes humanos que son los Roy. Comedia negra, hilarante tanto como
irritante, feroz y adictiva, una vez que empiezas, con esa secuencia magistral
del viejo Logan, donde queda clara no solo su demencia, sino su poder, no
puedes dejar de verla, quieres saber más de lo que les pasa al mediocre
Kendall, almiserable Roman, a la manipuladora Siobhan y al medio atrasado
Connor, sin olvidarnos de dos personajes nada secundarios, el oportunista Greg
y el desgraciado Tom, Ah y la fuerza en la sombra que es la maquiavélica
Marcia. Succession es una serie
política en el mejor sentido del término, ya que deja muy claro quién controla
el auténtico poder: el dinero y los medios de comunicación. Es una lección de
capitalismo salvaje que sirve de perfecto complemento al No mires arriba, una frase que los hermanos Logan aprenderán a
aplicar en sus propias vidas.
El regalo de esta semana es un bonito jarrón resquebrajado, como las vidas que eran ESO.
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