sábado, 19 de febrero de 2022

 

Antes de empezar la entrada de hoy tengo que comentar una noticia lamentable.

BTV, la Televisión Pública de Barcelona, ha decidió despedir a 12 personas (en junio ya despidió a 9). Los equipos completos de tres programas culturales Ártic, La Familia Barris y La Cartellera, incluidos los colaboradores externos como yo misma que llevaba trabajando en el programa La Cartellera cinco años, nos hemos quedado en la calle. La Televisión Pública de Barcelona, la televisión del Ayuntamiento, la televisión de Ada Colau, ha decidido que estos programas culturales no eran necesarios. Una prueba más de lo que les interesa la cultura, el cine y la gente. Una tristeza.

 

ACTORES

Utilizo el genérico “actores” que engloba a hombres, mujeres y todos los grados intermedios que puedan existir, para encabezar esta entrada que va de actores/directores. La razón es la coincidencia en el tiempo de tres nombres Uno, José Sacristán, protagonista indiscutible de la semana por su Goya de Honor y por ser él, simplemente. Dos, una película que descubrí por casualidad en Amazon dirigida por un actor inclasificable, Christoph Waltz. Tres, el estreno en salas de una película dirigida por una actriz también inclasificable, Maggie Gyllenhaal. Empiezo en orden inverso.

 

(si ven la película entenderán la imagen)

El estreno en salas. La hija oscura, Maggie Gyllenhaal

En realidad esta película debería llamarse La muñeca robada, titulo más inquietante y sugeridor que el de La hija oscura que nos remite casi al cine de terror, cuando en realidad esta historia es un mono/melodrama centrado en un personaje principal, esa Leda que le ha valido a Olvia Colman una nominación al Oscar como Mejor Actriz por su Leda adulta y a Jessie Buckley otra nominación a la Mejor Actriz de Reparto por su Leda joven. La hija oscura es un guión, otra nominación de este año, en este caso para Maggie Gyllenhaal, que adapta una novela de la italiana Elena Ferrante. No conozco la novela así que no puedo juzgar si es fiel o no. Pero la película me ha gustado más de lo que me imaginaba a priori. Maggie Gyllenhaal, hermana de Jake Gyllenhaal con el que coincidió en la inquietante Donny Darko en el 2001, un año antes de convertirse en la Secretary de Steven Soderberg, es una actriz que se prodiga poco. Su aproximación a este melodrama silencioso ambientado en una playa idílica de una isla de Grecia, donde una mujer adulta, solitaria y cansada busca refugio en sus vacaciones y lo que encuentra es una ruidosa y muy invasiva familia con una madre joven y su hija, es de una sutileza y feminidad apabullante. Y digo lo de feminidad con todo sentido, porque esta película no la habría podido hacer un hombre. Las complicidades entre las mujeres, los matices de sus esporádicas relaciones, la doble historia personal de Leda ahora y Leda joven, sus conflictos personales con la maternidad y la culpa y la responsabilidad, solo los podía tratar de esta manera una mujer. Las dos Ledas dominan el relato, Olivia Colman es antipática y arisca, pero tiene sus razones, Jessie Buckley es antipática y muy insegura, pero también tiene sus razones. Las dos se hacen querer en sus contradicciones y en sus comportamientos tan poco convencionales a los 25 años como a los 48. Cine de actrices en todos los sentidos de la palabra, esta hija oscura creo que anuncia mas Gyllenhaal directora y menos Gyllenhaal actriz.

 

(el selecto barrio de Georgetown en Washington)

 El estreno en plataforma: El crimen de Georgetown, Christoph Waltz, Amazon

Christoph Waltz ejerce aquí una doble función, es el director y es el protagonista de una historia inspirada en un hecho real recogido en un artículo, publicado en The New York Times Magazine, donde se explicaba el asesinato de la veterana periodista de 90 años Viola Herms Drath el año 2011 a manos de su segundo marido. En la película, Viola se ha convertido en Elsa Breht con el rostro, el cuerpo y el cabello de una Vanessa Redgrave espectacular, mientras que Waltz se mete en la piel de Ulrich Mott, un estafador alemán de poca monta empeñado en llegar a lo más alto de la selecta sociedad de la muy selecta ciudad de Georgetown. Como si se tratara de un Pequeño Nicolás (por cierto, ¿qué se  ha hecho de este siniestro personaje?) Mott consigue engañar a media ciudad, incluida la veterana periodista que cae rendida ante sus dotes de seducción, convenciendo a todo el mundo con sus extravagantes historias sobre una supuesta intermediación en la guerra de Irak. Verborreíco, exagerado, autocomplaciente, cínico y oportunista, Mott/Waltz se convierte en el criado para todo de su rica esposa, ante el disgusto de su hija Amanda, interpretada con dureza por Annette Bening, la única que parece darse cuenta de la catadura moral de este Pequeño Ulrich norteamericano. Como su título indica, hay un crimen en la película, y la historia de cómo se llega a ese crimen y lo que pasó después es lo que se va contando en un film segmentado en capítulos. Divertida y mordaz, Waltz se ríe de sí mismo, de los políticos y de la sociedad de Georgetown sin ninguna piedad. Presentada en el festival de Tribeca del 2019, El crimen de Georgetown nunca se llegó a estrenar y solo se puede ver en plataformas. Es una lástima porque el protagonista de Malditos bastardos y Un dios salvaje, por citar solo dos de sus muchas películas, demuestra tener un don para la comedia negra con toques centroeuropeos. Creo que Billy Wilder se habría reído mucho de y con Ulrich.

 


José Sacristán

El Goya de honor de este año ha puesto a Sacristán en el ojo del huracán de las noticias. A sus 85 años muy bien llevados, Sacristán ya no tiene nada que perder y todo por ganar. Por eso no calla sus opiniones políticas aunque a veces no coincidan con lo que se espera de un actor de izquierdas. Porque Sacristán es un actor y un director de izquierdas sin duda, Pero no de esa izquierda sumisa y borreguil que sigue las consignas de lo políticamente correcto sin cuestionar nada y con una, a veces, terrible amnesia y analfabetismo histórico. Sacristán es un señor de izquierdas en todo el sentido real de la palabra. Y por eso no solo no reniega ni habla mal de sus principios en el cine español formando parte de aquello que despectivamente se llamaba “comedia española”, sino que lo reivindica como terreno de aprendizaje y como representación social de una España que él conoció desde la posguerra más dura, hasta la transición y de la transición a esto que tenemos ahora que es difícil de calificar. Su voz se ha ido haciendo grave con los años, su nariz y su cara de acelga, han ido ganando en personalidad con las canas, su manera de estar ante la cámara se ha ido serenando. Pero su compromiso con la profesión y con la realidad no ha cambiado nunca. Sacristán es un actor que siendo siempre él mismo consigue ser siempre diferente. Y para prueba una película olvidada de su filmografía que vi casi por casualidad en Flixolé, (donde por cierto, hay muchas películas suyas como actor). Yo me bajo en la próxima ¿y usted? con Concha Velasco de compañera en un tour de forcé que les lleva a recorrer casi cincuenta años de historia de nuestro país a través de la relación de Concha y Pepe. Esta fue su tercera y  última película como director. Y es una lástima, porque Sacristán podía haber hecho muchas más. Por suerte, nunca dejó de trabajar como actor y desde que en el 2011 hizo con David Trueba Madrid 1987, se ha convertido en el actor fetiche de casi todo el cine español más contemporáneo: El muerto y ser feliz, de Javier Rebollo, Murieron por encima de sus posibilidades, de Isaki Lacuesta, Magical Girl, de Carlos Vermut, Quatretondeta, de Pol Rodríguez, Formentera Lady, de Pol Dura… sin dejar nunca de hacer ese cine llamado comercial al que le tiene un enorme respeto. Y por supuesto, sin dejar nunca el teatro. Con Berlanga se fue a la cárcel y a buscar una vaquilla; Fernán Gómez le bautizó cara de acelga y se lo llevó a un viaje a ninguna parte; los dos Pedros, Maso y Lazaga, hicieron de él, junto con Landa, el españolito medio; Regueiro le metió en la posguerra de Madregilda, estuvo en el Epilogo de Suárez y en La colmena de Camus… Su carrera es interminable. No sé quién escribió la presentación que hizo Nora Navas en los Goya de este año, pero clavó su retrato enlazando únicamente títulos de sus 198 películas. Contar con alguien como él en nuestro cine, es un regalo que hay que aprovechar.

Aprovecho para recomendar dos programas recientes de TVE que se han acercado a Sacristán con motivo de su Goya. Son muy diferentes entre sí y los dos dejan ver la calidad humana del hijo del Venancio. 

https://www.rtve.es/play/videos/imprescindibles/jose-sacristan-yo-queria-ser-tyrone-power/5747005/

Imprescindibles: Yo quería ser Tyrone Power

 https://www.rtve.es/play/videos/la-matematica-del-espejo/jose-sacristan/6237815/

La matemática del espejo  

El regalo de esta semana está dedicado a José Sacristán. Es una cabeza de ajos que Ramon ha dibujado expresamente para él. Los que le conocen entenderán porqué y los que no le conocen, lo podrán descubrir viendo los dos programas de RTVE.

 


 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario