Antes de empezar la entrada de
hoy tengo que comentar una noticia lamentable.
BTV, la Televisión Pública de
Barcelona, ha decidió despedir a 12 personas (en junio ya despidió a 9). Los
equipos completos de tres programas culturales Ártic, La Familia Barris y La
Cartellera, incluidos los colaboradores externos como yo misma que llevaba
trabajando en el programa La Cartellera cinco años, nos hemos quedado en la
calle. La Televisión Pública de Barcelona, la televisión del Ayuntamiento, la
televisión de Ada Colau, ha decidido que estos programas culturales no eran
necesarios. Una prueba más de lo que les interesa la cultura, el cine y la
gente. Una tristeza.
ACTORES
Utilizo el genérico “actores”
que engloba a hombres, mujeres y todos los grados intermedios que puedan
existir, para encabezar esta entrada que va de actores/directores. La razón es
la coincidencia en el tiempo de tres nombres Uno, José Sacristán, protagonista
indiscutible de la semana por su Goya de Honor y por ser él, simplemente. Dos,
una película que descubrí por casualidad en Amazon dirigida por un actor
inclasificable, Christoph Waltz. Tres, el estreno en salas de una película
dirigida por una actriz también inclasificable, Maggie Gyllenhaal. Empiezo en
orden inverso.
(si ven la película entenderán
la imagen)
El
estreno en salas. La hija oscura, Maggie
Gyllenhaal
En realidad esta película
debería llamarse La muñeca robada,
titulo más inquietante y sugeridor que el de La hija oscura que nos remite casi al cine de terror, cuando en
realidad esta historia es un mono/melodrama centrado en un personaje principal,
esa Leda que le ha valido a Olvia Colman una nominación al Oscar como Mejor
Actriz por su Leda adulta y a Jessie
Buckley otra nominación a la Mejor Actriz de Reparto por su Leda joven. La hija oscura es un guión, otra
nominación de este año, en este caso para Maggie Gyllenhaal, que adapta
una novela de la italiana Elena Ferrante. No conozco la novela así que no puedo
juzgar si es fiel o no. Pero la película me ha gustado más de lo que me
imaginaba a priori. Maggie Gyllenhaal, hermana de Jake Gyllenhaal con el que
coincidió en la inquietante Donny Darko
en el 2001, un año antes de convertirse en la Secretary de Steven Soderberg, es una actriz que se prodiga poco.
Su aproximación a este melodrama silencioso ambientado en una playa idílica de una
isla de Grecia, donde una mujer adulta, solitaria y cansada busca refugio en
sus vacaciones y lo que encuentra es una ruidosa y muy invasiva familia con una
madre joven y su hija, es de una sutileza y feminidad apabullante. Y digo lo de
feminidad con todo sentido, porque esta película no la habría podido hacer un
hombre. Las complicidades entre las mujeres, los matices de sus esporádicas
relaciones, la doble historia personal de Leda ahora y Leda joven, sus conflictos
personales con la maternidad y la culpa y la responsabilidad, solo los podía
tratar de esta manera una mujer. Las dos Ledas dominan el relato, Olivia Colman
es antipática y arisca, pero tiene sus razones, Jessie Buckley es antipática y muy insegura, pero también tiene sus
razones. Las dos se hacen querer en sus contradicciones y en sus
comportamientos tan poco convencionales a los 25 años como a los 48. Cine de
actrices en todos los sentidos de la palabra, esta hija oscura creo que anuncia
mas Gyllenhaal directora y menos Gyllenhaal actriz.
(el selecto barrio de
Georgetown en Washington)
El estreno en plataforma: El crimen de Georgetown, Christoph
Waltz, Amazon
Christoph
Waltz ejerce aquí una doble función, es el director y es el protagonista de una
historia inspirada en un hecho real recogido en un artículo, publicado en The New York Times Magazine, donde se
explicaba el asesinato de la veterana periodista de 90 años Viola Herms Drath
el año 2011 a manos de su segundo marido. En la película, Viola se ha
convertido en Elsa Breht con el rostro, el cuerpo y el cabello de una Vanessa
Redgrave espectacular, mientras que Waltz se mete en la piel de Ulrich Mott, un
estafador alemán de poca monta empeñado en llegar a lo más alto de la selecta
sociedad de la muy selecta ciudad de Georgetown. Como si se tratara de un
Pequeño Nicolás (por cierto, ¿qué se ha
hecho de este siniestro personaje?) Mott consigue engañar a media ciudad,
incluida la veterana periodista que cae rendida ante sus dotes de seducción,
convenciendo a todo el mundo con sus extravagantes historias sobre una supuesta
intermediación en la guerra de Irak. Verborreíco, exagerado, autocomplaciente,
cínico y oportunista, Mott/Waltz se convierte en el criado para todo de su rica
esposa, ante el disgusto de su hija Amanda, interpretada con dureza por Annette
Bening, la única que parece darse cuenta de la catadura moral de este Pequeño
Ulrich norteamericano. Como su título indica, hay un crimen en la película, y
la historia de cómo se llega a ese crimen y lo que pasó después es lo que se va
contando en un film segmentado en capítulos. Divertida y mordaz, Waltz se ríe
de sí mismo, de los políticos y de la sociedad de Georgetown sin ninguna piedad.
Presentada en el festival de Tribeca del 2019, El crimen de Georgetown nunca se llegó a estrenar y solo se puede
ver en plataformas. Es una lástima porque el protagonista de Malditos bastardos y Un dios salvaje, por citar solo dos de
sus muchas películas, demuestra tener un don para la comedia negra con toques
centroeuropeos. Creo que Billy Wilder se habría reído mucho de y con Ulrich.
José Sacristán
El
Goya de honor de este año ha puesto a Sacristán en el ojo del huracán de las
noticias. A sus 85 años muy bien llevados, Sacristán ya no tiene nada que
perder y todo por ganar. Por eso no calla sus opiniones políticas aunque a
veces no coincidan con lo que se espera de un actor de izquierdas. Porque
Sacristán es un actor y un director de izquierdas sin duda, Pero no de esa
izquierda sumisa y borreguil que sigue las consignas de lo políticamente
correcto sin cuestionar nada y con una, a veces, terrible amnesia y
analfabetismo histórico. Sacristán es un señor de izquierdas en todo el sentido
real de la palabra. Y por eso no solo no reniega ni habla mal de sus principios
en el cine español formando parte de aquello que despectivamente se llamaba “comedia
española”, sino que lo reivindica como terreno de aprendizaje y como representación
social de una España que él conoció desde la posguerra más dura, hasta la
transición y de la transición a esto que tenemos ahora que es difícil de
calificar. Su voz se ha ido haciendo grave con los años, su nariz y su cara de
acelga, han ido ganando en personalidad con las canas, su manera de estar ante
la cámara se ha ido serenando. Pero su compromiso con la profesión y con la
realidad no ha cambiado nunca. Sacristán es un actor que siendo siempre él
mismo consigue ser siempre diferente. Y para prueba una película olvidada de su
filmografía que vi casi por casualidad en Flixolé, (donde por cierto, hay
muchas películas suyas como actor). Yo me
bajo en la próxima ¿y usted? con Concha Velasco de compañera en un tour de
forcé que les lleva a recorrer casi cincuenta años de historia de nuestro país
a través de la relación de Concha y Pepe. Esta fue su tercera y última película como director. Y es una
lástima, porque Sacristán podía haber hecho muchas más. Por suerte, nunca dejó
de trabajar como actor y desde que en el 2011 hizo con David Trueba Madrid 1987, se ha convertido en el
actor fetiche de casi todo el cine español más contemporáneo: El muerto y ser feliz, de Javier
Rebollo, Murieron por encima de sus
posibilidades, de Isaki Lacuesta, Magical
Girl, de Carlos Vermut, Quatretondeta,
de Pol Rodríguez, Formentera Lady, de
Pol Dura… sin dejar nunca de hacer ese cine llamado comercial al que le tiene
un enorme respeto. Y por supuesto, sin dejar nunca el teatro. Con Berlanga se
fue a la cárcel y a buscar una vaquilla; Fernán Gómez le bautizó cara de acelga
y se lo llevó a un viaje a ninguna parte; los dos Pedros, Maso y Lazaga, hicieron
de él, junto con Landa, el españolito medio; Regueiro le metió en la posguerra
de Madregilda, estuvo en el Epilogo de Suárez y en La colmena de Camus… Su carrera es
interminable. No sé quién escribió la presentación que hizo Nora Navas en los
Goya de este año, pero clavó su retrato enlazando únicamente títulos de sus 198
películas. Contar con alguien como él en nuestro cine, es un regalo que hay que
aprovechar.
Aprovecho para recomendar dos programas recientes de TVE que se han acercado a Sacristán con motivo de su Goya. Son muy diferentes entre sí y los dos dejan ver la calidad humana del hijo del Venancio.
https://www.rtve.es/play/videos/imprescindibles/jose-sacristan-yo-queria-ser-tyrone-power/5747005/
Imprescindibles:
Yo quería ser Tyrone Power
La matemática del
espejo
El regalo de esta semana está
dedicado a José Sacristán. Es una cabeza de ajos que Ramon ha dibujado
expresamente para él. Los que le conocen entenderán porqué y los que no le
conocen, lo podrán descubrir viendo los dos programas de RTVE.
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