sábado, 14 de mayo de 2022

AGUJERO NEGRO

 


En esta semana que hemos vivido un episodio de espionaje digno de Mortadelo y Filemón; que hemos sabido más cosas del camarote de los hermanos Marx de la  conexión rusa del independentismo; esta semana en la que Putin se ha dado un baño de multitudes patrióticas y banderiles de corte coreanos y el horror de la guerra llega a su doceava semana; esta semana los astrónomos han logrado fotografiar un inmenso agujero negro en el centro de nuestra galaxia llamado Sagitario A*. Un agujero negro que parece el Ojo de de Saurón (¿o será el de Dios como sugirió Ramon al verlo?) alrededor del cual orbita nuestra galaxia. Esta es la noticia de la semana más importante para mí. Siento como si el universo quisiera recordarnos nuestra pequeñez y nuestra estupidez y no puedo dejar de pensar que ojala se tragara a tantos indeseables que hay en el mundo que nos rodea.

Pero este es un blog de cine. Y de cine quiero hablar en esta semana en la que se estrenan diecisiete películas. Nada más y nada menos que diecisiete películas. Como en los peores tiempos prepandémicos. Es una barbaridad. Muchas no las he visto (¡y si no las he visto yo que veo tantas, me imagino el público normal!). Otras me sabe mal que se estrenen entre el barullo de la acumulación que las condena a pasar desapercibida (por ejemplo Hit the Road de Panah Panahi de la que hablé la semana pasada). Algunas conseguirán singularizarse por algo y sobrevivirán a la avalancha de la semana que viene. En fin, volvamos a la tierra y al cine para constatar que la ley de la selva en la exhibición se ha vuelto a imponer.

De las diecisiete películas que se estrenan este fin de semana, hay tres que quiero destacar para que, a ser posible, no se pierdan en el marasmo cinematográfico.

 


La conferencia, de Matti Geschonneck, 

Premio a la Mejor Película en el último BCN Film Fest La conferencia es un duro film sobre la maldad de los que tienen el poder de matar o no matar. El film recrea la reunión que tuvo lugar el 20 de enero de 1942 en una villa de las afueras de Berlín donde un grupo de destacados representantes del régimen nazi tomaron, en tan solo una hora y media, la decisión de llevar a cabo la llamada “solución final”, es decir, el exterminio sistemático de millones de judíos en toda Europa. Contada en tiempo real con una frialdad y falta de sentimientos que estremece, sin salir prácticamente nunca del claustrofóbico salón de reuniones, el film es un depurado y riguroso trabajo de teatro de cámara, o mejor de cine de terror puro y duro.

 



Un mundo nuevo, de Stéphane Brizé

Es raro ver películas políticas como esta. La historia es muy simple. El director de una fábrica filial de una gran multinacional norteamericana en una ciudad de provincia francesa, debe enfrentarse a la terrible decisión de un recorte de personal que le obligará a despedir a 50 trabajadores. El hombre sabe que la empresa le va a exigir esos despidos, pero intenta por todos los medios que no se lleguen a producir. No es que sea un “buen patrón”, simplemente sabe que los recortes repercutirán en la calidad de la producción, pero sobre todo, repercutirán en la calidad humana de su vida. En realidad lo que plantea este film francés es la diferente manera de entender el capitalismo: por un lado los americanos que solo buscan el máximo beneficio; por otro lado los europeos que aunque también quieren el máximo beneficio, no pueden quitarse de encima el peso de una concepción más humanista que mercantilista de las relaciones laborales. Vincent Lindon le da a este personaje la ambigüedad necesaria para que no acabe de caerte bien pero quieras que consiga alcanzar un equilibrio. Quizás un tanto convencional en su puesta en escena y rozando en algunos momentos el buenismo (por suerte sin caer en él), Un mundo nuevo es un film profundamente contemporáneo, de una actualidad aplastante. Viéndolo no pude menos que sentir que estaban hablando de algo muy cercano a mí. Las razones dadas para el despido de 21 trabajadores en el reciente conflicto de BTV, la televisión pública de Barcelona, se parecen como dos gotas de agua sucia a las que se esgrimen en el film. Pero aquí no había un Philippe que defendiera a los trabajadores y si había muchos burócratas y accionistas dispuestos a plegarse a las órdenes del amo/ayuntamiento. Reconozco que sentirme parte del conflicto puede haber influido en mi apreciación del film.

 


Ennio: el maestro de Giuseppe Tornatore

Ennio: el maestro fue uno de los grandes éxitos del pasado BCN Film Fest. Si solo pueden ver una película a la semana, les recomiendo que sea ésta. Ennio es Ennio Morricone y el documental de Giuseppe Tornatore son muchas películas en una. Porque Morricone le ha puesto música a más de quinientas historias desde que firmó su primera partitura para el cine en 1961. Tornatore utiliza como columna vertebral del documental una larga, divertida, musical y muy exhaustiva entrevista con Morricone que realizó él mismo cuando el compositor ya tenía 90 años y conservaba una mente lúcida y clara.. Como contrapunto, muestra testimonios recogidos en todo el mundo con directores de cine, actores, amigos, compañeros, compositores. Y lo ilustra con fragmentos de films inolvidables que están en la memoria de todos, músicas evocadoras de imágenes unidas para siempre, gracias a Morricone, al imaginario colectivo de varias generaciones. El documental de Tornatore transcurre como una sinfonía, con sus distintos movimientos ( infancia, juventud, la música melódica de la canción italiana, los primeros trabajos, Estados Unidos…) y los distintos instrumentos (las entrevistas y los fragmentos de cine). Es una pura delicia escuchar a Morricone tararear las músicas escritas cincuenta o cuarenta años atrás. Es divertido y para mí un descubrimiento, saber que estaba detrás de tantas canciones famosas de los años sesenta. Es impresionante escuchar como directores tan distintos como Bertolucci o Tarantino, hablan de él. Pero lo mejor es que, a pesar de tanto halago y alabanza, el film nunca cae en la hagiografía. Tornatore deja ver algunos de los defectos de carácter del músico intransigente, nos muestra un hombre un tanto intolerante, riguroso y con una mente matemática y científica, tanto como musical. Víctima de una cierta cultura que durante años despreció la música del cine, Tornatore apuesta abiertamente por reivindicarlo como uno de los grandes compositores del siglo XX y XXI. Ennio: el maestro es una lección de cine con música, un auténtico regalo.

 Y hablando de regalos, esta semana he escogido, y no me pregunten por qué, este precioso bodegón de Ramon.



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