viernes, 9 de septiembre de 2022

RIESGOS

 

En la vida muchas veces tenemos que arriesgarnos. Correr riesgos es siempre difícil, no sabemos a qué peligros nos vamos a enfrentar y si saldremos airosos o nos caeremos al vacío. Pero hay que hacerlo, si no, corres el riesgo (este si) de estancarte y de no avanzar. Pero arriesgarse no quiere decir ser irresponsable, Vale la pena intentar medir los peligros y las trampas a las que te enfrentas para sortearlas lo mejor posible. Este párrafo que parece de libro de autoayuda, me sirve como introducción de tres películas que se arriesgan, cada una a su manera.

 


Buena suerte Leo Grande
, de Sophy Hyde

Aquí el riesgo lo asume Emma Thompson, especialmente en un último plano realmente valiente, pero en realidad durante toda la película. La directora es consciente que su papel es el de estar al servicio de la historia pasando lo mas desapercibida posible, Por eso puede parecer que esta aparente obra de teatro filmada sea demasiado sencilla, demasiado convencional. El riesgo está en lo que cuenta, el riesgo está en los personajes. Antes de seguir con los riesgos un apunte sobre la idea de obra de teatro. Su estructura en cuatro actos, su escenario único en una habitación de hotel de la que solo se sale una vez; el estar protagonizada por dos personajes que basan su relación en la palabra, puede hacer pensar en una obra de teatro. Y sin embargo, a mi me parece que el grado de intimidad que se establece entre ellos, no sería posible sentirlo en un escenario. En ese sentido es muy cinematográfica. Volvamos a la historia. Todo comienza de una manera muy banal: una mujer mayor, Nancy Stokes es de decir EmmaThompson, se encuentra en una habitación de hotel con un guapo chico de compañía, Leo Grande, Daryl McCormack, con la intención de tener sexo con él. Hasta aquí nada nuevo y todo un poco sórdido. El primer encuentro no deja buen gusto a nadie, pero hay un segundo, un tercero e incluso un cuarto. Y en esos encuentros podemos ver como los personajes de Nancy y Leo, cambian, crecen, se enriquecen. No cuento más. Aunque si quiero hacer una reflexión sobre el argumento de Buena suerte Leo Grande. Historias de mujeres mayores que seducen o pagan a jóvenes amantes para tener sexo hay muchas en la historia del cine, Me viene a la cabeza la más emblemática, El graduado de Mike Nichols, donde vemos como la maravillosa Anne Bancroft, Mrs Robinson (curioso que Nancy Stokes se llama en realidad Susan Robinson) seduce al graduado Benjamin que interpreta Dustin Hoffman. La otra película que me recordó esta Leo Grande es La primavera romana de la señora Stones (no Stokes, lástima) de José Quintero, con Vivien Leigh y Warren Beatty. Lo que me sorprendió al pensar en estos dos films de los años 60, fueron las grandes diferencias que hay con Leo Grande. De entrada la edad. Anne Bancroft tenía 36 años cuando le tocó hacer de mujer madura y seductora. Vivien Leigh tenía 47 años cuando tuvo que asumir el rol de una mujer que se ve obligada a pagar para tener sexo y compañía. Y aun me acuerdo de otro ejemplo menos parecido que estos, pero también interesante. La Jane Wyman de Solo el cielo lo sabe de Douglas Sirk, tiene 37 años y ya está condenada por sus hijos y por la sociedad a ser una viuda doliente a la que no se le perdona que se enamore de un Rock Hudson de 30 años considerado demasiado joven para ella. Sorprendente y curioso. Emma Thompson tiene 62 años y no solo no está acabada, sino que se atreve a descubrir que hay mucha vida sexual por delante. Hay otras diferencias entre los films del pasado y este, pero no quiero buscar más. Tan solo decir Gracias Sophie, gracias Emma, gracias Daryl por un film lleno de vida.

 


Dúo, de Meritxell Colell

En esta segunda película de Meritxell Colell los riesgos los toma ella, sus personajes se limitan y no es poco, a ponerse en sus manos para que los lleve por donde quiere. Vi este film en el pasado D’A Film Festival y entonces ya escribí de ella. Lo copio: “La película empieza mal, al menos desde mi punto de vista. Una cámara en movimiento muestra a dos actores en un escenario representando una historia. Pero por suerte, el film de Colell no sigue por ahí. Y pronto se abre a una road movie en los Andes del norte de Argentina donde una pareja de actores en gira con un espectáculo de danza se adentra entre pueblos perdidos conviviendo con los indios de esas tierras. Los fragmentos casi documentales de estos encuentros son lo mejor de una historia que va de menos a más, que poco a poco nos va envolviendo en la atmosfera fuera de la realidad de esas montañas donde la Pachabamba preside el ritmo de la vida y en las que Mónica acabará por darse cuenta de la inutilidad de la relación con su pareja. Con evocaciones de Con el viento, protagonizada por la misma actriz Mónica García, este Dúo acaba desdoblándose en dos monólogos independientes. El de él, sumido en la incomprensión del mundo que le rodea, el de ella, integrándose plenamente en ese mundo que la rodea. Con preciosos fragmentos rodados en 8 mm y en digital, la alternancia de los dos tipos de imágenes puntúa el relato de este cuento andino.” No añado mucho más, solo decir que hay que ver este film con los ojos abiertos, dejarse llevar por la cadencia de las imágenes y acompañar a Meritxell y a Mónica, el auténtico dúo, en este viaje por las montañas más altas de Latinoamérica.

 


El acusado, de Yvan Attal.

Aquí los riesgos están muy repartidos. El director, al atreverse con una historia que bordea el precipicio continuamente, su hijo, Ben Attal, que asume el personaje protagonista y a esto sumen a Charlotte Gainsborough, esposa del director y madre del actor, que en la película es la madre feminista y progresista del acusado. Estos son sus riesgos, los del espectador son los de posicionarse frente a una historia llena de aristas, llena de cuchillas afiladas. El acusado habla de los límites del consentimiento (sí es siempre sí, o a veces es sí pero luego no, o a veces es sí aunque me parece que no…) habla de cómo vive una violación la víctima y de cómo vive la no violación el victimario, habla de las derivas judiciales y sociales que destrozan la vida de los dos. Porque ¿fue realmente una violación el encuentro sexual entre Alexander y Mila? ¿Se puede calificar así y por tanto, se tiene que castigar? El film no toma partido y obliga al espectador a decidir. Alexander es un chico inteligente, de buena familia de izquierdas y progresista, estudia en Estados Unidos y en unas vacaciones en Paris, su madre le presenta a Mila, hija de su actual pareja, una joven que viene de un entorno muy religioso y conservador. Cuando Mila acusa a Alexander de haberla violado, se desencadena un proceso judicial que los arrastrará a los dos al abismo. Alexander sostiene que el sexo fue consentido, Mila sostiene que la violó. ¿Quién dice la verdad? Lo que El acusado demuestra es que no hay una sola verdad y sobre todo lo que pone en evidencia es que lo que para unos es parte de la normalidad de una forma de vida asumida por todos, para otros es una transgresión perversa de sus creencias. El acusado hace pensar, provoca discusiones, te deja ante un dilema moral que solo puede resolver cada uno consigo mismo. Yvan Attal observa como un científico y ese es el principal riesgo del director, mantenerse al margen.

 El regalo de esta semana es uno de los cuadros más hermosos y magníficos de Ramon, Le lion vert,  en el que con el que se arriesgó en muchos sentidos.




 

 

 

 

 

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