Hay semanas que los astros se conjugan
de tal manera que aparecen películas entrelazadas sin saber cómo ni por qué.
Esta semana es una de ellas. Se estrenan dos películas que tienen mucho en
común: las dos son operas primas, las dos son de mujeres muy jóvenes, las dos
son muy representativas de Euskadi donde se han
realizado, las dos hablan de un mundo de mujeres, las dos tienen en
común eso, la comunidad, la colmena: sea la de las abejas, sea la de los
libros. Las dos me gustan mucho y las dos creo que son películas importantes.
Pero también hay diferencias.
Las abejas: 20.000 especie de abejas,
de Estibaliz Urresola Solaguren
Lo común: Estibaliz tiene 38 años,
nació en Bilbao, vive cerca de Donostia y tiene una filmografía con cortos importantes, el que más Cuerdas del año pasado con el que ganó
un premio en la Semana de la Critica de Cannes. Su primer largometraje, 20.000 especies de abejas estuvo en la
Berlinale y volvió con un premio para su pequeña y estupenda protagonista Sofía
Otero. Estibaliz se acerca en este film delicado y humano al tema de la
infancia trans en el caso concreto de Aitor que quiere ser Lucía. Es evidente
que este es el tema dominante en la película a la que hay que agradecer que
facilite un debate sereno sobre un problema muy complejo. Pero a mí me gusta más
el dónde se inscribe el conflicto de esta niña: la familia, las mujeres de la
familia, la vida en un pueblo que no es rural, la crisis de la creación, las
abejas y su significado. Aitor que a veces es Coco y acaba siendo Lucía, es el
hijo pequeño de una familia que vive en el país vasco francés. Junto a su madre
y sus hermanos, Aitor va a pasar el verano en un pueblo a este lado de la
frontera, en casa de su abuela. Allí será donde explote su deseo de ser lo que
de verdad es. Allí, entre una madre perdida en sus frustraciones como escultora
de una vieja y desconocida tradición creativa, la escultura a la cera,
Aitor/Lucía se siente comprendida; allí, al lado de una tía abuela solitaria
que se ocupa de las colmenas, sabe que las abejas sirven para curar y que su
organización social es un refugio al caos del mundo que nos rodea, Aitor/Lucía
se siente protegida. Estibaliz construye una colmena en torno a estas tres
mujeres. Las abejas, el espíritu de la colmena, preside todo el relato. Las
abejas son las guardianas de la biodiversidad, sin abejas el mundo creo que desaparecería.
Las abejas son 20.000 especies como hay miles de especies humanas, todos somos
diferentes, todos somos varias cosas a lo largo de nuestra vida, como las
abejas, que diversifican sus roles en función de su tiempo vital. Las abejas
construyen un orden jerárquico envidiable, donde cada uno de los
individuos sabe lo que tiene que hacer para que funcione la comunidad. La
colmena de Estibaliz va encontrando ese equilibrio a medida que avanza la
película y unos y otros, familia, amigos, van estableciendo su relación con
Coco/Aitor/Lucía. 20.000 especies de
abejas es una película de las que dejan una huella, pequeña a lo mejor,
pero imborrable.
Mini ciclo de la miel y las abejas
El
espíritu de la colmena,
Víctor Erice, 1973 (Flixolé)
El
apicultor, Theo Angelopoulos
(no sé dónde se puede ver, pero debe haber un DVD)
Miel de Ssemih
Kaplanoglu, 2010 (Filmin)
Honeyland, Tamara Kotevska y Ljubomir Stefanov, 2019 (Filmin)
Los
libros: A los libros y las mujeres canto,
María Elorza.
Lo común: María
Elorza tiene 35 años, nació en Vitoria, vive en Donostia y tiene una
filmografía de cortos importantes. Su primer largo, A los libros y las mujeres canto, se presentó en el Festival de San
Sebastián donde ganó el sorprendente y muy esperanzador Premio de la Juventud. Las mujeres del título son cuatro amigas, Toni,
la italiana madre de María, Vicky, la catalana con un pasado político; Loreto,
la castellana con un gran sentido del humor y Wal, la alemana, melancólica y
romántica. Las cuatro forman una comunidad, una colmena, construida por años de
amistad y por años de convivencia con los libros. Todas tienen bibliotecas en
las que María aprendió a amar los libros, a disfrutarlos de manera muy distinta
en cada una de ellas. Hablar con estas mujeres era una aventura que se sabía
donde empezaba pero no donde iba a conducir, como cuando empiezas a leer un
libro. Una llevó a lo mas material, las estanterías; otra en cambio abrió la puerta
a la biblioteca ambulante, la tercera se convirtió en espectáculo con los disfraces; y la cuarta
descubrió un amor perdido. María juega y charla con ellas y comparte con el
jardín, el mundo de las abejas, las flores secas. La quema de libros a veces
sanadora, tantas veces represora, la idea del bibliocausto es impresionante,
está muy presente. Los libros como amigos y compañeros. María lo ilustra todo
con fragmentos de cine, casi siempre mudo, bonito contraste cuando hablamos de
palabras y vemos solo imágenes mudas. En una biblioteca hay poesía, novela,
ensayo, hay libros de historia o de arte y hay libros en muchos idiomas. Por
eso en el documental María utiliza todo eso, idiomas distintos, lenguajes diferentes,
formatos variados. Los créditos iníciales son una maravilla con imágenes pictóricas
de mujeres leyendo a lo largo de la historia, los créditos finales son
preciosos en esas figuritas de mujeres leyendo. Y en medio risas, sueños,
libros, canciones, flores y vida, mucha vida. Cuando vi la película en el festival escribí unas pocas líneas: “Una
de las películas más bonitas que he visto. Libros, mujeres, canciones, idiomas,
lenguajes, historia, imágenes, humor, política, los libros como elemento de
unión. Preciosa.”
El regalo de esta semana es un dibujo
que Ramon ha hecho expresamente para esta entrada: una abeja y un libro. ¡Feliz
Sant Jordi!
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