NADA
1. f. Inexistencia total o carencia absoluta de todo ser.
2. f. Sensación de vacío o inexistencia.
3. f. Situación o estado de carencia absoluta.
Estas son
las tres definiciones que da la RAE para la palabra Nada y las tres me sirven
para hablar de cuatro películas interesantes que se estrenan esta semana.
Nada,
Viento Sur, Entre las higueras y El hombre sin culpa
Nada/Intet de Trine Piil Christensen
La nada en esta película ya
está en su mismo título. Intet, Nada
en danés. Como inspirado por el precioso libro de Italo Calvino El barón rampante, el adolescente de 14
años Pierre-Anthon decide el primer día de clase subirse a un árbol como manera
de manifestar su desprecio hacia un mundo donde no hay nada que importe. Si
nada es importante ni necesario, tampoco su vida en el suelo vale la pena.
Pierre Anthon se instala en un gran árbol y anuncia que no bajará nunca. Al
principio su padre, sus maestros, sus compañeros de clase, lo toman a broma,
pero cuando pasan los días y el chico no baja, sus amigos empiezas a
preguntarse cosas. ¿Por qué lo hace? ¿Efectivamente no hay nada que importe? Es
la inteligente Agnés la que hace la pregunta fundamental ¿qué es lo que más nos
importa? Los chicos deciden dar lo que más les importa en una ofrenda
voluntaria: el juguete favorito, un regalo de la abuela, un libro… Pero algo
pasa, y cuando Gerda le pide a Agnés que entregue sus lindas sandalias verdes,
que es en realidad lo que más valora, comienza entre ellos una espiral perversa
que les arrastrará en una degradación progresiva. A medida que van haciendo sus
sacrificios y sus ofrendas en un altar que quiere demostrar que no es cierto
que nada valga, van construyendo un monumento monstruoso de la vacuidad sin que
Pierre Anthon, desde su atalaya, sea capaz de ayudarlos. Basada en una novela
juvenil de Janne Teller publicada en más de 30 países (incluido el nuestro), Intet es un cuento perturbador narrado
con un ritmo pausado que deja que el horror surja de lo que hacen estos chicos,
pero no de sus imágenes. Y aprovecha, de paso, para ridiculizar el supuesto
arte moderno y transgresor en un giro inesperado de la historia. No sé si al
salir de verla, el público tendrá claro que SÍ hay cosas que valen la pena. En
todo caso, yo salí convencida de que SÍ las hay y que no hace falta subirse a
un árbol para demostrar que nada vale, hay muchos ejemplos a nuestro alrededor
de cosas que no valen la pena (aquí cada uno ponga lo que quiera), pero también
hay muchas que me ayudan a seguir adelante. Y no las sacrificaría.
Viento Sur de Álvaro García-Capeto
La nada de este film hecho de viento, mar y cielo es de otro tipo. Es una nada que se instala entre los dos únicos personajes, respondiendo a la primera definición de la palabra: “Inexistencia total o carencia absoluta de todo ser”. La carencia es la de Alberto, un hombre que ha muerto hace muy poco en un accidente de carretera. Su hermana Mónica y su mejor amigo Robert, se encuentran para lanzar sus cenizas al mar cuando sople el viento Sur. Ella es una farera solitaria; él acaba de salir de la cárcel. Entre estos dos seres crece cada vez más la nada, la ausencia del muerto y mientras ella intenta encontrar una explicación a su pérdida, él empieza a mimetizarse con él, convertirse en él. En un paisaje impresionante de la costa cántabra de Euskadi, vemos como pasan los días cargados de sospechas, tensión, mentiras, en una atmósfera cada vez más densa en la que nunca sabemos lo que ha pasado, pero tampoco lo que va a pasar en este especialísimo thriller emocional. Cine de autor en estado puro, Álvaro García-Capelo es director, productor, guionista, director de fotografía y músico, Viento Sur es una anomalía en el cine español.
Una de las definiciones de nada es “sensación de vacío o
inexistencia”. Normalmente, esta idea es siempre negativa. Pero a veces no lo
es. En el caso de esta luminosa y tranquila película tunecina, la nada, el
vacío, no es sinónimo de algo malo. Es simplemente una constatación de que a lo
largo de ese caluroso día de verano entre las higueras no pasa nada. Y sin
embargo, pasan muchas cosas. Pasa la alegría de las chicas, la complicidad de
las mujeres, el coqueteo con los hombres, pasan charlas, risas, trabajo,
sombras, higos y comidas compartidas. Hay una cierta tensión, hay una soterrada
denuncia sin manifestar, hay muchas cosas en ese no pasar nada que hace de Entre las higueras un film diferente,
cercano al documental, sin dejar de ser una ficción. Más cerca de Renoir que de
Carla Simón, Entre las higueras invita
a salir a pasear por el campo, buscar una higuera y subirse, no para demostrar
que nada vale, sino para coger los higos más frescos del verano.
El hombre sin culpa, de Ivan Gergolet
Se puede decir que nada es lo que sabemos de un país como Eslovenia, situado en el centro de Europa y en el que, por suerte para ellos, nunca pasa nada que merezca aparecer en las noticias. De este país desconocido se estrena una película muy interesante. Se titula El hombre sin culpa, pero también podría titularse El hombre sin nada. Porque nada es lo que le queda a Francesco, un hombre reducido a ser casi, el casi es importante, un vegetal al que en uno de esos azares del destino le toca una enfermera cuidadora que tiene una cuenta pendiente con él. He leído una crítica donde se cita Tras el cristal como referente. Puede ser Pero en este caso la “maldad” y “la culpa” de Francesco es mucho más concreta: fue el responsable de la muerte de varios trabajadores por el uso del amianto en la construcción, uno de ellos, el marido de Ángela, la enfermera que planea una venganza cuando lo tiene en sus manos. Pero lo que Ángela no puede imaginar es el sentimiento que le despierta enfrentarse a un hombre disminuido e indefenso. Desde su primera secuencia sabemos que estamos ante un film sórdido, polvoriento, metafísico. Es un aviso que no debe echarnos para atrás porque Gergolet sabe introducir en el relato de estas morbosas relaciones entre el hombre sin culpa y la mujer con venganza, unas gotas de humanidad y de luz, de redención y perdón. La nada que rodea a Francesco acaba llenándola la nada que arrastra Ángela.
El regalo de esta semana es un gran árbol.
No es una higuera, pero si podría acogernos entre sus ramas, azotadas, quizás, por un viento del sur.
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