Priscilla, Sofia Coppola
Nunca me gustó Priscilla
Preysler, creo que por culpa de mi hermana Flora que la detestaba. Todo lo que
le gustaba el Rey del Rock, era desprecio por esa jovencita de peinados
imposibles que aparecía a su lado. Priscilla era un personaje en la sombra,
pero muy presente. Un personaje que no caía bien a casi nadie. Ni siquiera a su
única hija Lisa Marie. Todo esto no me predisponía favorablemente a ver la
última película de Sofia Coppola, que sí despertaba mi curiosidad, porque la
hija de Francis siempre me ha interesado en su manera de entender y de hacer el
cine. Priscilla, la película, me
gustó y decepcionó a partes iguales. Me gustó reencontrarme con el estilo
preciosista, de detalles, objetos, encuadres, vestuario y recreación de una época
que ha sido seña de identidad de Sofia desde su primera película. Me gustó el
uso de los temas musicales como elementos del diálogo y como instrumentos de
hacer avanzar el relato. Pero esto mismo es probablemente lo que me decepcionó
ya que tuve la sensación de estar viendo un poco lo mismo de otras veces, una
cierta tendencia a copiarse a sí misma sin aportar casi nada nuevo. Claro que
el personaje principal fuera Priscilla tampoco ayudaba, a pesar de que Cailee
Spaeny hace todo lo que puede para darle algo de vida. La Priscilla de Coppola tiene dos grandes problemas. Uno es el estar
basada en un libro autobiográfico de la propia Priscilla, que además es
productora, lo que condiciona todo el punto de vista y el recuerdo a lo que
ella ha decidido contar y como contarlo; el otro es que no hay ni una canción
de Elvis Presley y eso es un gran hándicap. Pero a pesar de todo esto, es una
película que recomiendo. No siempre los grandes hacen películas redondas o
perfectas, las filmografías están llenas de films más o menso fallidos en los
que siempre hay un destello de su genio. Y en esta nueva jaula de oro de niña
rica, que viene a sumarse a las de María Antonieta, Charlotte, las vírgenes
suicidas, el hotel donde Cleo vive con su padre, hay suficientes elementos para
disfrutar viéndola en su exquisita belleza.
EL RINCÓN DE LAS SERIES
Frasier (1993-2004) Movistar
Recupero este rincón para
escribir de Frasier, una de las
series que más me han gustado en mi ya larga vida de seguidora de series. Frasier nació como un spin off de Chers (que también me gustaba, pero no
tanto). La empezamos a ver en el lejanísimo 1993, hace treinta años, y nos
enganchó inmediatamente. Frasier
tenía, como Friends o Seinfield, una especial cualidad: eran
capítulos muy cortos, de 20 minutos, con actores estupendos, diálogos
brillantes y personajes a los que no podías dejar de querer mientras te reías
de ellos (y a veces de ti mismo). Fuimos seguidores de Frasier en todas sus temporadas y desde su final en el 2004 la
hemos echado de menos. Hasta ahora, en que Movistar, gracias a Sky Tv, la ha
recuperado a raíz del estreno de la nueva Fraiser
ambientada en nuestros días. No he visto la nueva, pero en cuanto descubrí
que estaba la vieja, me lance a verla. Con un cierto miedo, he de decirlo. ¿Y
si no había aguantado, y si se había quedado vieja y si…? Pero había que
arriesgarse a romper el encanto del recuerdo. Valió la pena. Fraiser sigue siendo Fraiser. La serie sigue divirtiendo en las
tremendas meteduras de pata del protagonista, en el snobismo trasnochado de los
dos hermanos, en sus punzantes comentarios en la radio, en las relaciones entre
Frasier y Niles, o de Frasier con su padre, en su amistad con Roz y en la
imprescindible y fresca presencia de Daphne. Sin olvidarnos de Eddie, claro.
Cinco actores (y un perro), tres decorados fijos, diálogos rápidos y cargados
de sentido, Frasier es ideal para
olvidar durante un ratito la realidad que nos rodea tan poco atractiva y tan
amenazadora en cualquier dirección que mires. Viéndola no he dejado de
acordarme de Jorge de Cominges, fan total de los hermanos de Seattle con el que
nos reíamos comentando escenas y frases. Ya entonces decíamos que Frasier era una serie sanadora, al menos
para mí lo fue y lo sigue siendo. Si la quieren ver, recomiendo hacerlo en
dosis homeopáticas, un capítulo al día y dejar una semana entre temporadas. Es
la mejor manera de disfrutarla.
NAVALNI
En esta semana en que el
despreciable Putin ha consumado el asesinato anunciado de Alexei Navalni, ya
sin esconderse y sonriendo de oreja a oreja, recupero lo que escribí sobre el disidente
ruso cuando se estrenó el documental Navalni, de Daniel Rocher en
HBO. Es mi pequeño homenaje y agradecimiento a un hombre que se enfrentó al
monstruo y lo venció moralmente, pero no pudo vencerlo en su maldad absoluta.
“Retrato del líder de la oposición rusa encarcelado por Putin desde enero de 2021, el film se centra en la figura de Navalni durante su recuperación en Berlín, después del intento de envenenamiento con Novichok en agosto de 2020 cuando regresaba de un viaje a Siberia. Apoyado por su mujer y un reducido equipo de trabajo y con la ayuda inestimable del medio digital Bellingcat, especializados en periodismo de investigación, el documental pone en primera persona al abogado de 44 años, retrocediendo hasta 2017, cuando empezó su campaña de acoso a la corrupción del régimen de Putin utilizando de manera muy inteligente el poder de las redes sociales para escapar del control y la represión del régimen. Rocher confronta a Navalni en una entrevista muy poco complaciente, mientras sigue de cerca la investigación del equipo del político para desenmascarar a los responsables del envenenamiento. Sin perder el sentido del humor y con un rigor documental absoluto, el film acaba siendo un apasionante thriller político digno del mejor John le Carré. Navalni se revela un hombre cercano, inteligente, con las ideas muy claras pero en ningún momento se le convierte ni en un santo ni en un mártir. Es un hombre consciente del deterioro de la vida política de su país, dispuesto a enfrentarse al poder de Putin denunciado la corrupción y la ineficacia de un régimen que no solo se resiste a cualquier cambio, sino que, como ha demostrado la cruel e incomprensible guerra en Ucrania, se refugia en glorias de un pasado a todas luces poco glorioso Cuando rodaban el documental en el verano del 2020 nadie podía pensar que iba a acabar como acabó: con el encarcelamiento de Navalni a su llegada a Rusia en enero del 2021. En marzo del 2022, con Putin metido ya de lleno en la guerra de Ucrania, Navalni fue juzgado y condenado a nueve años en una farsa judicial digna de los tiempos soviéticos. Verlo ahora, cuando las noticias de la guerra de Ucrania se han convertido en habituales, es un recordatorio de que no debemos bajar la guardia, El hombre enfermo, física y mentalmente, que controla y domina el Kremlin, el hombre que es incapaz de pronunciar el nombre de su enemigo, sigue ahí, como el dinosaurio de Monterroso cuando despertamos. Navalni está en prisión en una colonia penal de régimen estricto, pero en realidad es todo el país el que está encerrado en una colonia penal de régimen putinesco. Navalni el documental es una lección de historia viva. (Una pequeña protesta, el documental no está subtitulado, tiene voces sobrepuestas y eso dificulta un poco su visionado, pero a pesar de eso vale la pena verlo)”.
El regalo de esta semana es un
dibujo dedicado a Navalni, forma parte de una serie que se llamaba Viaje de invierno, como el que hizo
Alexei asesinado en una prisión/gulag en el Círculo Polar Ártico.
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