(este cuadro es una buena ilustración de la película de Isabel Coixet)
Este
año no he ido a Berlín. Lo sigo cada día a través de la web del festival y
leyendo algunas crónicas en Internet. No he ido, pero si he visto la película
de Isabel Coixet que se ha presentado esta mañana en la Berlinale: Ayer no termina nunca. Tardará aun un
buen tiempo en estrenarse, por eso no quiero hablar ahora de ella, y prefiero
esperar a que esté al alcance de todos.
Pero si
quiero aprovechar la película para
hablar de LA CRISIS.
La
historia esta ambientada dentro de cinco años, en ese cercano 2017. No es gratuito que Isabel haya escogido esa
fecha. Si la historia pasara ahora mismo, no habría sido igual. Ahora, en este
presente que es su pasado, la sensación de tristeza colectiva, de desesperación
compartida, el abandono de cualquier esperanza, de decepción en definitiva,
contribuye más incluso que los propios recortes a que el dolor de esos
personajes sea aun mas terrible. Hace cinco años, en el 2007, la pareja protagonista
habría tenido mas recursos para resistir el golpe que les destroza. Ahora,
sencillamente, no los tiene.
Ayer no termina nunca
me da pie para plantear una pregunta que desde hace días me hago, mejor dicho, nos
hacemos. ¿A quién beneficia lo que está pasando estos días en España? ¿Quién
saca provecho de que se conozca, ahora y aquí, toda esa inmensa corrupción que
como una marea negra nos desborda y amenaza con ahogarnos? Esa misma corrupción
existía hace un año, hace dos… y nadie la denunciaba, nadie la sacaba a la luz.
¿Por qué ahora y con tanta saña? ¿Por qué ese empeño en demostrar que todo es
mierda y nada funciona? desde la monarquía hasta el deporte, del alcalde, al
presidente del gobierno, del gestor cultural al gran banquero. ¿Por qué esa
insistencia en que el sistema ya no sirve? Que la democracia basada en los
partidos políticos tradicionales está agotada y que es necesaria una regeneración total, es algo en
lo que todos estamos de acuerdo. La cuestión es ¿cómo lo
hacemos? Por eso me pregunto, ¿A quién
beneficia esta situación, este estado de ánimo? Y se me ponen los pelos de
punta cuando pienso que se empiezan a oír voces reclamando un “Salvador de la Patria” (la que sea), un
caudillo que ponga orden en este caos democrático y monárquico y nos devuelva a
tiempos que preferiría que no se repitieran jamás. Y no pienso solo y
exclusivamente en clave española, sino en periodos de la historia colectiva mas
oscuros. Recuerden la Alemania de los
años 30 que desembocó en el nazismo; recuerden la Italia de los años 90 y el
populismo del bufón Berlusconi. Solo de imaginarlo, me estremezco.
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