viernes, 16 de mayo de 2014

CANNES ESTÁ A 10.000 KM


De los estrenos de esta semana solo destaco uno. Y lo hago con plena conciencia de que estamos ante una película que merece ser tenida en cuenta. 10.000 km de Carlos Marqués-Marcet. Este primer film de un director que vive a caballo de España y Estados Unidos, o mejor dicho de Barcelona y Los Ángeles, es el mejor ejemplo de lo que se puede hacer en el cine si se tienen las ideas claras.
10.000 km es la historia de amor de Sergi y Alex. Un chico y una chica de ahora mismo. Los dos buscándose la vida, los dos encontrándola. Él se queda en Barcelona cuando a ella le surge la oportunidad de irse a Los Ángeles con una beca. Ella se va. Su amor se resiente, pero no se destruye. Se transforma a ritmo de skypes, mails, miradas y sonidos virtuales.  Marqués-Marcet nos demuestra que sabe rodar a personas, no solo a máquinas, en un primer plano-secuencia espectacular donde nos sentimos cerca de los dos personajes, tocándolos, oliéndolos, viviendo con ellos. Después, la separación nos los muestra fragmentados, mediatizados por el encuadre de la pantalla, pero siempre vivos. En el cine contemporáneo se ha usado mucho el ordenador como elemento narrativo, pero nunca hasta ahora lo había visto tan integrado en la historia, tan perfectamente lógico y necesario. Y lo que es mas raro y difícil, tan poco monótono y repetitivo. Las conversaciones entre un Sergi desencantado y rutinario que añora a Alex y su vida confortable, con una Alex que disfruta de una libertad creativa total, aunque teñida de la tristeza de no tener a Sergi cerca, son siempre distintas, siempre cambiantes y nos van contando como esa relación crece, se duele, está a punto de perderse y se recupera en unas imágenes que prácticamente no salen de un piso en Barcelona y un apartamento en LA. Tour de force de dos actores estupendos, 10.000 km es ese tipo de película low cost que se ajusta a su presupuesto para sacarle el máximo provecho sin renunciar a contar una historia cercana, universal y reconocible.

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Quizás por eso, porque es cercana, universal y reconocible, me pregunto como es que no la han elegido en Cannes, en la Semana de la Crítica o la Quincena de Realizadores. Cannes acaba de empezar con el estreno de una película, por lo que cuentan las crónicas, perfectamente olvidable: Grace de Monaco que, por cierto, se estrena en España la semana que viene. Viendo la programación oficial, no hay en toda su selección nada realmente nuevo, distinto, estimulante. El festival es una larga presencia de directores consolidados y muchas veces acomodados que no despierta ninguna curiosidad. No se si en las otras secciones, en Un certain regard donde se pasará la película de Rosales, Hermosa juventud, único film español en TODO el festival (mas un corto en la Semaine de la critique), la quincena o la semana, habrá cosas interesantes. Es probable, como también es probable que nunca las veamos estrenadas por aquí a no ser en circuitos paralelos. No lo dudo, pero, de todos modos no puedo dejar de hacerme una reflexión: si los seleccionadores de las distintas secciones del festival no han sido capaces de darse cuenta que en el cine español están pasando cosas interesantes, con películas como 10.000 km y otras muchas que están renovando el panorama; si no han sabido descubrir el potencial de este movimiento que nace de la gente y sus ganas de hacer y decir, ¿por qué tengo que creer que no hay nada en otros países y geografías completamente ignorados por ellos que no han sabido descubrirlo? Quedarse en lo cómodo, no arriesgar, no buscar, es lo mas fácil, pero también lo mas aburrido. Y Cannes, desde aquí, parece muy aburrido.

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Hay una reflexión al margen sobre el festival de Cannes que me gustaría plantear. Este inmenso escaparate del cine mundial se sostiene económicamente en su enorme mercado. Un mercado al que es (era) indispensable ir si uno quería vender o comprar alguna cosa. Un mercado carísimo pero ineludible en el negocio del cine. Bien, esta función, sobre todo la de vender películas acabadas, está desapareciendo rápidamente gracias a Internet y las plataformas donde se pueden subir las películas y mandar un enlace para que sean vistas por programadores o compradores. Eso significa que si un festival, por ejemplo, debía llevar a Cannes por lo menos cuatro seleccionadores para llegar a cubrir toda la oferta del mercado, ahora, con que vaya uno es suficiente. Y la función de este uno no será la de ir a las salas, puesto que la mayoría de las películas que le interesan las habrá podido ver antes en su oficina o en su casa. La función y esa si es importante, será la de hablar, negociar. El contacto personal seguirá siendo necesario. Pero para eso no hace falta pagar un prohibitivo stand en el mercado ni estar todo el festival. Con una habitación  en un hotel, una mesa en un restaurant y tres días bien aprovechados, se pueden hacer los mismos o mas negocios que antes. Resultado, preveo que el festival de Cannes entrará en una crisis económica muy grande en pocos años. Sobre todo porque no tiene el sostén del público (como Berlín o San Sebastián). Y esa crisis se agudizará aun más si no son capaces de renovar su programación con nuevas miradas y nuevas formas. 

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