sábado, 12 de julio de 2014

DERECHOS



El jueves 10 de julio se proyectó de forma simultánea en 80 ciudades españolas el documental Yo decido. El tren de la libertad, realizado por un colectivo de mujeres cineastas en apoyo a las movilizaciones que se produjeron el 1 de febrero de 2014 en contra de la reforma de la Ley del Aborto del ministro de justicia Alberto Ruiz-Gallardón.
Es un documental de batalla, puro cine militante, cine de discusión y de  debate. Lo que no impide que tenga algunos momentos divertidos, el número en el metro, o emocionantes, las mujeres cantando todas juntas. Es un documento tanto como un documental, que recoge el sentimiento de una buena parte de la población, femenina y masculina, que no está de acuerdo con la modificación de una ley que ha funcionado bastante bien durante un montón de tiempo. Y que, en todo, caso, debería cambiarse para mejorarla, no para empeorarla y proyectarla al pasado mas tenebroso.
Pero lo peor de todo no es esta reforma de la ley del aborto que restringe los derechos de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo y sobre su maternidad. Lo peor es que esta reforma se suma a una serie de medidas que han ido recortando las libertades adquiridas durante treinta años en muchas materias: en salud pública (la mas sangrante y dura de soportar), en educación, en ayudas sociales, en derechos de los trabajadores, en cultura… Parece que en pleno siglo XXI la derecha española no haya aprendido que ser de derechas no significa ser un controlador de la vida de las personas. Merkel es de derechas, como lo era Tatcher, Sarkozy o Berlusconi. Pero ninguno de ellos confundía una política económica que maltrata y explota a las clases medias y bajas, con una política social o moral que las vigila. La tendencia a la ingerencia en la vida privada de las personas, a querer legislar lo que por fuerza tienen que ser decisiones privadas, es una constante de los partidos de derecha y ultraderecha en España, convencidos de tener la única verdad posible. 
En este tema del aborto, el estado solo tiene una función: garantizar que se haga en las mejores condiciones sanitarias posibles. Y si me apuran tiene otra función, facilitar y promover la educación sexual entre la gente joven para evitar embarazos no deseados. Pero sobre todo, su principal función no es la de preocuparse de los no nacidos; su principal función debería ser ocuparse de los que ya han nacido, garantizarles educación y cuidados, permitir a todos tener una vida mejor, en lugar de impulsar una sociedad desigual, con menos derechos cada día que pasa y con mas problemas para sobrevivir.
(la película Yo decido, se puede ver en distintas plataformas de Internet de forma completamente gratuita. Basta con poner en el buscador el título y aparecen las páginas para verla)

No quiero acabar este post sin hablar de una película que se acaba de estrenar. El abuelo que saltó por la ventana…. No es una gran película, es irregular y tiene momentos que baja, pero tiene otros muy divertidos y sobre todo tiene un protagonista adorable en su inocencia. El abuelo… me sirve para reivindicar otro de los derechos imprescindibles en nuestra sociedad: el derecho a una vejez digna y el derecho a una muerte mas digna aun. Yo decido, el tren de la libertad, dio la voz a las mujeres que llenaron las calles. Quizás haya que empezar a pensar un Yo decido, el tren de la libertad que de la voz a los mayores  abandonados a su suerte. 

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