(Nunca he estado en China, asi que esta foto no es mía.
Tampoco he encontrado entre las mías ninguna que me sirvieran para
ilustrar este Apocalipsis. Se ve que me dedico más a fotografiar lo que me
gusta que lo que no me gusta.)
Hace tiempo que pienso que estamos viviendo en medio del
Apocalipsis aunque no somos conscientes de ello. Desde la relativa confortabilidad de
nuestras vidas en una Europa mas o menos tranquila (cada vez menos tranquila,
todo hay que decirlo), no queremos darnos cuenta de que una gran parte de la
humanidad está viviendo ya en las pesadillas de destrucción humana que anuncian
las películas de anticipación futurista. Blade
Runner es una realidad incluso antes del 2019. Lo que pasa es que no es una
realidad (aun) en nuestro aquí y nuestro
ahora. Blade Runner y otros mal
sueños futuristas, son la realidad cotidiana de China, ese inmenso país donde
viven 1.350 millones de personas, casi el 20% de la población mundial.
Se sabe mucho y nada de lo que sucede en ese infierno
resultante de la colaboración de un Comunismo estatal que controla la vida de los
individuos hasta el último aliento ,sin dejarles vivir en paz y un Capitalismo
feroz que explota la naturaleza y la sociedad sin ningún rubor, ni nadie que denuncie
su labor destructora. Solo el cine nos ha dejado ver pequeñas muestras de esa
catástrofe. Y dentro del cine, un director, Jian Zhang-ke, es el que mejor ha retratado la
degradación natural y moral del tigre dormido. Su última película, Un toque de violencia, se estrena hoy en
España. Pero está completamente prohibida en China. No es raro. Y no solo por
lo que cuentan las cuatro historias de pequeñas violencias cotidianas, basadas
en hechos reales que Zhang-ke conoció gracias a Weibo, una web de protesta
interna china. Me imagino que en esa prohibición ha tenido que ver algo mucho
mas profundo. Es difícil aceptar el retrato de una sociedad desintegrada y
corrupta, sin ningún valor moral o cívico; es difícil enfrentarse a la imagen
de un mundo donde el sol prácticamente ha desaparecido, oculto por el humo de
la contaminación que no deja respirar; es difícil soportar la visión de un
paisaje físico y humano completamente destruido por la acción de humanos que se
comportan como termitas exterminadoras de su entorno. La violencia no es únicamente
la que ejercen estos pequeños vengadores cotidianos contra las injusticias que
les acosan, el auténtico pecado, la película en su título internacional se
llama Un toque de pecado, es el de
permitir que el país mas grande del mundo, el que mas recursos tiene, el que
debería ser motor de la humanidad en el siglo XXI, sea en realidad una sociedad
en ruinas, empobrecido, con unas diferencias sociales abismales y en
definitiva, una amenaza para ellos mismos y para el resto de la población
mundial.
La comparación con Blade
Runner no es banal. No solo por su paisaje urbano desolador y oscuro. Piensen
en los paraísos siderales que anunciaban los grandes carteles luminosos de la
película, mundos por colonizar para escapar de la lluvia y la miseria. ¿No
podemos pensar que la gran emigración china hacia los paraísos occidentales no
es mas que una huida a otros mundos por colonizar para escapar de la corrupción
y la pobreza?¿Acaso no podemos comparar los pequeños violentos de esta película
con aquellos replicantes hartos de su explotación? Vayan a ver este film, por
favor. Es magnífico, no en balde Zhang-ke es uno de los mejores directores del
mundo. Vayan a verlo y piensen que podemos hacer para no acabar como ellos,
para no llegar al 2019 viviendo todos en Blade
Runner.
2
Quería hablar aquí de dos películas un poco más alegres,
aunque también un poco mas extrañas. Una se estrenó la semana pasada. Se llama La chica del 14 de julio. Es un pequeño
film inspirado en los primeros tiempos de la Nouvelle Vague , los
de los cortos Charlotte et son Jules
o Tous les garçons s’appellent Patrick.
Es en este sentido una película “antigua”, divertida, libre, absurda. Pero lo
que la salva de ser una simple “a la manera de”, es el curioso macguffin que la
convierte en algo muy contemporáneo: debido a la crisis económica, el gobierno
ha decidido eliminar las vacaciones de verano. Todo el mundo tiene que terminar
sus vacaciones antes de empezarlas. Esto hace que sus peculiares protagonistas vivan
unos días acelerados y extravagantes en una road movie que empieza en Paris
durante el desfile del 14 de julio y acaba en una playa de dibujos animados.
La otra película no se si se ha estrenado o se estrenará, se
llama The Extraordinary Tale, es un
film español al 100%, realizado al margen de la industria, hablado en inglés y
que para resumirlo rápidamente, es un cruce entre el Pee-wee de Tim Burton, con
un final digno de David Lynch. Búsquenla, no se arrepentirán, no es una obra
maestra, pero es estimulante.
3
Este post de Apocalipsis y cine bizarro no podía acabar sin
una referencia a nuestro apocalipsis particular y nuestra bizarrería sectorial.
Como si las cosas no estuvieran ya bastante mal en general, con un enemigo
dispuesto a terminar como sea con el cine español sin contemplaciones (Hacienda
lo tiene muy claro), los productores han decidido empezar su pequeña guerra
privada. Razón no les falta de querer pedir cuentas a Ramón Colom y su
depredadora actitud al frente de Fapae, la federación de productores que reúne
a todas las asociaciones de productoras del estado. Pero antes de tirar sobre
el pianista, deberían preguntarse si no se merecen lo que les está pasando; si
no han estado tantos y tantos años viviendo en un limbo de privilegios; si no
es hora de que se planteen realmente que la industria tiene que dejar de
funcionar con criterios del siglo pasado y empezar a mirar al futuro; si no es el
momento de que las cosas se hagan de otra manera. El cine español no debería sufrir este maltrato por parte de todos. Que lo haga Hacienda ya es malo y sería el
Apocalipsis; pero que se disparen al pie los que son el propio cine español,
entra en el terreno de la bizarrería.
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