domingo, 6 de julio de 2014

VENTANAS ABIERTAS


(un cuadro también es una ventana abierta donde, a veces, podemos encontrar un gato)
 Ventanas abiertas. Que bonito titulo Open Windows. Abramos las ventanas para que entre el aire, para ver el horizonte, para darnos cuenta que el mundo es muy grande y se extiende más allá de nuestro pequeño espacio. Ventanas abiertas, luminosas que dejan ver lo que hay dentro tanto como permiten ver lo que hay fuera. Nacho Vigalondo ha abierto las ventanas. Pero no las de vidrio y madera con persianas y cortinas. Ha abierto las ventanas del ordenador llenando la pantalla de fragmentos de una historia contada a varias voces y desde distintos puntos de vista. No es lo mismo que las ventanas abiertas de verdad, pero si tiene algo en común: nos dejan ver lo que hay fuera y a la que te descuidas, se cuelan para ver lo que hay dentro. Espías. Muchos espías para inmiscuirse en la vida de otros. O de otra, como es el caso de Open Windows. Otra que es Sasha Grey, una mujer  muy especial que ha reivindicado el derecho a hacer cine porno, que tiene un discurso claro sobre la sexualidad y que acepta participar en películas como esta, pequeñas y experimentales.
No voy a hablar del argumento de este film de suspense, me voy a centrar en dos cosas que me llaman la atención. Una es la elección de actores protagonistas. Que Vigalondo haya  pensado en Sasha Grey, mito del cine adulto y a Elijah Wood, mito del cine para toda la familia, no deja de tener gracia. Sasha y Frodo juntos producen un cierto cortocircuito.
El otro elemento que me interesa de este curioso (aunque fatigante film) es el del tiempo. Vigalondo está obsesionado con el tiempo. Desde su primer famoso cortometraje, A las 7.35 de la mañana, pasando por el tema de su primer largo, Los Cronocrímenes, el tiempo ha sido el factor dominante en su cine. No he visto Extraterrestre, así que no se si allí también es importante. En todo caso, en estas ventanas abiertas, el tiempo de la acción es el tiempo real de la película. Todo sucede en una hora y media más o menos. Todo menos un final rocambolesco que Vigalondo se saca de la manga para, como en los folletines de principios del siglo pasado, mostrarnos un protagonista /Fantomas que cambia de cara continuamente.
Vale la pena acercarse a esta Ventana indiscreta de la era Internet. Vale la pena por lo que tiene de fundacional: contar una historia con múltiples voces a la manera de un cuento de las mil y una noches o como aquel Manuscrito encontrado en Zaragoza donde llegaba un momento que no sabías quién te estaba contando qué. La multipantalla de ventanas abiertas puede dar mucho juego en la unipantalla del cine. Pero ojo, hay que cuidar las historias,  hay que vigilar que unas pantallas no anulen a las otras, que la incorporación de nuevos personajes no acaben haciendo olvidar los anteriores. Mantener el hilo. Todo esto es el riesgo que Vigalondo ha corrido. En algunas cosas ha salido victorioso, en otras no. Pero reconozcámosle el valor de intentarlo.


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