(un precioso árbol magnético de Ramón que se puede ver en La Casa Grande, en Arcos de la Frontera)
Se han estrenado esta semana dos películas que ayudan a
pasar el verano. La primera es italiana se llama Viajo sola; la segunda es español-chileno y se llama El árbol magnético.
Empiezo por el árbol porque es la que mas me gusta. Es la
ópera prima de una directora gallega, Isabel Aguavives y está rodada en Chile. El
árbol magnético parece un árbol normal, pequeñito, adusto, introvertido, pero
con un encanto especial y una cualidad única: atrae los metales irremediablemente.
La definición del árbol sirve perfectamente para el personaje principal de esta
historia, Nela (Manuela Martelli), una chica normal, pequeñita, adusta,
introvertida, pero con un encanto especial y una cualidad única: atrae a la gente. Bueno , a quién
atrae mas es a Bruno, su primo, recién llegado de España tras años de vivir
fuera. Nela y Bruno forman parte de una familia marteliana (de Lucrecia Martel)
pero en realidad son personajes rohmerianos (de Rohmer). Todo sucede en un fin
de semana muy importante para la familia, es el último que pasan en la vieja casa de campo de su infancia. La crisis
y la vida, les obliga a venderla. Nela es la que mas sufre, ella se siente
parte de esa casa, de ese paisaje, como la abuela que todo lo mira desde su
memoria perdida. Esta es una película/vida. Y con esto quiero decir que no hay
tragedias, no hay conflictos, no hay grandes problemas. Solo esas pequeñas y
dolorosas cosas que son la esencia de vivir. Se ve con placer (los paisajes son
bonitos, la familia divertida, la comida apetitosa) y se recuerda con una
cierta añoranza. El árbol magnético
no es una película nostálgica “los viejos tiempos no necesariamente fueron
mejores”, pero si es una película melancólica. Un pequeño regalo veraniego.
Viajo sola es otra
cosa. La dirige Maria Sole
Tognazzi, hija del actor italiano Ugo Tognazzi, y la protagoniza otra mujer
importante en el cine italiano, Margerita Buy. Lo que mas me gusta de este film
es la tremenda identificación que siento con la protagonista, Irene. No por su
persona, Irene tiene poco mas de cuarenta años, es guapa, vive sola y gana
mucho dinero (nada que ver conmigo). Pero si con su trabajo. Irene se pasa la
vida viajando (sola), alojándose en hoteles magníficos, disfrutando de todas
las ventajas del lujo. Pero ese es “su trabajo”. Irene está deseando volver a
Roma, a su casa con la nevera vacía, a ver a su hermana y sus agobios
familiares, a compartir con su amigo Andrea las pequeñas cosas que hacen feliz
a la gente. Es
en este punto donde me identifico con Irene. Hace tiempo que no voy a
festivales, pero sigo viendo muchas, muchísimas películas. El cine, que para la
mayor parte de la gente es una diversión, una manera de desconectar, para los
críticos de cine es un trabajo. No quiero decir que no nos guste este trabajo,
a mi me encanta, como a Irene le gusta el suyo. Pero nunca he sabido que hacer cuando me comentan “que suerte tienes, todo el día viendo cine”. Como Irene no
sabe que hacer cuando le dicen “que suerte, todo el tiempo viviendo en hoteles de lujo”.
Las cosas buenas cuando se convierten en trabajo no dejan de ser buenas, pero
si se viven de otra manera. Dicho esto, Viajo
sola es una película entretenida, agradable, con unos hoteles que se han
prestado a aparecer con defectos (me olvidaba decir que Irene es lo que se
conoce como el “viajero incógnita”, es decir inspectora de hoteles de lujo con
poder para dar o quitar estrellas) y una protagonista con la que empatizas
aunque no seas crítico de cine.
Los simios
Un poco tarde pero he visto Amanecer del planeta de los simios. Me he aburrido mucho. La
anterior, El origen…, me gustó
bastante, pero ésta no. Si la traigo a colación es porque la traición de Koba,
el mono malo que mata a Cesar, el mono bueno, para provocar el enfrentamiento
con los humanos que César intenta evitar como sea, me ha hecho pensar que la
realidad de nuestro tiempo no está demasiado lejos. César sabe que será una
guerra cruenta y por eso no la quiere, como no la quiere su amigo el ingeniero
Malcom. Pero a Koba le da igual que sus monos mueran a montones. Él quiere la
guerra porque así se fortalece frente a la manada y encuentra en el jefe Dreyfuss el eco de su ambición. El resultado
es la devastación mutua.
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