domingo, 31 de agosto de 2014

ROSTROS

Parece que con el primer fin de semana del verano empiezan a llegar las películas interesantes. Esta semana tres estrenos con Rostro.

La primera El Niño. (Jesús Castro)
Es sin duda la película española más esperada. Todo el mundo pregunta ¿has visto El Niño? Supongo que es el gran poder de la maquinaria promocional de Tele Cinco la que la ha convertido en “esa peli que hay que ver.” Y me alegro. Me alegro porque vale la pena. El Niño es un thriller de acción, de aventuras, es una historia de amistad. Tiene un guión bien construido y tiene la capacidad documental de evocar la vida en esa zona tan particular como es el Estrecho de Gibraltar.  Es una película americana hecha con la mirada europea. ¿En qué consiste esta mezcla? En saber rodar escenas de acción y persecuciones en lancha con helicóptero con una pericia enorme y una credibilidad total, sin caer por ello en el puro artificio. Monzón controla su cámara y no pierde nunca de vista a sus personajes. En realidad El Niño no habla solo sobre el narcotráfico en el estrecho, o las mafias que corrompen a la policía. Esta película habla de eso tan antiguo como la amistad entre hombres, es una buddy movie doble: los dos inocentes aprendices de narcos; los dos veteranos policías. Es la amistad entre los dos jóvenes Jesús, el de ojos azules y el de ojos castaños, y los dos cansados policías, Tosar y Fernández, la que dan cuerpo a una historia donde las chicas juegan papeles adicionales, una con sentido, Barbara Lennie como la compañera de Tosar en la policía; la otra con menos sentido, la joven Marian Bachir como el amor de la vida de El Niño. Si tuviera que destacar algo en particular sería la primera y la última secuencia. La primera porque es un prodigio de narrativa cinematográfica: la vigilancia sobre un hombre que les llevará hasta Gibraltar. La última, porque en ese mar de contenedores (que evoca el final de En busca del Arca perdida con el almacén lleno de cajas en las que se esconde al tesoro) está la clave de lo que Monzón quiere contar: la aventura dura lo que dura la película; la realidad sigue su curso sin inmutarse.

La segunda El congreso (Robin Wright)
Me gusta definir esta película en una frase: El congreso es una mezcla de Stanley Kubrick, con Miyazaki, apoyada por la presencia de una actriz excepcional, Robin Wright. De Kubrick tiene la capacidad indagadora sobre el rostro de una actriz que en cierto modo, y sin que se parezca en nada, recuerda la capacidad indagadora de Lolita (aparte de dos homenajes claros, clarísimos al autor de 2001). De Miyazaki aprende esa pasión por las máquinas voladoras y la creación de un mundo fantástico. Pero su principal atractivo es Robin Wright, protagonista absoluta en la primera parte de la historia, la que sucede con personajes reales, que culmina en una secuencia que merece pasar a la historia del mejor cine de ciencia ficción: Robin Wright, haciendo de si misma, se sitúa en el centro de una inmensa máquina/bola donde se la escanea por completo mientras escucha el relato que le hace su amigo y agente Harvey Keitel. Es de carne de gallina. El congreso tiene dos padres más, además de Kubrick y Miyazaki. Uno es sin duda Stanislaw Lem, el escritor polaco, autor de Solaris, del que se adapta la novela El Congreso de Futurología en la segunda parte del film, la directamente animada; el otro es Max Fleischer y sus dibujos de los años 30 y 40, sobre todo Koko el payaso. Con todos estos elementos, Ari Folman construye una película que se escapa a las fáciles clasificaciones: de ciencia ficción, si; de animación, si; retrato de la crueldad de Hollywood, si; anuncio de lo que puede suceder o incluso ya está sucediendo en el cine, si. Muchos si para una historia que no deja indiferente.

La tercera. El secuestro de Michel Houellebeck. (Luc, Max y Mathieu)
Es la que menos me interesa de las tres, pero eso no quiere decir que no sea un producto con su gracia. No me interesa porque Michel Houellebeck es un escritor que no me gusta, ni lo que escribe, ni él, Y por tanto me da un poco igual la premisa del film. Me importa un comino que Guillaume Nicloux construya esta ficción/documental para explicar su desaparición durante unos días en los que se habló de un posible secuestro. Pero en cambio, la película consigue engancharme, y por eso la traigo a este blog, por la fuerza de sus supuestos secuestradores. Esos tres personajes, mas la madre y el padre de uno de ellos, dueños de la casa donde le tienen encerrado, se comen con patatas al escritor en todas y cada una de las secuencias. No se si son actores, pero en todo caso, son presencias absolutas. Luc, Mathieu, Max, y sobre todo Ginette y Dedé, le roban todo el protagonismo a Michel. Son estupendos.


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