(un cartel de Los odiosos ocho que me gusta mas que el que han utilizado)
En una entrevista
publicada el viernes 15 de enero, Quentin Tarantino recuerda las series del
oeste que veía de pequeño en la televisión. Me ha hecho gracia la referencia
justo esta semana en la que, por razones completamente ajenas a Tarantino, he
revisado con un gran placer capítulos de Bonanza
y de El Virginiano en sus originales
doblajes mexicanos con los que yo los veía cuando vivía en México. Estas dos
series más La ley del revólver y Wanted, con un jovencísimo Steve McQueen,
eran las series del oeste más famosas de los años cincuenta y sesenta. Años en
los que John Ford y Howard Hawks seguían dirigiendo obras maestras del western
y en los que directores más jóvenes, como Sam Peckinpah o Robert Aldrich,
comenzaban a reformular el género
Tarantino nunca ha
escondido su pasión cinéfila alimentada por todo tipo de productos, desde los
grandes clásicos a los videos mas deleznables del cine de terror, western,
bélico, Kung-Fu o thriller. Tarantino es un chupóptero que engorda con toda la
sangre que puede pillar. Y luego la devuelve. A veces mejor y a veces
peor. En el caso de Los odiosos ocho, yo diría que a medias. Hay en esta desmesurada
película una parte que me parece interesante, incluso brillante. Y otra parte
que, sinceramente, me sobra. Si todo durara una hora menos, a lo mejor no me
sobraba. Pero cuando llegamos al climax de violencia y sangre, de resolución de
los misterios y las identidades, de explosión de los conflictos y desaparición de
los ocho magníficos idiotas, el público, es decir, yo, estoy tan cansada de su
verborrea, de sus equívocos, de su mensaje, que he desconectado del
todo y solo quiero que se acabe. Reservoir
dogs fue una sorpresa que duraba 99 minutos, pasaba en un único escenario,
pero respiraba hacia fuera en la reconstrucción del tortuoso y estúpido camino
que conduce a esa banda de ladrones a la catástrofe. Pulp Fiction, ya empezaba a dar muestras de una cierta desmesura con
sus 154 minutos. Pero aun no estábamos saturados de sus brillantes diálogos y
además, la doble pareja Thurman/Travolta y Travolta /Jackson, funcionaban como
un reloj. A partir de ahí, el exceso y la violencia fueron aumentando. Y a mí
me fueron cansando cada vez más. De tarantiniana convencida, fui pasando a
tarantiniana aburrida. Y lo sentí. Con Django
desencadenado, el aburrimiento se convirtió en enfado. Por eso esperaba
estos ocho malvados para ver si me reconciliaba. Y el arranque y la llegada a
la cabaña; el juego que se establece entre unos y otros, con un humor que
echaba en falta en Django, me
hicieron pensar que si, que volvía a ser tarantiniana. Hasta que me cansé. Una de las cosas más difíciles del mundo es
saber reconocer donde hay que terminar lo que estás haciendo, un libro, un
cuadro, una película, un artículo. Si no sabes verlo y continuas, te arriesgas
a destruir un trabajo bien hecho. A Tarantino le pasa muchas veces. Y como yo
no quiero que me pase a mí, acabo este texto en este mismo punto.
No soy muy dada a poner
enlaces en este blog. Pero estos me gustan mucho
Son las sintonías de
El
Virginiano
y de
Bonanza
Disfrútenlas¡¡¡¡
Nota. En el blog de textos he añadido una entrevista que le hice a Tarantino en el año 1992 cuando se estrenó Reservoir Dogs. Dice cosas que se pueden aplicar a Los odiosos ocho casi literalmente.
Nota. En el blog de textos he añadido una entrevista que le hice a Tarantino en el año 1992 cuando se estrenó Reservoir Dogs. Dice cosas que se pueden aplicar a Los odiosos ocho casi literalmente.
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