Salvador
Llopart en su crítica de Spotlight en
La Vanguardia señala muy lúcidamente uno de los temas fundamentales de esta
excelente película: “Aunque más que de curas y periodistas, habla Spotlight de algo que corroe la verdad desde
dentro: los puntos ciegos; ese camello en medio de la habitación que nadie ve,
ni siquiera los veteranos periodistas.”
El
punto ciego, eso que está ahí delante de nosotros y que no vemos porque estamos
tan sumergidos en lo cotidiano, lo obvio, lo prejuzgado, que somos incapaces de
descubrirlo. Tiene que venir alguien de fuera, en el caso de la película un
nuevo director del The Boston Globe, para darse cuenta de que no solo hay un punto ciego, sino un
punto negro que corroe la sociedad bien pensante y autocomplaciente de la rica
y muy católica Boston. Lo mejor de este film que viene a sumarse a una lista de
muy buenos trabajos sobre el periodismo en el cine, es el tono y el ritmo con
el que se enfrenta a una historia basada en hechos reales.
Los
hechos los puede recordar cualquiera: a principios del siglo XXI, la iglesia
católica se vio conmocionada por un escándalo de grandes dimensiones al
descubrirse que encubría sistemáticamente casos de abusos sexuales a niños no
solo en Boston, sino en todo el mundo. Con este tema (presente por cierto en
otros títulos interesantes como El Club)
se habría podido hacer una película de denuncia a la italiana o un panfleto a
lo Ken Loach. Pero Thomas McCarthy decide enfrentarlo desde el más puro
clasicismo de dejar a los personajes actuar y seguirlos sin condicionarlos, sin
marcarles el camino.
Spotlight es una de esas
películas que deberían ser de visión obligada en las clases de periodismo como
ejemplo de lo que debe ser esta profesión. No solo por lo que tiene de
reivindicación del periodismo de investigación, ese que dedica todo el tiempo
que haga falta a buscar y cotejar las fuentes y que no publica nada hasta tener
el tema bien contrastado y comprobado. Sobre todo porque pone sobre la mesa
algo fundamental: hay que fijarse en lo importante, no en lo superfluo. Es necesario
tener una mirada más amplia, de conjunto, levantar la vista de lo inmediato y
superficial.
Hay
una tendencia en el periodismo contemporáneo, condicionado por la inmediatez de
las redes sociales y por la urgencia de la imagen sobre la palabra, que hace
que la información sea parcial, cuando no mala y manipulada. Y sobre todo, y
eso es lo peor, tendenciosa. Por poner un ejemplo de esta misma semana. La
visita del presidente de Irán Hasan Rouhani a Roma y el ridículo de las
estatuas tapadas, La lectura de este hecho se hizo en todas partes (al menos
las que yo leí y las que yo vi) de una forma absolutamente sesgada y
prejuzgada: “lo han exigido en Teherán por respeto a su religión; Italia se ha humillado por
cuestiones económicas.” En lugar de valorar por encima de todo la importancia
de esta visita de un presidente iraní a países europeos tras casi treinta años
de aislamiento; en lugar de analizar lo que esto va a significar para la gente
de Irán y el conjunto de las relaciones en Oriente Medio; en lugar de poner el
acento en lo que tiene de positivo este acercamiento, se optó por fijarse
únicamente en lo más superficial, obvio
y denigrante. Y además sin pararse a preguntarse por qué. Pocos días
después se ha sabido que la delegación
iraní no tuvo nada que ver con esta estúpida decisión y que todo fue fruto del
exceso de celo de una funcionaria que actuó precisamente bajo los prejuicios de
los lugares comunes. Pero los periodistas se apuntaron a esa idea encantados de
conocerse.
Intentar
evitar los puntos ciegos, mirar el paisaje en su conjunto y con el horizonte un
poco más lejos del twit o de la imagen inmediata, apostar por la investigación
seria y el respeto a los lectores/espectadores, son las principales lecciones
que se sacan de esta estupenda película. Además de disfrutar de unas excelentes
interpretaciones y de ver cómo funciona un gran diario por dentro.
Una
pequeña acotación. La historia sucede entre julio y diciembre del 2001. En
medio de la investigación tuvieron lugar los atentados del 11 de septiembre en
Nueva York. Es interesante, y una prueba de que la película no cae ni en el punto
ciego ni en la imagen simplista, ver como pasa por encima de esta noticia, que
conmociona, seguro, pero no condiciona la investigación del diario. Una
lección.
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