(seguro que esta "musa" le gusta a Guerín y al profesor)
El día que vi La
academia de las musas, salí impresionada. “¿Entusiasmada?” me preguntó una
amiga. También, pero sobre todo impresionada. Impresionada de la sensibilidad y
la belleza del film de Guerín, impresionada del poder que otorga a la palabra,
ese elemento casi siempre mal utilizado en el cine. Banalmente utilizado. Aquí
no, aquí, la palabra se erige en ritmo, en lenguaje, en guía. La palabra en sus
múltiples lenguas: castellano, catalán,
italiano, sardo. La palabra con referente de imagen: amor. El amor es el
elemento común dominador de este poema que no deja de ser una
comedia romántica. Todo empieza de una manera casual: una clase de universidad
donde un profesor, Raffaele Pinto, habla del poder de las musas en la creación,
en especial en la creación de la Divina Comedia. La cámara le observa, le
mira y sobre todo, mira a los que le escuchan, sus alumnos, mejor dicho sus
alumnas. Poco a poco la cámara se va fijando en los rostros de esas mujeres que
escuchan. Las convierte en iconos, las interpela en su silencio. Hasta que
empiezan a hablar. Es entonces cuando la película empieza a girar. Ya no es un
documental sobre un profesor, empieza a ser una mirada sobre las musas. Y de
pronto, un giro definitivo. Entra en escena un nuevo personaje, un nuevo
espacio. No es fortuito que toda la conversación entre el profesor y Rosa, su
mujer, se mantenga en un plano fijo vistas las dos figuras a través de un
cristal donde se refleja la naturaleza, un árbol, el cielo. Mientras la palabra era objeto de poesía, la
imagen era la tangible de los rostros de las alumnas; cuando la palabra se
convierte en objeto de vida, la imagen se retira para darle todo el
protagonismo. Pero aun girará más este precioso documento. Girará hacia otros
idiomas, primero el italiano, luego el sardo, más un sonido que una lengua;
girará hacia otros paisajes, el de la isla de Cerdeña y sus pastores, el del
lago Averno y la boca del infierno; hacia otro sentimiento, el pastoral, el amor
infinito, el romántico. En este momento, La
academia de las musas nos ha arrastrado ya hacia un punto muy alejado de su
origen. Y aun nos queda lo mejor, cerrar el círculo con una conversación
definitiva entre dos mujeres, Mireia y Rosa. Una conversación filmada en transparencia
y desde muy cerca, casi perdiendo el referente.
La
academia de las musas es inclasificable. No es un documental,
no es una ficción, no es un documental de creación. Es un “trabajo” realizado
con la palabra y la imagen. Un “trabajo” ligero, realizado en total libertad,
que habla del poder del amor y la inspiración; del deseo como motor. Un regalo.
2
Cambio de tercio completamente para recomendar la
lectura de una novela escrita el año 1993 que habla de Barcelona entre el 4 de
octubre de 1934 y el 19 de julio de 1936. Una novela que parece el relato de
nuestro presente, de lo que está pasando ahora mismo. De una lucidez y una
claridad total. Se trata de La Rambla fa
baixada, de Néstor Luján. Lectura
recomendada especialmente para los que, por razones muy comprensibles de edad,
piensan que todo pasa por primera vez. Desgraciadamente no. Todo se repite y a
veces, peor.
3
Una frase de Tolstoi que me parece muy adecuada en
estas fechas, no por ser fin de año, sino por hablar de familia y patria. De
familias y patrias estamos más que hartos en nuestro país. “La familia y la
patria no son más que dos círculos englobados
en el círculo más amplio que es la humanidad. Quienes limitan los
deberes únicamente a la familia y la patria enseñan un egoísmo peligroso para
todos nosotros.” Creo que no hay que explicar a qué familia aplico esta frase.
Hola. No conozco la obra de Luján. La buscaré
ResponderEliminarPor otra parte, Guerín me gusta como documentalista. Prefiero que las cosas tengan su nombre. Excelente blog, Nuria.