Siempre
he lamentado no haber sido (y seguir no siéndolo) un poco mas mitómana. De
haber tenido ese vicio ahora podría presumir de tener fotos con todos los
directores, actores y gentes del cine que he conocido a lo largo de mi vida.
Como por ejemplo Aki Kaurismaki. ¡Cómo me gustaría tener una foto de la primera
entrevista que le hice! Fue hace exactamente treinta años. En Barcelona donde
presentaba Hamlet Goes Business.
Estábamos en un hotel y el director, que entonces tenía 29 años, se tumbó en
un sillón y contestó todas las preguntas con los ojos cerrados. La segunda vez
que le encontré fue en Glasgow, en 1990, durante la entrega de los Premios
Félix, prehistoria de los Premios de la Academia de Cine Europea. A Kaurismaki,
nominado creo recordar por La chica de la
fábrica de cerillas, no le dejaron entrar a la ceremonia por no llevar
corbata. Poco le importaba al finlandés que sentado en el suelo y apoyado en
una columna, ofrecía vodka a todo el que quisiera acompañarlos, a él y a su
mujer. Tampoco tengo otra foto posible, la que me pude hacer en Berlín con
Fernando Pérez y José María Morales cuando se estrenó en el festival la
película Madrigal.
Todo
esto viene a cuento de la foto que encabeza esta entrada que promete ser más
larga de lo que yo pensaba. Es una foto en la que yo no estoy, pero si hice yo.
Es una foto de Ana Torrent y Raoul Peck en Valladolid en 2013,el año que los
tres formábamos parte del Jurado de la Seminci. Conocer a Raoul Peck fue una
experiencia estupenda por su inteligencia y por su enorme humanidad.
¿Por
qué recuerdo estas tres fotos? Porque esta semana, entre los ¡quince estrenos!
que llenan la cartelera, estos directores figuran entre lo más apetecible. Así
que vayamos a las películas.
El otro lado de
la esperanza,
de Aki Kaurismaki es una de esas películas que recomiendo totalmente. No se la
pierdan. Por su extrañísimo sentido del humor; por los encuadres de colores
inesperados; por unos actores estupendos que nuca se salen de la línea. Pero
sobre todo, porque es la prueba de que las personas son (somos) mucho mejores
que los gobiernos. Kaurismaki ya exploraba el descubrimiento del “otro” en su
anterior película El Havre donde un
viejo europeo ayudaba a un inmigrante clandestino. En esta segunda entrega de
lo que él llama La trilogía de los
puertos, "el otro" ya está entre nosotros. Es un refugiado sirio que llega a
Helsinki donde pide asilo político. Las autoridades se lo niegan: Alepo no está
suficientemente destruida como para que no pueda volver a su patria. Pero la gente
se lo da. Desde un amigo iraquí que le enseña a moverse por la burocracia,
pasando por una funcionaria comprensiva e incluso una chica que le ayuda a
escapar, Khaled va encontrando aliados. Hasta que llega a su extraño amigo, un
finlandés cincuentón y desencantado que ha decidido cambiar de vida y poner un
restaurante extravagante y absurdo donde acoge y protege a Khaled. Kaurismaki
se coloca al otro lado de la esperanza en un horizonte humano que vale mucho más
que todas las palabrerías huecas de los que se llenan la boca con reclamos de
ayuda a los refugiados en abstracto, pero le vuelven la espalda al que se
encuentran en la calle. Me encanta esta película.
Últimos días en
La Habana
de Fernando Pérez, también habla de una extraña amistad, la que tienen Diego,
el homosexual que se muere de SIDA y Miguel, el heterosexual que lo cuida y le
ayuda. El film de Pérez es casi el reverso luminoso de la película de
Villaronga El rey de la Habana. El
mismo espacio, una casa en ruinas en la Habana vieja, parecidos personajes,
homosexuales, putas, chaperos, gente que intenta sobrevivir como puede. Pero
distinta mirada. Lo que en Villaronga, fiel al libro en el que se basa, era
sucio y sórdido, en Pérez es luminoso y esperanzado. A pesar de lo trágico, el
humor está muy presente, junto con una crítica nada velada a una situación
insostenible para los habaneros que intentan salir adelante con lo poco que
tienen. Pero sobre todo y eso es lo que más las distingue, lo que prima en
estos últimos días es el amor a La Habana y a sus habitantes que demuestra
Fernando Pérez y que es la razón por la que nunca ha querido abandonar la isla.
Estupenda.
En I Am Not Your Negro,
de Raoul Peck encontramos otro tipo de extrañas amistades. Este documental imprescindible
es el primero que se estrena comercialmente de este director haitiano. ¿Por qué
pienso que es imprescindible hoy y, quizás no hace ocho años? Porque lo que
cuenta vuelve a estar muy presente en la política y en la vida de Estados Unidos.
El punto de partida de este documental es el texto inacabado Remember this house del escritor de
color James Baldwin, desaparecido hace justo ahora treinta años. La potente voz
de Samuel J Jackson va desgranando las palabras de Baldwin que acompañan
imágenes inéditas y poderosas de los tres “amigos” de los que habla: Medgar
Evers, Malcom X y Martin Luther King. Recordar su propia historia con sus
apariciones en televisión o en distintos actos políticos junto con la de de
estos tres hombres asesinados en los años sesenta, Evers en 1963, Malcom X en
1965 y Luther King en 1968, por luchar por el fin del racismo y del
segregacionismo desde distintos ángulos, es el cuerpo principal del documental
en el que Peck ha reunido documentos sorprendentes de la época. El film va mas allá de la pura reivindicación
gracias a un montaje y un ritmo muy personal. Pero lo más importante es lo que
implica. Baldwin dijo en una ocasión: “El futuro de los negros en este país es
tan brillante o tan oscuro como el del propio país”. Si James Baldwin hubiera
visto a Barak Obama como presidente habría pensado que, quizás, el futuro era
brillante; pero si hubiera seguido viviendo hasta ver a Donald Trump en la Casa
Blanca, seguramente pensaría que es un futuro muy negro para los negros. Y los
asiáticos y los latinos y todos los diferentes. Por eso este documental es
necesario. Incluso si se le acusa de tendencioso o previsible. Es necesario
porque pone en la pantalla un grave problema (mundial) no resuelto.
(no
se si es el mar o un lago, pero en todo caso este cuadro de Ramon evoca los
sentimientos de la película)
Solo
unas palabras para destacar otro de los muchos estrenos de la semana. La idea
de un lago de la argentina Milagros Mumenthaler, basado en el libro de
fotografías Pozo de aire de Guadalupe Gaona. La omnipresente dictadura de los
años setenta aflora en este precioso film por el camino de la memoria. Una
foto, la única que la protagonista tiene con su padre desaparecido en 1976
cuando ella tenía tres años, es el punto de partida para construir un rompecabezas de
recuerdos callados, conflictos sin resolver, urgencias por aclarar. Todo alrededor
de un lago que puede recrear imágenes tan divertidas como una niña nadando al
lado de un coche Mini verde que baila con ella en el agua; como tristes, el
fantasma de un padre que nunca se conoció. La idea de un lago es un film
evocador, un precioso ejercicio de construcción poética de la memoria.
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